AnálisisLucha de las Mujeres

El papel central de la liberación de las mujeres en Rojava, Norte de Siria

Parte 2/2 (Práctica)

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La escena no podría ser más jubilosa. El sol brilla intensamente de una manera que es a la vez agonizante e insoportable, pero muy brillante. Un montón de coches abarrotados y camiones Toyota con hombres y mujeres portando la bandera tricolor de Rojava recorren el camino hasta un estacionamiento improvisado en medio de lo que parece ser un campo aparentemente interminable. Los colores son vibrantes y festivos, indicativos de las tradiciones culturales y la identidad de la nación kurda. Las sonrisas abundan a medida que miles de personas llegan a una reunión pública masiva, una que todos sabían que iba a tener lugar en este día, a pesar de que la ubicación sólo había sido anunciada la noche anterior. La seguridad es intensa. Después de todo, esto sigue siendo una zona de guerra a pesar del sentimiento liberatorio que reina por encima de todo.

Por encima de lo que parece, por otra parte, un perfecto panorama en Dirbesiye, el recientemente construido muro turco de la frontera no está lejos. En aquel lado de la división que mantiene a esta nación desgarrada, los kurdos están sujetos a la brutalidad de un estado colonial contra el que han estado luchando durante lo que parece una eternidad. Las mujeres también, kurdas o turcas, están sujetas a las políticas humillantes del AKP de Recep Tayyip Erdogan, una organización que propuso el año pasado que los violadores deberían ser perdonados si se casan con sus víctimas. Erdogan mismo ha proclamado que las mujeres no son iguales a los hombres en términos contundentes e inconfundibles.

De pie en este pedazo de territorio libre sobre el muro fronterizo apenas terminado, la vida no podría ser más diferente. Hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Se trata de un día que es probablemente uno de los más importantes en el calendario del norte de Siria, junto con Newroz y tal vez el 15 de marzo, el día en que Abdullah Ocalan fue capturado en 1999.

Conduciendo por el cantón de Cizire para llegar al festival, las banderas bordeaban los caminos proclamando «Adure 8» como un día a ser celebrado. Las paredes iluminaban la ciudad de Amude, pintada con los murales más impresionantes que marcan la importancia de este día. Las mujeres sostienen la mitad del cielo, dice el viejo refrán chino. Aquí, el deseo de que el lema sea algo más que palabras es palpable. No es sólo que a las mujeres se les han dado armas para defender sus vidas y su nueva libertad reclamada, aunque eso es sin duda un componente importante, tal vez la representación más visual de todo el trabajo que se lleva a cabo dentro de la sociedad para elevar a las mujeres hasta la igualdad genuina. Las organizaciones autónomas de mujeres estuvieron entre las primeras en establecerse aquí, incluso antes de que la revolución se anunciara en 2012. Son los grupos como Kongreya Star quienes se han auto encomendado la responsabilidad de organizar esta fiesta de celebración y lucha.

Mientras camino por el campo lleno de miles de personas de todas las etnias y grupos de edad, ese espíritu de revolución al que he aludido antes me agarra y se apodera de mí. Estoy asombrado por la yuxtaposición del escenario frente a mí -en el que una bandera de Serok Apo (Abdullah Ocalan) cuelga orgullosamente tras él- y el muro de la frontera que puedo distinguir a unos cientos de metros detrás de ella. Las fuerzas turcas han colgado una bandera de la República cada vez más fascista sobre el muro, como si las repugnantes placas de hormigón no fueran suficientes para cimentar la idea de que los ocupantes estaban siempre vigilando. Y, sin embargo, las fuerzas de autodefensa de Rojava están siempre vigilantes y listas para luchar.

Un joven que acabo de conocer de uno de los partidos comunistas turcos que ha enviado a sus militantes a combatir en Rojava me pone el brazo sobre los hombros y me dice, “en ese lado de la frontera, hoy, las mujeres serán golpeadas y arrestadas por manifestarse. No importa si están en Estambul, Ankara o Cizre. La misma mierda». Aquí, sin embargo, las mujeres bailan. Las mujeres cantan. Las mujeres gritan. Las mujeres exigen su emancipación. Como parte del movimiento de objeto a sujeto, de oprimidas a iguales, las mujeres están en movimiento. Son la columna vertebral de esta revolución.

