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La emancipación kurda frente a los poderes sirios

 Fuente: BALLAST

Autor: Raphaël Lebrujah

Fecha: 02/05/2018

Traducido por Rojava Azadi Madrid

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Rojava, 18 de marzo de 2018 | Rodi Said

Rojava[1] es a veces acusada, tras el inicio de la respuesta popular de 2011 y la guerra civil que la ha seguido, de complicidad con el régimen de Bashar el-Assad. Para entender el lugar de los kurdos en Siria, y en la región en general, es necesario repasar una historia particularmente compleja: sólo bajo esta luz es posible desentrañar las relaciones de los revolucionarios kurdos con el poder sirio, el Estado turco vecino y los rebeldes de mayoría árabe.

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Siria, Andrea DiCenzo/Al

La llegada del estado-nación y el capitalismo a Oriente Medio alteró profundamente las relaciones entre comunidades. Las primeras revueltas kurdas contra el Imperio otomano comenzaron a principios del siglo XIX como reacción a una serie de reformas de modernización del Imperio (basado en el modelo occidental de centralización del poder). Siguió la caída de los principados kurdos y el fin de su autonomía política; ciertas tribus kurdas sunitas fueron integradas en el seno del aparato represivo del Imperio otomano, vía la creación, al principio de los años 1890, del cuerpo contra-insurreccional de los Hamidíes (éste último jugará un papel esencial en el genocidio de los cristianos de Oriente y dividirá a los kurdos, permitiendo así al poder marginalizar a los alevís, los yezidís y a ciertos sunitas refractarios). Para las autoridades imperiales de la Sublime Puerta se trata de estructurar un estado-nación unificado alrededor de una identidad musulmana sunita y otomana. La tentativa, por los Jóvenes Turcos, de importar hasta el seno del Imperio otomano un sistema político inspirado en el jacobinismo y en la III República francesa, resultó ser de una violencia inaudita contra las minorías. Los cristianos, que componían alrededor del 20% de la población de Oriente Medio, son los más tocados (actualmente, casi han desaparecido): el genocidio armenio, desatado en 1915, es la consecuencia más brutal; después llega el turno de los kurdos, salvados parcialmente por su condición mayoritaria de musulmanes sunitas.

“Herencia que las potencias inglesas y francesas mantendrán para asegurar su dominio sobre Oriente Medio».

La Primera Guerra Mundial puso fin a este deseo de homogeneización de los Jóvenes Turcos. La desintegración del Imperio otomano, consagrada en el Tratado de Sèvres, deja un legado de odio entre las comunidades religiosas y étnicas. Un patrimonio que las potencias francesa e inglesa mantendrían para asegurar su dominio sobre Oriente Medio: la primera invadió rápidamente las costas sirias y libanesas; la segunda, Mesopotamia y Palestina. En el suelo de la futura «Turquía», desde 1919 hay una guerra entre el independentista nacionalista Mustafá Kemal -pronto conocido como Atatürk- y el sultán otomano de Estambul, entonces apoyado por las potencias europeas deseosas de desmantelar Anatolia. El apoyo de los kurdos será decisivo para la victoria del líder independentista, que, a través de sus discursos, hace un llamamiento a la lucha contra los invasores cristianos para reunir a los musulmanes, incluidos los kurdos. El sultanato es abolido en 1922; un año después se proclama la República de Turquía, basada en un solo partido; el califato desaparece en 1924. El Tratado de Angora (antiguo nombre de Ankara), firmado entre Francia y Turquía por el nuevo presidente Atatürk, establece la frontera norte de Siria y, por tanto, la separación entre Kurdistán Occidental (Rojava) y Kurdistán del Norte (Bakur).

Por consiguiente, el Estado francés dividió su espacio mandatario en cinco Estados: el Estado del Líbano, el Estado Alouita (en la costa alrededor de Latakia y Tartús), el Estado de las Montañas Drusas (alrededor de la región de Suwayda, en la frontera meridional de Siria con Jordania), el Estado de Damasco y, por último, el Estado de Alepo. Éste último comprende la gran mayoría de las zonas kurdas de Siria. Las autoridades francesas apoyan a algunas fuerzas tribales kurdas para proteger la frontera norte del país de las incursiones turcas. Raqqa se convirtió así en una de las principales bases de la tribu kurda de los Millis, anteriormente hamidíes, reconvertida en una fuerza suplementaria. El Estado multirreligioso y multiétnico del Sanjak de Alejandreta fue establecido en 1923, antes de ser anexionado por Turquía en 1938. El territorio sirio no tardó en verse amenazado por la voluntad turca en el norte (Turquía no aceptaba la presencia francesa en Siria), y por los ingleses, tanto en el sur como en el este (la monarquía británica apoyó en gran medida al bloque nacionalista árabe contra la presencia francesa). El Estado francés, por su parte, apoya a las minorías frente a una mayoría árabe sunita cada vez más nacionalista y hostil. En la década de 1930, refuerza la posición de Damasco en la administración colonial y se estructura en torno a burócratas árabes damascenos. Notables sirios kurdos se quejan regularmente ante las autoridades francesas de las amenazas de algunos funcionarios árabes nacionalistas, preocupados por la homogeneización étnica: expulsar a los kurdos de Siria una vez conquistada la independencia… Las tensiones se convierten a veces en revueltas.

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Atatürk y Recep Tayyip Erdogan / AFP/ADEM ALTAN

De la independencia al partido Baath

La independencia de Siria es proclamada el 17 de abril de 1946. Los últimos ocupantes franceses se retiran del territorio, expulsados por el bloque nacionalista. Pero en las zonas predominantemente kurdas del país, esta salida queda lejos de ser siempre experimentada como una liberación: la región de Jezira, que cuenta con una fuerte minoría siríaca[2], es una de las últimas en caer en manos de los nacionalistas sirios; es literalmente saqueada (los informes de los servicios de inteligencia franceses reportarán intensos saqueos de empresas cristianas y kurdas, así como una feroz resistencia de las tropas auxiliares locales). El bloque nacionalista es entonces percibido como un nuevo invasor. Para la República siria, esto conducirá a una situación inestable marcada por una sucesión de golpes de Estado.

“Los kurdos son retratados como salvajes a los que se les niega, además, cualquier singularidad lingüística y cultural; por otra parte, no se les reconoce como pueblo…»

Las tres corrientes principales de pensamiento del mundo árabe se enfrentarán allí. Dos de ellas siguen siendo mayoría en la actualidad: el panarabismo y el panislamismo; queda un polo comunista, en gran medida marginado en la actualidad. Todos los partidos políticos en el poder desde la independencia pertenecen al panarabismo y al panislamismo o están próximos a ellos: en ambos casos, los kurdos y otras minorías se ven excluidos. El primero rechaza por principio la idea de un Estado multiétnico y niega todo derecho a los kurdos; el segundo pretende abarcar a todas las poblaciones musulmanas (sunitas, en este caso), de las que la mayoría de los kurdos forman parte, aunque éstos últimos son acusados regularmente de «incredulidad»; para muchos de ellos, la fe viene después de la identidad cultural. Además, los partidos políticos kurdos que movilizan el cuerpo social en Kurdistán adoptan una línea laica (si bien hay algunos partidos islamistas kurdos, siguen siendo muy minoritarios). En 1958, los panárabes ganaron la batalla con el establecimiento de la República Árabe Unida, que dio lugar a la fusión de los Estados sirio y egipcio -Turquía, que había amenazado con invadir y anexionarse Siria, empujó al parlamento sirio a maniobras similares-. Los sirios lo viven como una colonización. Esta república fue efímera, duró hasta 1961, pero tuvo un aspecto importante: la primera planificación de deportación y asimilación forzada patrocinada por las propias autoridades egipcias. El objetivo es expulsar a los árabes alauitas de la costa para sustituirlos por árabes sunitas y, al mismo tiempo, arabizar a los kurdos de las tierras agrícolas del norte de Siria. Si bien este plan no se puede aplicar -sólo una aldea alauita es deportada a Rojava-, tiene un profundo impacto en las minorías sirias. El Partido Baath -socialista y nacionalista panárabe- finalmente toma el poder en 1963; sus líderes son oficiales procedentes de minorías religiosas, incluyendo a un tal Hafez el-Assad, alauita.

 

«Destruir el peligro kurdo»

Muchas divisiones sacudirán al partido Baath, desde 1963 hasta la llegada al poder de la tendencia «neomarxista» traída por Assad siete años más tarde. Un «enemigo interno», sin embargo, une a todas las tendencias: los kurdos. El Kurdistán se presenta así como un «segundo Israel», capaz de provocar una «Nakba», una catástrofe, como la experimentada por Palestina en 1948. Los kurdos son retratados como salvajes a los que se les niega, además, cualquier singularidad lingüística y cultural, no se les reconoce como «un pueblo»… Una política de gran violencia recae sobre ellos. Uno de los teóricos de la limpieza étnica es Mohammed Taleb Hilal, padre del llamado «plan de ablación»[3]. Diseñado a principios de los años 60, su objetivo es «aniquilar el peligro kurdo»: un legado de los nacionalistas sirios y de los pogromos antikurdos y cristianos. Se establece una política llamada de «cinturón árabe»[4]: impone el «socialismo árabe» a los kurdos confiscando sus tierras para que sean cultivadas por «colonos árabes» en granjas estatales. Deportaciones (a zonas menos fértiles), encarcelamiento sistemático de líderes, represión de los partidos kurdos (en particular el Partido Democrático del Kurdistán sirio, todavía activo en la actualidad), introducción de una política de subdesarrollo en la educación y los servicios públicos, prohibición de la lengua kurda, privación del acceso al empleo… 120.000 kurdos fueron, además, privados de la nacionalidad siria en agosto de 1962[5]…: ya no tienen ningún derecho, ni siquiera el derecho a dormir en un hotel (sus descendientes correrán con los gastos: hay unos 300.000 kurdos apátridas en vísperas de la revolución siria de 2011). La situación de los kurdos sirios puede compararse en muchos aspectos con la de los judíos bajo el régimen de Vichy; muchos miembros del régimen baazista nunca han ocultado su simpatía por el fascismo o su feroz antisemitismo[6].

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Assad padre e hijo (DR)

La llegada de Hafez el-Assad al poder no ha aliviado esta política de represión, por mucho que digan bastantes libros de historia. Se aceleró incluso a principios de los años setenta, antes de ser abandonada, tres años más tarde, en favor de una amenaza considerada mucho más importante a los ojos del régimen: los Hermanos Musulmanes. La resistencia kurdo-siria sale como poco debilitada de esta secuencia.

 

De la distensión a la represión

El Partido Baath reorienta su política. Para desestabilizar a su vecino turco, da la bienvenida a Abdullah Öcalan, líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), justo antes del golpe de Estado turco de 1980. El PKK organiza reuniones en Damasco y establece campos de entrenamiento militar en el Líbano, en el valle de la Bekaa; en los primeros días, el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) se encarga del entrenamiento militar. Pero para el Estado sirio, se trata más de un acuerdo de «dejar hacer» que de una verdadera alianza estratégica; el régimen sigue temiendo, en silencio, la posible revuelta de su propia minoría kurda… El PKK se alía con las fuerzas árabes contra Israel. Ésta es su prueba de fuego: once de sus combatientes caerán en el martirio contra el Tsahal[7]. Los revolucionarios kurdos, a diferencia de sus colegas del PDK con base en el Kurdistán iraquí, han adoptado una clara línea antisionista y pro-palestina. Pero 1988 marca una ruptura entre los kurdos, el «mundo árabe» y Palestina: la mayoría de los líderes palestinos aprobarán la operación genocida Anfal llevada a cabo por Saddam Hussein contra los kurdos de Irak…

“El régimen dirigido por Bashar al-Assad, en el poder desde hace cuatro años, reprime violentamente a su minoría kurda: 43 muertos, cientos de heridos y miles de detenidos.”

En la década de 1990, la guerra se desata en el Kurdistán turco e iraquí. Aumenta la presión sobre el líder del PKK en Siria. El régimen de Assad padre está en dificultades, especialmente por la construcción de presas por parte de Turquía y el control del agua operado por esta última. Gracias a los acuerdos entre Ankara y Damasco y a la insistencia de muchas grandes potencias internacionales, Ocalan es expulsado de Siria en 1998 y luego capturado en Kenia durante una operación promovida, en particular, por los servicios secretos turcos, estadounidenses e israelíes. Éste es el comienzo de la reanudación de la tensión entre los kurdos del PKK y el Estado sirio. El antepasado del Partido de la Unión Democrática (PYD), el homólogo sirio kurdo del PKK, se funda entonces: en 2003 se convierte en el partido que conocemos hoy, encabezando la futura revolución de Rojava. Se está produciendo un cambio radical en la estrategia política: las autoridades revolucionarias kurdas están abandonando su línea de «independencia» y ahora exigen claramente autonomía y federalismo tanto en Turquía como en Siria. Durante este período, los kurdos de Siria, que representan alrededor del 15% de la población, se organizan. PYD y PKK ganan una base popular real en el norte del país -Rojava- y estructuran entonces la resistencia. En 2004, en la ciudad de Qamishlo, se produce un incidente entre un equipo de fútbol árabe de Deir ez-Zor (región siria que apoya al Baath iraquí) y un equipo kurdo. Los árabes exhiben retratos de Saddam Hussein; la policía dispara a los kurdos; estallan disturbios en toda Rojava. El régimen dirigido por Bashar al-Assad, en el poder desde hace cuatro años, reprime violentamente a su minoría kurda: 43 muertos, cientos de heridos y miles de detenidos. Se reaviva así la lucha de los kurdos sirios. Ankara y Damasco intensifican su colaboración, deseosos de aplastar a los kurdos y sus organizaciones políticas revolucionarias. El PYD -bandera del confederalismo democrático- es el objetivo principal de esta represión, que causará muchas muertes. En vísperas de la revolución, más de 1.500 de sus militantes se encontraban entre rejas del régimen sirio, bien conocido por su uso de la tortura.

 

Y luego viene la revolución

Los kurdos de Siria y el PYD participan ampliamente en los movimientos de protesta contra el régimen baazista a partir de 2011. Mechaal Tamo, una figura de la oposición kurda a Assad, es asesinado. Surge la cuestión de la militarización del conflicto: el PYD rechaza el camino armado, temiendo la instrumentalización de la revuelta por parte de potencias extranjeras[8]. El régimen sirio se asusta, el auge de la oposición obliga, y trata de dividir a ésta última liberando a los yihadistas y dejando que los kurdos se ocupen parcialmente de los cantones de Afrin, Kobané y Jazira, formando así las tres zonas autoadministradas de Rojava[9]. La revolución de Rojava, nacida el 19 de julio de 2012, es una continuación de la revolución siria. Bajo presión, el régimen de Bashar al-Assad libera a los presos políticos y ratifica el regreso de los opositores políticos en el exilio. El proceso emancipador iniciado en Rojava avanza contra el estado-nación y se construye a contracorriente de todas las políticas que hasta ahora se han llevado a cabo en la región: sobre el terreno son evidentes los avances democráticos, pluralistas, feministas y sociales.

