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La auto-defensa radical de las mujeres kurdas: armada y política

Por Dilar Dirik

La resistencia de las mujeres kurdas funciona sin jerarquía y dominación y es parte de una transformación y liberación más amplia de la sociedad.

Las instituciones poderosas del mundo funcionan a través de una estructura de estado que tiene el monopolio supremo sobre la toma de decisiones, la economía y el uso de la fuerza. Al mismo tiempo, se nos dice que la violencia frecuente es la razón por la que el estado necesita protegernos de nosotros mismos. Las comunidades que deciden defenderse ellas mismas contra la injusticia son criminalizadas. Basta con mirar a la definición genérica del terrorismo: el uso de fuerza para fines políticos por grupos o personas que no pertenecen al estado.

Independientemente del terrorismo del estado. Como resultado, las mujeres, la sociedad y la naturaleza han quedado sin defensa, no sólo físicamente sino también social, económica y políticamente. Mientras tanto, la omnipresencia de los aparatos de seguridad del estado que abiertamente tienen economías basadas en el comercio de armas y se benefician poniendo a unas comunidades contra otras para sus guerras sucias dan la apariencia de “protegernos” de misteriosos “ellos”.

Durante el último año, el mundo ha sido testigo de la resistencia heroica de la ciudad kurda llamada Kobane. Las mujeres de una comunidad olvidada se convirtieron en el enemigo más feroz del grupo del Estado Islámico cuya ideología está basada en destruir todas las culturas, comunidades, lenguajes y colores del Medio Oriente y así cambiaron lo que entendemos por el uso de fuerza y la guerra. No fue porque había hombres protegiendo a las mujeres o porque el estado protegió a sus miembros por lo que Kobane es parte de la historia de la resistencia de la humanidad, sino porque mujeres y hombres sonriendo convirtieron sus ideas y sus cuerpos en la frente ideológico contra el que el grupo del Estado Islámico y su visión del mundo se derrumbaron. Especialmente en el Medio Oriente, ya no basta con que las mujeres “condenen la violencia” cuando la violencia se ha convertido en un factor constante en nuestras vidas, cuando nuestra percibida o construida posición de “víctimas” se usa como justificación por los imperialistas para hacer guerras contra nuestras comunidades. La ascensión del grupo del Estado Islámico mostró los desastres que la dependencia total del hombre y  de ejércitos del estado trae: nada menos que femicidio. Por esto es necesario un mecanismo radical de auto-defensa.

La conducta de la guerra del movimiento de liberación kurdo se basa en el concepto de “auto-defensa legítima” e incluye establecer mecanismos de base política que protejan a la sociedad más allá de la estrecha defensa física. En la naturaleza los organismos vivos como las rosas con espinas desarrollan sus sistemas de auto-defensa no para atacar sino para proteger a la vida. Abdullah Öcalan, el representante ideológico del PKK, o Partido de los trabajadores de Kurdistan, llama a esto la “teoría de la rosa”.

Para que la sociedad pueda resistir sin ser militarizada, debe evitar imitar conceptos de fuerza como los del estado y en lugar de esto proteger valores comunalistas, que derivan su poder de las bases. La sociedad, especialmente las mujeres, Öcalan afirma, deben antes que nada “xwebun”, o ser ellas mismas. Sólo con la conciencia de la propia existencia y su significado, puede uno demandar el derecho a vivir y defenderse uno mismo y la comunidad. Esto debe basarse en una sociedad politizada, consciente de sí misma y activa que internalice una ética de amor a la comunidad, incluyendo valores fundamentales como el compromiso con la liberación de la mujer, en lugar de apoyarse en una ley forzada por el estado capitalista y su aparato policiaco. Lo que convirtió a Kurdistán en un lugar de peregrinaje para las mujeres y movimientos anti-sistemas en el mundo fuer la postura ideológica que defiende la vida frente al ejército de la muerte.

