El camino hacia la organización comunitaria: el encuentro del significado y la mentalidad
LA TRAMPA DE LA MENTALIDAD – II / V

Nimet Sevim – 26 septiembre 2025 – Editado por Rojava Azadi Madrid
El marco teórico que el Movimiento de Liberación Kurdo ofrece para la transformación de la mentalidad coloca las piedras angulares de este mundo de significado en su lugar. Sin embargo, este marco no es un montón de conceptos abstractos; se convierte en realidad a medida que cobra vida en la práctica y se transforma en experiencias cotidianas. Por ejemplo, el trabajo no visible de una mujer se vuelve visible en la vida colectiva y se convierte en un valor compartido; o un hombre renuncia a sus hábitos de poder para estar abierto a las decisiones conjuntas. Estos no son meros comportamientos, sino un cambio de significado. Y este cambio no ocurre solo con el pensamiento, sino con el encuentro, el testimonio, la práctica y las nuevas formas de vida.
Aquí entra en juego el «espacio del significado». El significado necesita su propio contexto. Los espacios de vida comunitaria deben diseñarse tanto para actividades prácticas, como lugares donde se fermenten nuevos significados. Pequeñas cooperativas de producción, asambleas de mujeres, casas comunales, estructuras de educación popular; todas ellas dan lugar a nuevas relaciones, y además establecen nuevos lazos mentales. Por eso, cada estructura comunitaria es también un centro de transformación de la mentalidad, si se construye con esta conciencia.
La aceleración de la transformación de la mentalidad está directamente relacionada con que los individuos no sean dejados solos. Cada nueva experiencia, cada vivencia colectiva, cada pequeño paso de confianza construye los ladrillos de esta transformación. Y este proceso no avanza con un plan central ni con una presión externa. Crece desde un proceso en el que cada individuo participa, pone en juego sus emociones y su intelecto, y dice «yo también estoy».
El objetivo final de la transformación de la mentalidad es hacer posible una nueva forma de vida. Esta forma de vida es la organización comunitaria en la que los significados y los valores cobran vida en un terreno colectivo. Porque la mentalidad solo puede estabilizarse, profundizarse y volverse sostenible en una vida en común. El significado que florece en el mundo interior del individuo se marchita o es arrastrado de nuevo a los moldes individualistas a menos que encuentre un terreno social. Por lo tanto, para la permanencia de la transformación de la mentalidad, la organización comunitaria no es solo una opción política, sino una necesidad existencial.
La vida comunitaria no es solo estar juntos, sino unirse en valores comunes, producir en solidaridad y cargar con las responsabilidades del otro. Este tipo de vida se convierte en un espacio que, además de aliviar la crisis de significado del individuo, produce significado directamente. Porque cada significado producido dentro de las relaciones sociales acerca al individuo aún más a su propia transformación. Momentos de la vida diaria como una mesa compartida, una decisión tomada en conjunto, una discusión llevada a cabo en común también sirve a la transformación de la mentalidad a nivel colectivo.
En este punto, la organización comunitaria es más un proceso que un marco. Es decir, es una producción de significado moldeada por la experiencia, no la repetición de modelos predeterminados. Cada nueva comunidad establece un modelo de organización único que surge de su propia realidad de vida. Mientras las personas producen juntas, se solidarizan y crían a sus hijos juntas, se asientan en un significado común. Y este significado se establece no con una teoría abstracta, sino con una asociación ética producida desde la vida cotidiana. Lo que es determinante en este proceso es la apertura de la participación, la fuerza de los lazos emocionales y la extensión de la responsabilidad compartida. La organización comunitaria es el lugar donde la teoría toca la vida; es una forma de vida en la que la asociación ética y la responsabilidad mutua se concretan. Es aquí donde la transformación de la mentalidad se vuelve permanente, porque la teoría ya no es solo un conocimiento, sino una realidad vivida.
En la reconstrucción del significado, hay tres planos activos: el individuo, la comunidad y el espacio. Cuando el individuo saca su propia historia de vida de la soledad y el consumo para conectarla con la comunidad; cuando la comunidad se convierte en un terreno que no fija identidades, sino que multiplica los significados; y cuando el espacio se convierte en un lugar que no solo se habita, sino que se transforma juntos, la mentalidad se transforma por sí misma. Porque la verdadera fuente de significado es la experiencia, y cada transformación comienza con la experiencia.
En este contexto, la organización de la vida comunitaria es el campo pedagógico de la transformación de la mentalidad. Aquí la persona se educa con el conocimiento y también con las emociones, la práctica y las relaciones. La confianza se reconstruye en la solidaridad, la alienación se disuelve y el individuo se redefine a sí mismo como un sujeto significativo dentro del colectivo. Este proceso no es una imposición externa, sino un despertar interno. La persona no intenta forzarse a encajar en una ideología, porque lo que está viviendo ya es significativo para ella. El significado ya no es una carga, sino un sentido de dirección.
Por lo tanto, el aspecto más radical de la vida comunitaria no es económico o político, sino su cualidad de producir significado. Ninguna estructura que no pueda producir significado puede ser sostenible, porque las personas quieren compartir significados tanto como necesidades. La transformación de la mentalidad se vuelve permanente a través de estos significados compartidos.