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Festival kurdo, marzo de 2015, Diyarbakir (Turquía), Ulas Tosun / Getty Images

Fruto del panarabismo y del panislamismo, el racismo sistémico contra los kurdos sigue dominando a una parte de la población árabe siria. La rebelión no está exenta de esta herencia política y cultural racista; el apoyo turco a los grupos armados islamistas acentúa esta oposición[10]. Si el PYD propone numerosos acuerdos de cooperación con la rebelión, a cambio del reconocimiento de la autonomía de las regiones de mayoría kurda, éstos se rechazan sistemáticamente. “Los salafistas y los Hermanos Musulmanes financiados por las potencias del Golfo propagan su odio a diario. Los mensajes de los dignatarios religiosos o de los soldados del FSL [Ejército Sirio Libre] llaman a los sirios a pasar a los alauitas por la picadora. […] El FSL es una marca que cubre una realidad muy compleja, una multitud de bandas. Y los kurdos constatan que elementos que dicen ser del FSL los atacan. Ésta es la razón por la que crearon sus propias milicias de seguridad[11]«, dice Rhodi Mellek, portavoz del PYD, en junio de 2013. Tres meses más tarde, combatientes del FSL, aliados de Al Qaeda, disparan con morteros contra barrios kurdos de Alepo y trece grupos rebeldes anuncian que la lucha unitaria contra Assad debe «basarse en la sharia[12]« antes de asociarse con la organización yihadista Frente al-Nusra. Este último había estado «presionando desde principios del mes de Ramadán a los habitantes para que observaran el ayuno» y «atacaba a las mujeres que no llevaban velo, como es el caso de las combatientes kurdas[13]«… La ruptura es definitiva[14]. Sin embargo, algunos grupos del FSL se unen a la alianza multiétnica formada por las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG) contra Daesh: las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF). La revolución de Rojava, directamente amenazada por Daesh y el ala hegemónica islamista de la rebelión apoyada por Turquía, Qatar y Arabia Saudí, no pretende dividir sus fuerzas y enviar sus tropas contra el régimen, que todavía ocupa ciertos territorios en el norte de Siria. El PYD y el régimen de Assad acaban estableciendo una especie de «pacto de no agresión»: la realpolitik obliga. Sin embargo, el gobierno sirio sueña con poner fin a esta alternativa revolucionaria autónoma en su territorio, como repite una y otra vez[15], pero el equilibrio de poder militar no se lo permite.

Un futuro incierto

«Los combatientes del FSL, aliados con Al Qaeda, están disparando morteros contra los barrios kurdos de Alepo y trece grupos rebeldes anuncian que la lucha unitaria contra Assad debe ‘basarse en la sharia’

A lo largo de la guerra civil siria, las relaciones entre el régimen de Assad y las autoridades revolucionarias de Rojava han estado marcadas por enfrentamientos y conflictos. En 2012, estallaron violentos combates entre las YPG y el ejército árabe sirio en la ciudad de Derik, que tiene una gran minoría cristiana. En 2013, el distrito kurdo  de Sheikh Maqsoud en Alepo, defendido por las YPG, se encuentra bajo una avalancha de fuego del régimen: las fuerzas gubernamentales serán derrotadas en una sangrienta guerra urbana. En Qamishlo, dos años más tarde, los auxiliares del Estado sirio intentaban reclutar a jóvenes kurdos por la fuerza: se produjeron enfrentamientos armados y la intrusión de las YPG en la prisión del régimen para liberar a los prisioneros. Después de varios días de enfrentamientos, el régimen firma un acuerdo que saca de la ciudad a las Fuerzas de defensa nacional, un grupo paramilitar afiliado; la guarnición del ejército estatal también se reduce en gran medida. Luego viene, en 2016, la batalla de Hasaka, capital provincial de la que son expulsadas las tropas del régimen. Estos episodios son los puntos culminantes de enfrentamientos recurrentes que podrían haberse convertido en una confrontación generalizada. Todo, política y filosóficamente, opone al proyecto revolucionario, feminista, comunalista, ecologista y democrático de Rojava al Estado sirio, fascista y racista. ¿Por qué, entonces, ninguno de los dos bandos ha cedido, por el momento, a las sirenas de la guerra total?