Las fuerzas de defensa en Rojava muestran cómo la auto-defensa puede funcionar sin jerarquía, control o dominación: en mitad de la guerra, las unidades de defensa del pueblo kurdo, o YPG, y su brigada de mujeres el YPJ, así como las unidades de seguridad interna, asayish, se concentran en la educación ideológica. La mitad de ella trata sobre la igualdad de géneros. Academias educan a los combatientes para que entiendan que no son una fuerza de venganza y que la movilización actual es necesaria por la guerra. Las academias asayish trabajan para crear una comunidad con asayish sin armas, que resuelve disputas verbalmente en los barrios con el propósito final de abolir las asayish por completo construyendo una “sociedad ética-política” que resolverá sus propios problemas. Rechazan la etiqueta de policía, porque en lugar de servir al estado sirven al pueblo porque son el pueblo. La academia asayish en Rimelan era antes un centro del servicio secreto del régimen sirio. Algunos estudiantes fueron torturados ahí por el régimen como prisioneros políticos. Los comandantes son elegidos por miembros del batallón en base a su experiencia, compromiso y disposición a asumir responsabilidades. La idea de liderazgo con espíritu de sacrificio es la razón por la que muchos de los mártires del YPG/YPJ eran comandantes con mucha experiencia y muy queridos.

Para las mujeres la auto-defensa es además una cuestión de vida o muerte: las mujeres yazidi de Shengal (Sinjar), que son representadas cómo víctimas pasivas por los medios de comunicación irresponsables, rechazan ahora ser esencializadas como víctimas de violación y han creado su propio ejército autónomo de mujeres llamado YPJ- Shengal, la fuerza de auto-defensa de las mujeres yazidi, similar al YJA (el ejército de mujeres del PKK) y al YPJ, la fuerza de defensa de las mujeres en Rojava, paralelo a las estructuras emergentes de auto-gobierno autónomo.

No es una coincidencia que los primeros ejércitos surgieran con el surgimiento de la acumulación de riqueza, que también marcó la institucionalización del patriarcado y los predecesores del estado. El estado-nación afirma su existencia insidiosamente creando fronteras entre comunidades, creando paranoia y xenofobia donde ha habido mosaicos de culturas por siglos. Así entonces, si estamos comprometidos a defender la sociedad, también debemos de enfrentarnos filosóficamente a todos los ataques contra la sociedad, dado que los sistemas de dominación y jerarquía se establecieron inicialmente en el pensamiento.

Dualismos como el de hombre-mujer, estado-sociedad, humano-natural tratan de reflejar las relaciones jerárquicas como si fueran naturales. Lo que Thomas Hobbes llamó “homo homini lupus est” para legitimizar al indiscutible leviathan llamado estado, es practicado al estilo de “big-brother” en nuestros tiempos modernos. Debemos desafiar la versión fascista de la historia que disminuye a la sociedad y objetiviza a la naturaleza y en cambio buscar prácticamente soluciones a los problemas sociales con una “sociología de la libertad” concentrada en las voces y experiencias de los oprimidos.

En contra de las premisas racistas del el estado-nación separatista y sus fronteras físicas y mentales, la sociedad debe fortalecer la noción de la “nación democrática”, conceptualizada por Öcalan para disociar la idea de la nación de una manera étnica de pertenecer que no tiene significado, para fortalecer la unidad ética con más significado basada en principios como la libertad de las mujeres, especialmente en la era del grupo del Estado Islámico. La revolución de Rojava, donde kurdos, árabes, siriacos, turcos y chechenos tratan de crear juntos un sistema alternativo, se apoya en esta noción política.

Así la auto-defensa no sólo debe pelear contra, sino también por algo, especialmente en el Medio Oriente donde todas las formas de violencia ocurren en una escala insoportable. Así, la autodefensa es el intento radical de desasociar el poder del sistema patriarcal militar – y las mujeres deben ser la vanguardia militante de auto-defensa de una vida auto-determinada más bella, justa y libre. La auto-defensa acompañada de pensamiento revolucionario tiene el potencial de producir un cambio social radical. La revolución de Rojava son su modelo de “confederalismo democrático”, como lo propone Öcalan, es un gran ejemplo del poder del pueblo. Como una combatiente del YPJ Amara de Kobane me dijo:

«Una vez más, los kurdos aparecen en el escenario de la historia. Pero en esta ocasión con un sistema de auto-defensa y auto-gobierno, especialmente para las mujeres, que pueden ahora, después de milenios, escribir su propia historia por vez primera. Nuestras ideas filosóficas hicieron a las mujeres conscientes del hecho de que sólo podemos vivir resistiendo. Nuestra revolución va más allá de esta guerra. Para tener éxito, es fundamental saber porqué estás peleando.”

Dilar Dirik, 23, es parte del movimiento de mujeres kurdas, escritora estudiante de doctorado en el departamento de sociología de la Universidad de Cambridge.

Fuente: teleSur

Traducido por: Rojava Azadi Madrid

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