Y quizás la tarea más importante aquí no sea quejarse de la falta de sentido de hoy, sino producir prácticas de significado pequeñas pero auténticas. Acciones que parecen ordinarias, como cocinar juntos, cuidar de los niños juntos, establecer una red de solidaridad en el vecindario, son en realidad los núcleos de una construcción de significado. La teoría florece aquí, desde dentro de la vida. Porque el significado se construye viviendo, no contando.
La estrategia del significado: organizar la transformación de la mentalidad
El significado puede ser reconstruido. Pero esta no es una construcción abstracta, sino una organización vivida. No es posible establecer una nueva mentalidad a menos que se creen nuevos significados en cada área de la vida: en la producción, la educación, las relaciones, la defensa. Esto nos lleva inevitablemente a la pregunta: ¿cómo se construye un nuevo significado, cómo se moldea la estrategia de este proceso y cómo se asegura su sostenibilidad?
Reconstruir el significado no es solo un esfuerzo individual, es una estrategia social. Los individuos que viven con un frágil sentido de significado a menudo se ven obligados a refugiarse en el triángulo del placer, la inmediatez y la jerarquía impuesto por el sistema. Porque el mundo moderno no ofrece al individuo un fuerte sentido de pertenencia o significado; por el contrario, lo condena al ciclo del consumo haciéndolo sentir constantemente incompleto, inadecuado y solitario. Este ciclo funciona no solo con listas de compras, sino también con formas ideológicas: conceptos como el éxito, la competencia, la libertad individual y el espacio privado son en realidad los pilares ideológicos de un asedio mental.
El primer paso para derribar este asedio es colectivizar el significado. Es decir, construir una nueva visión no a partir de historias de salvación individual, sino de patrones de significado inherentes a la vida en común. La vida comunitaria es el terreno material y espiritual de esta visión. Pero esta vida no surge por sí sola; se organiza, se teje, se aprende. Esto requiere una nueva pedagogía: la pedagogía del significado.
El principio fundamental de esta pedagogía es compartir el conocimiento de forma horizontal, no vertical. Lo esencial no es saber, sino dar sentido juntos. Por lo tanto, el lenguaje, los métodos y las formas de relación utilizados en los procesos de transformación son importantes. La crítica debe ser transformadora, no excluyente. El conocimiento debe generar asociación, no jerarquía. Porque el significado se vuelve permanente solo cuando se produce en común. Los círculos de educación comunitaria, los espacios de trabajo en común, las experiencias de producción colectiva son las herramientas fundamentales de esta pedagogía del significado.
Por ejemplo, en una cooperativa de mujeres no solo se produce, sino que también se fortalece la búsqueda de significado de las mujeres en la vida. La mujer no solo cocina pan; existe con su propio trabajo, habla con su propia voz. Esto es una transformación existencial, además de económica. El significado se establece precisamente en este punto: lo que crea con sus propias manos inicia su propia transformación mental.
De manera similar, una red de solidaridad establecida en un vecindario no solo satisface las necesidades, sino que también reorganiza la confianza, la responsabilidad y la asociación que las personas sienten entre sí. El individuo ya no está solo. Porque el significado no se construye en soledad. El significado es una experiencia de «nosotros». La vida comunitaria revive este sentimiento de «nosotros» que se había perdido en el individuo.
Para la sostenibilidad de este proceso, se necesitan tres áreas estratégicas:
- Área mental: La reconstrucción del mundo del significado a nivel filosófico, cultural e histórico. Por ejemplo, hacer visibles las narraciones populares propias, las mitologías, las experiencias de resistencia.
- Área emocional: Fortalecer los terrenos de la empatía, la confianza, la pertenencia y la sanación en común. Esto solo es posible a través de relaciones y encuentros sinceros.
- Área práctica: Crear nuevos ejemplos de vida a través de la producción en común, la defensa en común y el cuidado en común. Estos ejemplos son los terrenos concretos del significado.
En conclusión, la transformación de la mentalidad no es solo una transferencia de conocimiento, sino una organización del significado. La vida comunitaria es tanto el medio como el resultado de esta organización. La responsabilidad más importante para quienes inician este proceso es establecer espacios de vida significativos que toquen estas verdades, las vivifiquen y las multipliquen.
Conclusión: La mente que teje el significado también teje la libertad
Los hábitos, las percepciones y la pérdida de significado que la modernidad capitalista ha inculcado profundamente han construido un muro invisible que nos aleja de la práctica de la vida comunitaria. Sin embargo, este muro puede ser derribado. La mentalidad puede ser reconstruida con una ética de libertad alimentada por el significado, la responsabilidad colectiva y la práctica de la vida en común.
Lo comunal no es solo compartir el pan, el agua o el espacio, sino también compartir el significado que se le da a la vida. Una nueva mentalidad se fermenta en este significado compartido. La curación comienza aquí: la mente que se encuentra con el significado reconoce su propia herida y aprende a transformarla. En este proceso, la persona recupera el mundo que había perdido su significado, redefine su libertad y abre nuevas puertas a la vida en común. La organización de la vida comunitaria solo puede volverse realidad con esta profunda transformación.
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I. 22/09/2025 – La trampa de la mentalidad
II. 26/09/2025 – El camino hacia la organización comunitaria: El encuentro del significado y la mentalidad
III. 30/09/2025 – Los Límites de la Mentalidad
IV. 04/10/2025 – El reencuentro con el significado
V. 08/10/2025 – De la teoría a la vida
EL AUTOR: Nimet Sevim es periodista. Colabora con los medios Yeni Özgür Politika y Demokratik Modernite.