Muchos acuerdos, inestables e informales, han establecido una interdependencia. Económicamente, Rojava es el granero de Siria; muchos yacimientos de petróleo salpican su territorio. Con el fin de limitar la importación de petróleo, el régimen, que ha obtenido suministros masivos de Irán, está comprando petróleo de Rojava. Ocasionalmente se permite el comercio entre las zonas controladas por el Estado sirio y Rojava, especialmente a través del aeropuerto de Qamishlo: un verdadero soplo de aire económico para un territorio autónomo asediado por todas partes. Los movimientos de las YPG también están permitidos en territorio gubernamental -y viceversa-, principalmente como parte de la lucha contra los enemigos comunes: los yihadistas y el ejército turco. Con el tiempo, Rojava se ha impuesto protegiendo las fronteras septentrionales de Siria contra una invasión turco-yihadista. Las relaciones están así determinadas por la necesidad mutua de sobrevivir en una larga y sangrienta guerra civil. Ambas partes son conscientes de que esto sólo será por un tiempo…

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Rebeldes de Alepo, Frente al-Nusra (GUILLAUME BRIQUET / CITIZENSIDE)

Es probable que las tensiones aumenten bruscamente entre los dos beligerantes. La batalla de Afrin a principios de 2018 mostró al mundo que el Estado sirio no quería imponerse ni activar su defensa antiaérea, prefiriendo permitir que el ejército turco -y sus socios salidos de las filas de la rebelión siria y el yihadismo- violaran sus fronteras, saquearan y mataran a civiles en masa. Si las milicias pro-Assad vinieron a echar una mano a Rojava en febrero, eran sólo unos pocos cientos de hombres sobre el terreno, a lo sumo… Al mismo tiempo, la instalación de bases occidentales -americanas, francesas e inglesas- en Rojava no es para complacer a las autoridades de Damasco, ni a sus aliados rusos, que dieron luz verde a la invasión turca del territorio sirio. El régimen iraní, con los medios para presionar al régimen de Assad, no está dispuesto a oír hablar de la autonomía democrática multiétnica: la República Islámica de Irán tiene una minoría kurda muy activa en su seno… Estados Unidos permanece en el norte de Siria para contrarrestar la influencia de Irán: esperan, por un lado, empujar a las SDF y al Estado sirio a una confrontación total y, por otro, incitar al PYD a romper todos los lazos con el PKK y su «casa madre», el Monte Qandil iraquí. La revolución social de Rojava constituirá en última instancia una amenaza existencial a los ojos del poder de Bashar al-Assad: demuestra que las comunidades étnicas y religiosas pueden administrarse a sí mismas y vivir en paz, que las mujeres tienen la posibilidad de emanciparse del patriarcado y que una Siria federal, descentralizada y laica sería una alternativa envidiable para todas las poblaciones. Este «pacto de no agresión», tambaleante y circunstancial, no ha cambiado la posición del régimen en este asunto: los kurdos deben desaparecer.


Raphaël Lebrujah – Después de sus investigaciones y viajes a Kurdistán, se especializó en la cuestión kurda y el confederalismo democrático. Próximamente se publicará un libro sobre Rojava.