Kongreya Star

El día antes de asistir a las festividades del Día Internacional de la Mujer, tuve la suerte de poder visitar la sede de Kongreya Star en Qamishlo, que es tanto la capital del cantón de Cizire como de la Federación. Como las mujeres aquí se muestran ansiosas por decirme, la posición del movimiento de mujeres en Rojava hoy no estaría ni siquiera cerca de donde está si no fuera por el trabajo que el movimiento realizó durante décadas antes de 2012 en las cuatro partes del Kurdistán. En 2005 se fundó la primera organización independiente de mujeres, Yekitiya Star, pero se enfrentaron a inmensos desafíos para organizarse libremente debido a la oposición y las restricciones del estado sirio. Ésta fue la precursora de la actual organización, que adoptó su nuevo nombre para reflejar la totalidad de la Federación.

Como tres mujeres hevals están orgullosas de decirme, la suya es una estructura que tiene como objetivo superar la jerarquía y, por lo tanto, se organiza desde la base. Como la comuna es la base para la nueva sociedad que se está estableciendo en Rojava, es dentro de esa estructura que se abordan en primer lugar los problemas concernientes a las mujeres (cada comuna cuenta con una representante de Kongreya Star). Si, por el contrario, los problemas no pueden ser gestionados dentro de la comuna, entonces se dirigen a su grupo regional de Kongreya Star. Si el problema requiere un nivel aún mayor de mediación o asistencia, se consulta a la central de Kongreya Star. El objetivo de la organización en su conjunto es abordar todos los problemas que afectan a la vida actual de las mujeres en el norte de Siria, lo cual no es una tarea pequeña, dado el atraso que las mujeres han tenido que enfrentar e intentan superar.

Deshacer la mentalidad patriarcal en los hombres

Uno de los aspectos más difíciles de la organización ha sido la resistencia a la noción de empoderamiento de la mujer que mantienen los hombres, que todavía siguen arraigados en la mentalidad patriarcal tradicional. Como me explica una de las hevals más jóvenes, esto está cambiando gradualmente, y ya se puede ver una diferencia notable tras cinco años de organización. Me explica cómo, aunque la nación kurda ha sido oprimida por completo, los hombres han tenido el poder sobre las mujeres en el hogar. «Los hombres a menudo no quieren que las mujeres trabajen en la política, o fuera de la casa en general. Hay un temor a que dejen su «papel de madre».

No debe sorprendernos que las mujeres reciban educación aquí acerca de la historia del movimiento de mujeres kurdas y la base teórica para la liberación de la mujer en la sociedad kurda conocida como Jineoloji. Lo que me pareció más sorprendente -y profundamente impresionante- es la amplitud con la que la organización va a educar también a los hombres. Me han dicho que en la ciudad de Afrin, sólo recientemente se ha instituido una educación estrictamente para hombres centrada en los 5.000 años de hegemonía masculina. Hay clases en toda la región que duran semanas, o incluso meses, para aquellos convencidos de «matar al macho dominante» dentro de sí mismos. Éstas tienen como objetivo hacer algo más que educar -son similares a una forma de rehabilitación para superar las actitudes reaccionarias hacia los roles de género y la opresión patriarcal-. Los cursos son impartidos por mujeres y hombres y apuntan a recortar actitudes que van desde el sexismo extremadamente abierto hasta las actitudes más sutiles pero todavía sexistas de «necesito protegerla porque no quiero verla herida» (asumiendo que la posición de los hombres es proteger a las mujeres por el papel superior de los hombres, que afirma que las mujeres no pueden defenderse o protegerse por sí mismas).

La más joven de las hevals continúa: «El chovinismo masculino es obvio incluso en aquéllos que hablan de la liberación de las mujeres. Podrían hablar sobre ello teóricamente, pero a menudo no pueden respaldarlo en la práctica.» Yo encuentro sus palabras más que relevantes. ¿Cuántos hombres de Occidente que se llaman feministas, incluso aquellos de nosotros que tienen experiencia de muchos años en la vida política socialista y radical, están faltos en cuestión de práctica sobre este mismo asunto? Mi experiencia es que más que en cualquier otra cuestión, es en las relaciones entre hombres y mujeres en las que los «compañeros» varones a menudo están muy lejos de la marca. Ciertamente, esto no puede rectificarse sin una revolución, y sin duda la omnipresencia del sexismo extremo en nuestras sociedades ultra capitalistas no puede dejar de ensuciar incluso a los más serios de los revolucionarios con un cierto nivel de características reaccionarias. Sin embargo, me parece que el modelo empleado aquí por Kongreya Star en cuanto a la seriedad de la reeducación de los hombres podría ser algo que los radicales occidentales deberían considerar más allá de los simples pronunciamientos teóricos sobre la igualdad.

Hacer permanente el empoderamiento de la mujer

Aunque la idea de introducir a los hombres en el esfuerzo que está realizando Kongreya Star es un componente importante, los hombres no participan de ninguna manera en la estructura de la organización. Así como las Unidades de Protección de la Mujer (YPG, por sus siglas en inglés) son una fuerza autónoma que lucha al lado de las YPG que tiene su propia estructura de liderazgo, Kongreya Star toma decisiones por sí misma sin el aporte de los hombres. Como se me ha dicho muchas veces en Rojava, hay dos luchas que se desarrollan en este momento: una militar contra Daesh y una lucha de las mujeres en todos los aspectos de la sociedad. Para que la lucha de las mujeres tenga éxito, les corresponde a las propias mujeres lograr y defender su vida libre.

Por supuesto, hay preocupación entre las mujeres de Kongreya Star sobre la vitalidad del movimiento a largo plazo. Como heval Amuda dice: «En muchas revoluciones anteriores, las mujeres jugaron un papel central, incluso en la lucha. Pero al final del día, volvían a casa, de nuevo a sus posiciones anteriores en la familia tradicional. Queremos asegurarnos de que eso no suceda aquí. A veces una mujer puede pensar más como un hombre que el propio hombre.

Estas mujeres han experimentado la transformación de la liberación que ha tenido lugar tanto dentro de sí mismas como en el tejido más amplio de la sociedad. Como no dudan en señalar, al principio muchas de ellas no creían (¡y ahora son líderes!) que las mujeres podían hacer todo lo que los hombres podían. Se ha tratado de un proceso que ha supuesto erosionar la incertidumbre de poder ser iguales, de forma lenta pero segura, mientras construían la confianza en sí mismas necesaria para afirmarse. Se apresuran a señalar que su libertad no es la concepción liberal occidental de lo que significa ser liberado en el «puedo ir, hacer y hablar lo que quiero», pero está inextricablemente unida a la liberación colectiva de todo el pueblo. Son muy directas en su objeción a este concepto, afirmando que esta noción occidentalizada «no es libertad en absoluto». La suya es una lucha ideológica, filosófica y sobre todo práctica, que hace balance del rol histórico de la totalidad del movimiento revolucionario.

El trabajo de Mala Jin

A poca distancia a pie de la central organizativa de Kongreya Star se encuentra el local de Mala Jin, o «Casa de las Mujeres». Este proyecto fue iniciado inicialmente por sólo cuatro mujeres, pero hoy en día hay miles que trabajan en una serie de estas casas por todo el norte de Siria. Su trabajo se centra en dar a las mujeres un lugar para acudir si necesitan ayuda o apoyo, particularmente en la lucha contra la violencia doméstica y el abuso.

Me dijeron que antes de 2011 los niveles de violencia doméstica eran altos, antes de que la autoadministración democrática generalizase la educación sobre los derechos de las mujeres. Con la llegada de la revolución en 2012, comenzó un proceso que hizo disminuir las cifras de abuso doméstico, aunque inicialmente hubo una cantidad considerable de amenazas por parte de los hombres contra la casa y su liderazgo por el trabajo que estaban desarrollando. Estas amenazas aún no han sido completamente eliminadas actualmente, pero según me dijeron, la situación ha mejorado mucho. Además, como testimonio de la transformación de las relaciones familiares, la mayoría de las mujeres que acuden hoy a Mala Jin no provienen de hogares con abusos, sino que son mujeres árabes que estaban previamente en manos de Daesh.

En esta casa en particular, hay once mujeres voluntarias que ofrecen su tiempo para ayudar con el trabajo. Como es el caso en todas partes en Rojava, todo se construye de abajo hacia arriba. Son las familias y las personas las que han donado no sólo su tiempo, sino su dinero y recursos para ayudar en la construcción de ésta y otras casas por toda Rojava.

Me asombra saber cómo se esfuerzan en Mala Jin en asegurar realmente la liberación de sus hermanas, llegando a acudir a hogares por la fuerza para liberar físicamente a las mujeres que son confinadas por sus maridos. Sin embargo, incluso cuando los hombres parezcan estar inicialmente más allá del punto de rehabilitación, siempre hay un intento de resolución. Si una mujer es liberada, o ella escapa de casa por sí misma, por lo general seguirá una reunión colectiva con el hombre y la familia. Si estos esfuerzos por resolver la situación no tienen éxito, el hombre puede ser llevado al Asayish (servicio de seguridad), pero éste es generalmente el último recurso. Incluso entonces, el simple castigo no es la norma para los hombres que han estado involucrados en abuso doméstico, sino que se aplica la justicia restaurativa para intentar cambiar realmente el pensamiento y el comportamiento del hombre. En todos los casos, las mujeres y sus hijos pueden acudir a casas donde pueden vivir en seguridad si están bajo amenaza de sufrimiento físico o emocional.

Con la llegada de la autoadministración, se dejó una brecha en términos legales. Como averigüé, se han producido muchos cambios en esta esfera en lo que se refiere al papel de la mujer. Un ejemplo ha sido la prohibición de matrimonios forzados. Si bien eran comunes antes de 2012, ahora las familias responsables pueden ser multadas, o incluso encarceladas si es absolutamente necesario. En un esfuerzo por superar la poligamia, todos los matrimonios religiosos deben celebrarse ahora junto con un matrimonio civil para asegurarse de que un hombre no puede casarse con más de una mujer. También me dijeron que si bien el matrimonio entre parientes no era inusual hace apenas una década, estos acontecimientos son actualmente muy esporádicos.

¿Miedo a la libertad?

Al día siguiente, encontrándome en medio de una tremenda belleza natural en Dirbesiye, no podía pensar en un lugar más ideal para pasar el Día Internacional de la Mujer. Los oradores toman el escenario a los cantos de ‘Jin Jiyan Azadi’ (Mujer, Vida, Libertad). Los intérpretes cantan canciones en kurdo con la pasión y la urgencia de un pueblo que ha mantenido sus costumbres nacionales en secreto -pero siempre manteniendo su espíritu- durante décadas. Los niños pequeños nacidos después del comienzo de la revolución juegan descuidadamente en los campos. ¿Son ajenos al gran terremoto histórico que está ocurriendo aquí, del que forman parte lo sepan o no?

Le pregunto a una joven compañera que acabo de conocer del Partido Comunista Marxista-Leninista (MLKP) de Turquía, si ha visto temor en las mujeres de la sociedad rojavana al tomar el control de su propia libertad. Se muestra perpleja, pero le explico que lo pregunto por algo que se dijo el día anterior en la Mala Jin. Una de las mujeres había dicho que a menudo las mujeres temen venir a la casa, pero una vez que llegan, a menudo se sienten tan emocionadas por su experiencia que terminan no sólo por liberarse de sus cadenas domésticas, sino que terminan uniéndose a la revolución con alguna habilidad organizativa. La heval del MLKP asiente como diciendo «entiendo» y luego me corta rápidamente diciendo: «Eso es verdad para todas nosotras. También tuve que superar ese ambiente familiar tradicionalista y la subyugación que viene con él. Pero una vez que di ese primer paso, el salto para convertirte en revolucionaria no parece tan grande después de todo. Mi familia quería casarme, pero me convertí en guerrillera por el pueblo”.

Parece que este «salto» es precisamente el que ha dado toda la sociedad aquí. El temor y la incertidumbre de la autoadministración, las dudas sobre las mujeres que tomaban las riendas, seguramente tuvieron que existir en algún momento. Pero, al igual que tantas mujeres individuales caminan ahora con una confianza inquebrantable, toda Rojava se me presenta de igual manera. Incluso con soldados turcos situados no lejos con tanques y armamento pesado, la confianza en la victoria impregna esta franja de tierras liberadas y a su gente armada con Kalashnikovs de cuarenta años de antigüedad e ideas que pertenecen al futuro de la humanidad. Mi nueva heval tiene que abandonarme bruscamente, así que intercambiamos el habitual apretón de manos y ‘Serkeftin’ (victoria). Me deja un último mensaje, un eslogan que apareció en una serie de edificios y pancartas por todo el cantón de Cizire: «Si no ahora, ¿cuándo? Si no nosotros, ¿quién?» Es evidente que, para estas mujeres, no hay vuelta atrás. El miedo parece haber sido vencido. Resulta contradictorio que yo lo diga de una sociedad que hace todas las declaraciones posibles para confirmar sus sentimientos anti-jerárquicos y de vanguardia, pero estas mujeres son el liderazgo, no sólo del norte de Siria, sino que yo diría de todo el mundo. No me cabe ninguna duda de que son de hecho la fuerza a la vanguardia de la humanidad.

 

Fuente: Kurdish Question

Autoría: Marcel Cartier

Fecha: 24/06/2017

Traducción: Rojava Azadî

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