El Kurdistán con Cataluña (I-Bakur) [3 de 5]
Pluralismo radical
Vivimos en un mundo donde las diferencias entre nosotras se utilizan para ponernos confrontarnos. Este panorama es caldo de cultivo para la aparición de todo tipo de fundamentalismos. Cerrar las puertas a los demás, crear bandos o no integrar las diferencias, difícilmente servirá para que los reaccionarios dejen de serlo, al contrario, hará que aparezcan nuevos. El movimiento kurdo, en medio de una guerra entre muchas facciones en Oriente Medio, se encuentra forjado sobre el pluralismo radical, con la voluntad firme de integrar las diferentes realidades y formas de vida damnificadas por el sistema en un solo movimiento. Esto lleva a la evidencia de que esta cosmovisión no cabe dentro de las fronteras de ningún Estado. En palabras de Öcalan:
«El Estado-Nación en su forma original apunta a la monopolización de todos los procesos sociales. Debe librarse de la diversidad y la pluralidad, en un enfoque que lleva a la asimilación y al genocidio. (…) asimila todo tipo de culturas e ideas espirituales e intelectuales para preservar su propia existencia.”
El Estado, con tal de prevalecer, requiere ejercer la opresión política, cultural, militar y económica contra el conjunto de la sociedad que regenta.
El esfuerzo para integrar significa también dar cabida a las diversas formas y grados de implicación que pueden existir, para que todo el mundo encuentre como ser parte, evitando las posturas de superioridad o confrontación por las diferentes formas de aportar al proceso de cambio, en la línea de la crítica constructiva que hemos explicado anteriormente. Así se consigue una multiplicidad de tácticas que, coordinadas entre sí, dotan al movimiento de una fuerza transformadora inmensa.
La potencia integradora de esta cosmovisión revolucionaria dista mucho del panorama que nos encontramos dentro de nuestros «movimientos», con grupos que trabajan por intereses y luchas concretas de forma fragmentada (a menudo estancandose -o acomodándose- en relacionarse con un mismo grupo o tipo de personas, conocido popularmente como «guetto»), sin ver las causas comunes de los sistemas de dominación que nos atraviesan. ONGs que sustentan formas de neocolonialismo, movimientos por los derechos LGTB que caen en aspiraciones burguesas, independentismos estatistas, capitalismos verdes, defensas del consumo ético sin mirar en que se trabaja, movimientos antirracistas pro-asistencialismo estatal (y paternalista), feminismo(s) institucional(es), anarquismos individualistas… Detrás de esto hay gente con muy buenas intenciones, sensibilidades importantes para la construcción de otros mundos y montones de trabajo. Hace falta un diálogo colectivo, reconocernos, integrar todas estas luchas en un movimiento común que apunte al sistema actual, con sus estructuras de concentración de poder y sus mecanismos de asimilación como causa de todos estos problemas; encontrarnos y aprovechar toda esta creatividad transformadora en algo común, algo que pueda llegar a tener la fuerza para reinventar las formas de vivir.
Pragmatismo (y religión)
La historia de la lucha kurda está marcada por algunos giros ideológicos (y éticos) muy importantes, vertebrados por el paradigma de la integración: un ejemplo, que no conocemos suficiente, fue la relación que el PKK tenía respecto a las tribus o clanes -forma de organización tradicional entre los kurdos-, que pasó de perseguirlas por considerarlas feudales y conservadoras, a tener la visión constructiva de aprovechar y aprender de toda la tradición comunalista que las caracteriza.
Otro ejemplo determinante fue la religión. Al principio se tenía una concepción marxista de la misma y fue perseguida por el movimiento. Las religiones, como la musulmana en su caso, han sido utilizadas como instrumentos para enemistar a personas y pueblos, construyendo dogmas y doctrinas y dotando de poder divino a los oligarcas-patriarcas del momento, que permitian sostener sus vidas ostentosas sobre la dominación y la violencia con los pueblos a los que se les habían cooptado los dioses.
Esta postura de los principios del movimiento kurdo, aparte de estar ajustada en otra forma de religión como era el estalinismo, alimentaba los fundamentalismos, ya que se confrontaba con las creencias espirituales de la mayor parte de la población. Esto daba pie a fortalecer aún más los dogmas inamovibles de las visiones fundamentalistas, que como sabemos se caracterizan por querer imponer su forma de pensar o vivir como única admisible.
Hoy en día, en cambio, la posición de las kurdas ante la religión es radicalmente integradora. Las compañeras del «Congreso de las Mujeres Libres» (KJA) nos explicaban que, desde las academias, donde desarrollan lo que llaman «jinología» -ciencia de las mujeres. Jin significa mujer en kurdo- estudian la historia de las religiones en profundidad. En esta se habla de que las religiones, en su origen, se trataban de movimientos populares, construidos desde abajo y contra sistemas opresores. Los profetas como Mohammed o Jesús eran revolucionarios -y místicos- de su época. Las compañeras decían que hay otras maneras de ver -y vivir- las religiones. Se trata de pragmatismo revolucionario: según ellas, es absurdo ir contra las personas religiosas por sus creencias cuando éstas implican también valores en torno a los cuales nos podemos encontrar. En cambio, no integrarlas favorece los fundamentalismos que, al fin y al cabo, se originan también en la opresión.
Desde hace tiempo también nosotros hemos rechazado la religión, principalmente la católica, como instrumento mediante el cual se ha oprimido muchos pueblos. No nos gustan las iglesias, ni los curas, ni su Reino de Dios o sus intentos por controlar nuestros vientres. Por eso rechazamos toda institución eclesiástica. Pero reconocemos la existencia en nuestra historia de prácticas y vidas que se consideraban cristianas (heterodoxas, herejes, paganas) que se acercan mucho a la «utopía comunal» que a veces imaginamos, como los movimientos milenaristas de la Edad media o el cristianismo primitivo. Podemos distinguir entre las instituciones que se han aprovechado de unas creencias para fortalecer élites, y las experiencias particulares de otros cristianismos desde las bases de sus vidas y desde una autonomía espiritual.
Asimismo, con los tiempos que corren en cuanto al fundamentalismo islámico y el desconocimiento inmenso que tenemos sobre la religión musulmana y el Corán, buscamos referencias de lecturas inspiradoras del mismo, como la que hace el autor Abdennur Prado en el libro » el Islam como anarquismo místico», introduciéndonos en la praxis profética y la vida comunal de los primeros adoradores de al-lâh. En este libro nos habla de la idea del anarquismo místico, y del islam en su origen como ejemplo del mismo. Queremos buscar los puntos de conexión con las personas musulmanas de una forma crítica y desde una voluntad de conocimiento, para no caer, por un lado, en tópicos que alimenten la xenofobia ni, por otra, en posturas «buenistas» tan de moda entre la izquierda que invisibilizan las vertientes opresoras y patriarcales que se manifiestan desde algunos enfoques islàmicos. Las personas han construido creencias a lo largo de la historia como forma de relacionarse y relatarse lo inexplicable de la existencia y todo lo que mueve los corazones de las personas y la vida; han tenido experiencias místicas y de unión con el todo, encontrando maneras de vivir la vida y la muerte que las elevaban por encima del sin sentido que parece que nos rodea. Las inquietudes del alma a veces han encontrado inspiración en el origen de las religiones que ahora nos atraviesan. Queremos encontrarnos en todo aquello que aumente nuestra potencia revolucionaria.