[1] En particular, el Partido de la Unión Democrática (PYD), las Unidades de Autodefensa (YPG/J) y las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF).
[2] Hoy presente en la gobernación de Hasaka.
[3] Ver Sabri Cigerli, Los kurdos y su historia, L’Harmattan, 1999.
[4] Ver Julie Gauthier, «Siria: El Factor kurdo», Overseas, Vol. 1, 2006, págs. 217 a 231.
[5] A raíz del Decreto nº 93, de 23 de agosto de 1962, que entró en vigor el 5 de octubre de 1962.
[6] Consideremos, por ejemplo, el papel central de Aloïs Brunner en la organización de los servicios represivos de Assad o Mustafá Tlass, pilar general y antisemita del régimen.
[7] «Explícanos… el PKK», France Info, 27 de julio de 2015.
[8] «Desde el comienzo de los enfrentamientos, los kurdos sostuvieron que los problemas no podían resolverse mediante la guerra y la violencia y subrayaron su oposición a la intervención exterior. Por lo tanto, no participaron en esta guerra y se concentraron en su autodefensa y en la protección de su región. Siempre han denunciado al régimen sirio y han entrado en contacto con la oposición a ese régimen. Sin embargo, la oposición apoyada por el Estado y el gobierno turco ha ignorado a los kurdos y se ha negado a escuchar sus demandas. Incluso ha llegado a llevar a cabo ataques contra los kurdos, al igual que las fuerzas del régimen. Los kurdos han desarrollado así su organización y sus fuerzas de autodefensa y han optado por una tercera vía a través de la aplicación del proyecto de autonomía democrática, cuyo objetivo es garantizar que los kurdos y otros pueblos que viven en el Kurdistán sudoccidental (Kurdistán sirio), armenios, árabes, chechenos, turcomanos, asirios, siríacos, etc., puedan vivir juntos». Adem Uzun, Noticias de Armenia, 2014.
[9] «En Turquía, la retirada del régimen de nuestras regiones se percibe muy mal: después de la autonomía del Kurdistán de Irak, ¿también Siria? Y muy rápidamente, Turquía excitó a las poblaciones árabes sirias haciéndoles creer que el PYD había firmado acuerdos con el régimen, haciéndoles traidores a la Revolución. La salida apresurada de las fuerzas militares leales de la mayoría de las zonas kurdas se debió únicamente a la necesidad estratégica de concentrarlas en los frentes considerados más urgentes.” Rhodi Mellek, «No habrá ninguna solución à la crisis siria sin resolución del expediente kurdo», Joven África, 14 de junio de 2013.
[10] «Los combatientes islamistas desplegados en Ras-Al-Aïn no ocultan su hostilidad hacia los kurdos del PYD. La revolución por la libertad se ha convertido en una guerra de religión. Hay muchos combatientes extranjeros que dicen ser combatientes de Al Qaeda y son asistidos por Turquía, dice Kamiran Hassan, miembro del Consejo del Kurdistán Occidental, una institución afiliada al PYD. La líder local de la milicia YPG, Nujin Deriki, había sido capturada. «Fui torturada y entregada por el Ejército Libre a Turquía», dijo la mujer, a quien conocí el 23 de noviembre en Kamichliye. «Los servicios de inteligencia turcos me detuvieron en Hatay[Antioquía] durante seis días antes de ser liberado». Guillaume Perrier, «En Siria, kurdos y rebeldes entran en conflicto», Le Monde, 29 de noviembre de 2012.
[11] Rhodi Mellek, «No habrá solución a la crisis siria sin una resolución del expediente kurdo», op. Cit.
[12] «Siria: importantes grupos rebeldes anteponen la sharia y rechazan la Coalición Nacional», Le Monde.fr con AFP, 25 de septiembre de 2013.
[13] «Siria: los kurdos infligen una derrota contundente a los yihadistas», AFP dispatch, 17 de julio de 2013.
[14] «Los grupos armados que llevan a cabo ataques indiscriminados contra la zona [principalmente kurda] de Sheikh Maqsoud forman parte de la coalición militar de Fatah Halab, que incluye: el Movimiento islámico de Ahrar ash Sham, el Ejército del islam, el Frente al Shamia, la brigada del sultán Murad, los batallones del sultán Fatih, los batallones del Fa Istaqim Kama Omirt, los batallones de Nour al Deen Zinki, la Brigada 13, la Brigada 16, el Primer Regimiento (al Foj al Awal) y los batallones de Abu Omara.» Amnistía Internacional, «Siria. Los grupos armados de oposición cometen crímenes de guerra en Alepo», 13 de mayo de 2016.
[15] Laurent Lagneau, «Combate contra el EI: para Bachar el-Assad, los combatientes kurdo sirios son ‘traidores’», opex360, 18 de diciembre de 2017.

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