Crónica: Fraude electoral y violencia en las elecciones del 1º de noviembre en Turquía [03.11.15]
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por el Presidente Erdogan, ha logrado, en tan sólo cinco meses, pasar de un 40% a un 49% de votos, rebasando el umbral de los 276 escaños con el que se obtiene la mayoría absoluta en Turquía. Dicha noticia ha sido para la mayoría una gran sorpresa, ya que ninguno de los sondeos realizados antes de las elecciones le obsequiaba con una subida tan espectacular, calculada en unos 5 millones de votos.
Para muchos de los que hemos seguido estas elecciones generales de Turquía el pasado 1 de noviembre, parece bastante claro que el fraude electoral y las irregularidades han sido abundantes. Tuve la suerte de participar como observadora internacional en la provincia de Kulp y comprobar con mis propios ojos algunas de las prácticas fraudulentas. La compra de votos, los sobornos, la presión a través de militares y fuerzas de seguridad, la violencia y los inusitados cortes de luz en momentos muy inoportunos, son parte pequeña de una lista que voy a repasar en este artículo.
Hablando con diferentes ciudadanos descubrimos que las supuestas irregularidades en los comicios son una práctica común en Turquía. Los sobornos o compra de votos son la primera práctica irregular y una de las más extendidas. Decenas de lavadoras, completamente iguales, súbitamente aparecen en las casas de una pequeña aldea o de un barrio pobre, y digo lavadoras como pueden ser neveras, ketels u otros electrodomésticos. El reparto de arroz, pasta, bulgur u otros alimentos, -cuidadosamente dejados en las puertas de las casas-, junto con una invitación del partido de turno a participar en las elecciones, son una práctica clave. Otra práctica histórica es el movimiento de los censos pocas semanas antes de unas elecciones. Repentinamente los registros demográficos en ciudades pequeñas o aldeas se multiplican, las familias empadronadas proliferan de la mañana a la noche o los pueblos sufren una inmigración masiva en pocos días.
El mismo día de las elecciones se producen otras prácticas comunes, de las que fuimos advertidos los observadores internacionales en la reunión preparatoria. Una de las más extendidas es colocar como presidente de la mesa y observadores a personas afines o miembros de un partido. Ésta es un práctica legal, pero en ciertos pueblos, donde la presencia de village guard1 es muy intensa, sirve para amedrentar a los votantes, especialmente en regiones donde los pueblos son muy pequeños y todo el mundo se conoce. La preparación de los sobres con los votos antes de los comicios, la distribución de papeletas no válidas y el engaño a personas mayores o analfabetas, son otras prácticas corrientes en aldeas o pueblos aislados.
Mi grupo fue testigo de dichas prácticas en la aldea Aygün en el distrito de Kulp. No es muy correcto llamar aldea a Aygün, puesto que se trata de una zona completamente militarizada, donde sólo hay dos casas y un colegio de secundaria aislado en medio de una cordillera montañosa. Al llegar al colegio electoral lo primero que nos sorprendió fue la presencia de dos militares y de entre diez u once village guards, todos armados con fusiles de asalto, apostados en la fachada principal del colegio. Entramos en el recinto sin restricción alguna, si bien custodiados en todo momento por los hombres armados y el presidente de la mesa, el cual contestaba a todas nuestras preguntas en solitario.
Preguntamos el por qué de la presencia militar y el presidente de la mesa nos contestó que los había solicitado él mismo para la seguridad de los comicios. Le preguntamos qué tipo de peligros podían acechar en aquella región y nos contestó que una posible pelea entre jóvenes. Solicitamos al resto de hombres que participaban de las mesas que expresaran su opinión, pero su respuesta fue exactamente la misma que su presidente, el cual escrutaba de cerca la situación. También preguntamos por la nula presencia de mujeres. Un vez más el presidente nos contestó que las mujeres habían venido a votar todas juntas a primera hora. Este colegio electoral da cobertura a todas las poblaciones a 60 km a la redonda. Nos fijamos en la cantidad de sobres dentro de las urnas y nos preguntamos cuántas mujeres habrían votado, ya que los sobres no debían llegar a los 200 sumando las dos mesas que componían el colegio electoral. Otra particularidad es que muchos de los sobres dentro de las urnas estaban abiertos, lo cual es una infracción clara de la legalidad.
Pedimos ir al baño, y al subir, pude fijarme en varias modernas cámaras de videovigilancia. Le pregunté al presidente de la mesa, que por supuesto nos escoltó hasta el baño, la razón de la existencia de cámaras. Contestó que eran para la seguridad de los 250 niños que allí estudiaba. Muy orgulloso nos dijo que había en total 16 en todo el recinto, las cuales estaban en funcionamiento durante los comicios.
El presidente de la mesa nos invitó amablemente a tomar un chai (té) en el patio de la escuela, rodeados de todos los village guards con el kalashnikov al hombro. Nos hicieron un buen interrogatorio, el cual tratamos de eludir alegando que habíamos ido a aprender y a observar, no a tomar parte en juicios sobre un país que no era el nuestro. Uno de los traductores pudo escuchar como un hombre le decía a otro: “como contesten equivocadamente a una pregunta los van a echar a punta de fusil”.
Durante la charla, algunos de los hombres nos comentaron que las carreteras, debido a las abundantes lluvias de los pasados días, estaban intransitables y que por ello esperaban menos participación en las elecciones. Efectivamente, aquello parecía evidente, ya que todas las carreteras que recorrimos durante dos largas horas hasta llegar al colegio, eran pistas de montaña sin asfaltar. Nos insistieron en que uno de los problemas principales de la región eran las luchas entre la guerrilla del PKK y los militares. “Al final los únicos afectados somos los civiles, sólo nosotros salimos perdiendo en esta guerra”.
(Debido a la peligrosidad nos resultó imposible obtener ninguna foto de la aldea de Aygün)
La abundante presencia de fuerzas del orden y militares durante los comicios ha sido incuestionable. Su labor ha sido basta: cacheos a las puertas de los colegios, traslado de cajas electorales alegando medidas de seguridad he impidiendo que se pudieran finalizar las votaciones, detenciones arbitrarias de votantes, detenciones no tan arbitrarias de observadores internacionales, así como de los traductores y conductores que permitían su labor.
Por ejemplo en Yoküslü (Dicle) y en Istambul varios observadores internacionales fueron retenidos por la policía y no pudieron realizar su labor. La delegación de Malazgirt (Muş) sufrió un grave retraso al ser retenido el conductor de su minibus.
Otro cometido de las fuerzas de seguridad ha sido recoger los nombres de las personas que iban a votar en listados cuidadosamente preparados. Según he podido informarme al menos en las ciudades de Yüksekova (Hakkari), Siirt, Doğubeyazıt (Ağrı) y Pertek (Dersim), los policías han seguido esta práctica.
Una de las prácticas ilegales más frecuente, de la que nos habían advertido durante la charla de preparación, es la regla de los 15 metros de seguridad entre las mesas electorales y las fuerzas del orden. Regla que, por supuesto, no se ha cumplido en prácticamente ningún caso. Si no eran policías o militares uniformados, eran aquellos vestidos de paisanos. No han faltado los rifles, las tanquetas policiales y los vehículos blindados dentro de los patios de los colegios electorales, así como las fuerzas del orden armadas recorriendo pasillos y aulas.
Special Forces inside the poll station in #Cizre. #turkeyelections #observeandsupport @Mariettatidei pic.twitter.com/fYSCmNMFIF
— Erasmo Palazzotto (@EPalazzotto) November 1, 2015
Así mismo, las agresiones han sido frecuentes. Civiles, políticos y periodistas, nadie se ha salvado. Un agente de las fuerzas especiales en el barrio de Sûrîcî (Diyarbakir) le espetó a un reportero internacional: “como sigas haciendo fotos vamos a tener que dispararte por accidente”. Pero no sólo las fuerzas de seguridad, también civiles ultranacionalistas, principalmente en las provincias de Urfa y Gaziantep, arremetieron ferozmente contra voluntarios de las mesas, políticos del HDP y sus votantes, consta que al menos 6 personas acabaron hospitalizadas.
Los cortes eléctrico también han sido frecuentes durante estas elecciones. Según diferentes fuentes, al menos en Esendere (Hakkari), Baglar (Diyarbakir) y Yüksekova (Hakkari) se produjeron apagones. Seguramente se han producido muchos más, si bien no me ha sido posible confirmarlo por mi dificultad para comunicarme en las lenguas autóctonas.
Para culminar las irregularidades del proceso, el trabajo hecho por los medios de masas durante el recuento fue nefasto. Durante las dos primeras horas desde el cierre de los colegios electorales, los medios de información ya estaban dando resultados con un supuesto 80% de los votos escrutados, lo cual era técnicamente imposible. Esta mala gestión de la información originaba una sensación de desesperación, rabia y desconcierto entre la población. Además el órgano oficial de escrutino de votos Yüksek Sçim Kurul, YSK (Consejo Superior Electoral), sufrió un fallo en sus servidores que mantuvo la web oficial apagada al menos una hora.
A todo esto debemos añadir la violencia desplegada durante los últimos cinco meses. Al rededor de 700 personas han muerto, contando los devastadores atentados de Diyarbakir, Suruç y Ankara. La inseguridad producida por los toques de queda y los bombardeos a las zonas montañosas de Qandil (Iraq) y Hakkari (Turquía), la violencia perpetrada a los medios de comunicación con el cierre de canales de televisión (Kanal Türk y Bugün TV) y periódicos (Bugün y Millet), así como un agresivo registro de la sede de la agencia de noticias DIHA y las detenciones de decenas de periodistas. La violencia también tocó a los políticos, 18 alcaldes del HDP, democráticamente elegidos, fueron destituidos de sus cargos. Así mismo varias oficinas del HDP fueron atacadas durante el mes de septiembre.
Para contrastar claramente el fraude se requiere un análisis exhaustivo de datos e informaciones, para lo que es imprescindible contar con amplios medios económicos No puedo dar más pruebas que lo leído en los medios de contra-información, en las redes sociales y lo que he visto con mis propios ojos, pero me parecía importante hacer este resumen, dejando constancia de lo democrático que puede llegar a ser el estado turco.
1 – Village Guard (Korucular): Paramilitares de carácter voluntario y temporal, organizados originalmente por el estado turco a mediados de 1980.como milicia local frente al PKK. Aún existen entre 50.000 y 90.000 efectivos en el sureste de Turquía. Han estado implicados en ataques a la población kurda desplazada, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales y tortura.
FUENTES
http://www.elmundo.es/internacional/2015/10/28/562fd87722601d3e4d8b45f3.html
https://www.diagonalperiodico.net/global/28106-turquia-se-hunde-ambiente-belico.html
http://sendika7.org/2015/11/kurt-kentlerinde-1-kasim-secimi-dakika-dakika/
Sara A. (Observadora Internacional para las elecciones 01/11/15 y enviada del colectivo Rojava Azadî a Bakur)
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