DestacadosLucha de las Mujeres

Las mujeres zapatistas y kurdas siguen luchando por sus derechos en todo el mundo

Mientras que otros movimientos de liberación vieron cómo las mujeres quedaban excluidas del nuevo orden una vez finalizadas sus luchas, las mujeres de los movimientos zapatista y kurdo se han asegurado de que sus avances hacia la liberación y la igualdad sigan vigentes, afirman las investigadoras Anya Briy y Ariella Patchen.

Fuente: Medya News

Fecha de publicación original: 9 de marzo de 2022

En lados opuestos del planeta, las mujeres de los movimientos nacionales zapatista y kurdo siguen transformando a sus compañeras, compatriotas y países, además de inspirar a las mujeres de todo el mundo.

La lucha de ambos grupos de mujeres «es un recordatorio de que la transformación integral de los sistemas de opresión entrelazados no es una utopía», escriben las investigadoras Anya Briy y Ariella Patchen para The Nation.

«Han demostrado que, con paciencia y persistencia, las mujeres pueden transformar radicalmente las actitudes y prácticas patriarcales dentro de sus comunidades», afirman Briy y Patchen. «Las mujeres y sus comunidades están cambiando la forma en que las personas se relacionan entre sí -y con la naturaleza- en todas las esferas de la vida, construyendo nuevos mundos dentro del cascarón decadente del antiguo».

El movimiento de mujeres kurdas ha sido durante mucho tiempo parte integrante de la lucha nacional por la libertad y la igualdad, y las mujeres han participado en todas las organizaciones a todos los niveles. La organización autónoma se aceleró especialmente tras la creación de un ejército de mujeres a mediados de la década de 1990, y la liberación de la mujer «se convirtió en un pilar central de la nueva filosofía del movimiento», añadieron. La ideología del confederalismo democrático considera que el Estado-nación, el capitalismo, el patriarcado y la eco-explotación son «manifestaciones de la dominación masculina».

Las mujeres kurdas son solidarias con las zapatistas desde hace mucho tiempo, y también comparten «historias profundamente resonantes de desarrollo de las luchas de las mujeres dentro de los movimientos de liberación», dijeron los investigadores. Ambas han luchado por sus derechos como mujeres y por su derecho comunitario a la autonomía.

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) reclutó activamente a mujeres indígenas en México para que se unieran a su resistencia, iniciada en 1994, contra la privatización de las tierras campesinas por parte del gobierno y la adhesión al TLCAN.

Las mujeres se unieron al EZLN tanto por razones ideológicas como para escapar de sus comunidades patriarcales, como hicieron las mujeres kurdas con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), explicaron Briy y Patchen. Los dirigentes del EZLN han prometido a las mujeres un papel igualitario que les permita desafiar los aspectos patriarcales dentro del movimiento.

Donde las mujeres zapatistas difieren de sus hermanas kurdas es en su análisis de las condiciones únicas de México. Las dinámicas patriarcales de los pueblos indígenas de las Américas provienen del colonialismo del siglo XVI y del capitalismo posterior, según el EZLN, y a través de este proceso de colonización las mujeres se transformaron de personas enteras con capacidad de acción en propiedad.

Briy y Patchen citaron a la Comandanta Esther del EZLN, quien dijo que las mujeres indígenas se enfrentaban a una triple opresión, «por ser pobres, por ser indígenas y por ser mujeres». El texto de 2001 refleja otra lucha por la libertad, esta vez en Cataluña.

El poema Divisa, de Maria-Mercè Marçal, de 1977, apunta a la lucha de las mujeres catalanas, que también se han solidarizado con los movimientos zapatista y kurdo y han sufrido mucho bajo el Estado español. Escribe:

A l’atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona,

de classe baixa i nació oprimida.

I el tèrbol atzur de ser tres voltes rebeldes.

(Al azar agradece tres dioses: haber nacido mujer,

de clase baja y nación oprimida.

Y el turbio azur de ser tres vueltas rebelde.)

Tres veces rebeldes, las mujeres han tenido que enfrentarse a sus padres y maridos, así como a sus jefes y al Estado, para salir de casa y formar parte de los movimientos sociales.

Las zapatistas han puesto en sus leyes el derecho de las mujeres a la educación, a la autonomía reproductiva, a la elección de pareja, a la protección contra la violencia, así como a ocupar puestos de liderazgo.

Las mujeres kurdas del movimiento y de Rojava, el enclave kurdo en la frontera de Siria con Turquía cuyo nombre hace referencia al Kurdistán occidental, han establecido sus propias normas. Las mujeres tienen sus propias fuerzas armadas en ambos, y también tienen derecho a consejos autónomos dentro de todas las organizaciones. Estos consejos pueden vetar cualquier decisión tomada en las asambleas generales que consideren perjudicial para las mujeres. No hay «presidentes», ya que todos los puestos de dirección se reparten entre un hombre y una mujer según el sistema de copresidencia.

Ambas experiencias, que se remontan a décadas atrás, han «creado espacios para la construcción del poder colectivo de las mujeres», afirman los investigadores. Ambos grupos de mujeres trabajan con diligencia para proteger y ampliar sus derechos frente a las persistentes tendencias patriarcales, añadieron.

Las cuotas femeninas en las organizaciones, la atención a la educación y la independencia económica han permitido a ambos grupos valerse por sí mismos y empoderarse frente a las objeciones masculinas.

Por supuesto, existe un rechazo, sobre todo en las zonas más conservadoras, pero las mujeres saben que su revolución «no se producirá de la noche a la mañana», sino que es un «proceso de transformación lento e intergeneracional», dijeron.

El retroceso también es global, ya que las mujeres de todo el mundo se enfrentan a ataques contra sus derechos reproductivos, su autonomía económica y su derecho a vivir libres de violencia.

Sin embargo, su lucha ha demostrado que la lucha contra el patriarcado y la transformación de las relaciones de poder dentro de las comunidades no son «de menor importancia que la resistencia a los poderes externos capitalistas, coloniales y estatistas», señalaron las investigadoras, y añadieron que mientras otros movimientos de liberación vieron cómo las mujeres eran excluidas del nuevo orden una vez finalizadas sus luchas, las mujeres zapatistas y kurdas se han asegurado de que sus logros sigan vigentes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies