Cómo escapé de la esclavitud sexual del Estado Islámico
Fuente: ABC.net
Autor: Katri Uibu
Fecha: 6 de marzo 2018
Traducido por Rojava Azadi
A los 17 años, Farida fue obligada a ser esclava sexual por soldados del Estado Islámico. Esta es la historia de su extraordinaria fuga.
En la pequeña aldea de Kojo, al norte de Irak, Farida llevaba una vida sencilla y albergaba sueños en torno a lo único que los adolescentes occidentales ven como una interferencia en su vida diaria: el colegio.
«No teníamos grandes sueños. Mi gran sueño era seguir estudiando para ser profesora de matemáticas», dice a ABC.
Más tarde, ese mismo colegio quedaría grabado para siempre en la memoria de los habitantes de la aldea como el lugar en el que sus familias fueron asesinadas.
Nacida en el seno de una familia de cuatro hermanos, cuyo padre trabajaba para el ejército iraquí, Farida desarrolló una cualidad que más tarde le sirvió para salvar la vida.
«La razón por la que traté de mantenerme fuerte fue el ejemplo de mi padre, que me dijo: Eres fuerte y estoy seguro de que serás fuerte, no importa cuándo ni cómo», afirma.
Ahora cree que pudo haber previsto lo que se avecinaba. Después de todo, los yazidíes habían sido perseguidos anteriormente en muchas ocasiones.
Y en efecto, el 3 de agosto de 2014, militantes del Estado Islámico (ISIS) rodearon las aldeas en torno a monte Sinjar.
Pero, mientras cientos de miles de yazidíes huían a las montañas donde muchos de ellos perecerían más tarde, para los habitantes de Kojo era tarde, El ISIS ya había comenzado a sitiar las aldeas cercanas.
Cientos de miles de yazidíes establecen campamentos cerca del monte Sinjar – muchos de ellos perecieron (Reuters: Asmaa Waguih)
Lo que comenzó como una campaña de negociación para convertir a la minoría religiosa kurda al islamismo terminó en genocidio.
Hombres, mujeres y niños fueron trasladados a la escuela donde les robaron sus objetos de valor y fueron ejecutados.
Ella perdió a su padre y a todos sus hermanos salvo a uno. No lo sabía entonces, pero este hermano había sobrevivido fingiendo estar muerto entre los cadáveres.
La madre de Farida fue capturada por los militantes y la joven de 17 años llevada a un mercado de esclavos en Mosul.
El colegio de Kojo donde los aldeanos fueron reunidos y asesinados por militantes del ISIS.(Reuters: Alkis Konstantinidis)
VENDIDA COMO ESCLAVA SEXUAL
Los militantes del ISIS dividían a las esclavas en tres categorías: vírgenes que eran vendidas como esclavas sexuales y generaban ingresos para el califato; mujeres jóvenes con hijos pequeños; y mujeres con hijos mayores y mujeres mayores, que servían de mano de obra.
El cuerpo de la adolescente Farida fue unas veces vendido y otras «regalado» a soldados del ISIS.
«Estuve en muchos lugares diferentes mientras estaba cautiva, pero la mayoría eran iguales», nos dice.
Había mercados para las chicas yazidíes. Ellos [los soldados del ISIS] vendían a las niñas yazidíes, las entregaban como regalo y las violaban una y otra vez.
«He visto todas esas cosas. También me vendieron sin dinero».
Un indicativo de lo lejos que se extendieron los tentáculos de la fortaleza del ISIS: entre sus compradores había militantes libios del norte de África.
La mayoría de las amigas de Farida (segunda por la derecha) del colegio fueron capturadas por el ISIS. (Supplied)
LAS FUGAS FALLIDAS CONDUCÍAN A LA TORTURA
Durante cuatro meses de cautiverio, Farida intentó escapar dos veces de edificios semejantes a una prisión militar. Después de cada intento fallido, fue torturada, lo que le llevó a siete intentos de suicidio.
«Siempre me estaban pegando. Un día, en Siria, me pegaron mucho más que otros días. Incluso ahora algunas de mis amigas, que estaban cautivas conmigo, dicen: «nunca olvidaremos cómo te golpeaban», asegura.
A lo largo de todo este tiempo, Farida fingió no hablar árabe.
«Una de las razones era que no quería comunicarme con ellos para revelarles información, Además, no quería leer el Corán».
Cuando hablaban entre sí, fingía que no entendía árabe porque quería saber qué iban a hacer y qué estaban planeando.
Un día, un musulmán de la región de Farida les dijo a los soldados que los yazidíes de su pueblo hablaban árabe y que ella les estaba «mintiendo y engañando».
Al perder su tapadera y después de que otras dos chicas encarceladas hubieran sido asesinadas, le entró pánico.
«Ver cómo golpeaban a niñas más jóvenes, de ocho y nueve años, ver cómo violaban a muchas otras niñas y les pegaban, me daba más fuerza para escapar y ser su voz», dice.
ENCONTRAR UN CAMINO HACIA LA LIBERTAD
Un día, Farida encontró un teléfono al que no le habían quitado la tarjeta SIM y llamó a su tío.
«Cuando llamé a mi tío y le dije: ‘soy Farida’, me contestó: ‘No, Farida no está viva’ y colgó el teléfono», nos dice.
«Entonces lo llamé de nuevo, le dije: ‘No, soy yo, estoy viva’ y conseguí convencerlo de que estaba viva».
Con gran emotividad, empezó a tramar otra fuga.
«Fue algo totalmente trivial, una negligencia», a través del cual recuperó su libertad.
«Creyeron que habían cerrado la puerta con llave, pero en realidad estaba abierta», dice.
Antes de ser esclavizada, Farida llevaba una vida sencilla en Kojo.(Supplied)
Aquella noche, a la una de la mañana, ella y otras cinco chicas huyeron del recinto en Siria.
Ansiosas, porque los militantes iban a seguir su rastro, las chicas caminaron durante toda la noche y se escondieron en el valle, hasta que vieron una casa.
«Les dije a mis amigas: ‘Iré a ver si pueden ayudarnos'», afirma.
«Si la familia de la casa también es del ISIS, no volveré. No os acerquéis a la casa, ni me sigáis. Pero una de las chicas me interrumpió: ‘Me has ayudado todo este tiempo, no voy a dejar que vayas sola.'»
La familia de la casa les ayudó a escapar, pero su fuga ilustra los motivos siniestros y económicos de algunas personas que ayudan a las cautivas del ISIS.
«Nos ayudaron, pero tuvimos que pagárselo después», dice.
NINGÚN SITIO DESDE EL QUE LLAMAR A CASA
Farida, como otras muchas ex-esclavas sexuales del ISIS, se encontró sola en un campo de refugiados en Irak, liberada pero sin ningún sitio al que regresar.
Allí, conoció al profesor Jan Kizilhan, director de un programa alemán de ayuda a los refugiados -el Proyecto Special Quota- que había conseguido tratamiento psicológico y visados para 1.100 exesclavas del ISIS.
Él mismo entrevistó personalmente y realizó pruebas psicológicas a 1.400 esclavas sexuales como Farida. Las historias son desgarradoras.
«Una niña de nueve años se sentó frente a mí y me contó la historia de cómo ellos [los terroristas del ISIS] se quedaron mirando mientras su padre y su abuelo eran ejecutados. Luego la llevaron sola a la ciudad de Mosul y más tarde a Raqqa, y durante 10 meses fue violada alrededor de 100 veces por ocho hombres diferentes. Se preguntarán: ¿cómo puede pasar esto?»
«Esta niña me preguntó muchas veces, ‘¿por qué los seres humanos son tan crueles?'»
A veces pasaban semanas hasta que se decidía a quién se le podía brindar una nueva oportunidad en Alemania. En el caso de una superviviente de violación de 16 años en un campo de refugiados, fue cuestión de días.
«Una noche, tuvo una pesadilla y creyó que el ISIS iba a volver para llevársela de nuevo. Entró en pánico y pensó: ‘¿Qué puedo hacer? Porque sé que si me llevan, me volverán a violar'», dijo.
De modo que, en estado de shock, cogió gasolina y se prendió fuego. El 80% de su piel quedó totalmente quemada.
«Hablé urgentemente con nuestro gobierno y en dos o tres días pudimos tomar un vuelo especial y llevarla a Alemania. Ha sido operada 28 veces».
Farida, como muchos yazidíes desplazados, fue trasladada a un campo de refugiados en Zakho, en la región kurda de Irak.(Reuters: Azad Lashkari)
ADAPTÁNDOSE A UN MUNDO MÁS SEGURO
A Farida y a otras ex-esclavas sexuales se les dio la oportunidad de una nueva vida en el «mundo libre».
Fueron alojadas en casas seguras al suroeste de Alemania.
Al principio, los organizadores temían que el ISIS continuara atacando a las mujeres -una vez violadas, las mujeres están «casadas» con las militantes y «les pertenecen»-. El profesor Kizilhan asegura que algunas mujeres siguen siendo amenazadas por los soldados a través de las redes sociales.
Mientras Farida consiguió la oportunidad de una vida nueva en Alemania, su mejor amiga (izquierda) sigue en manos del ISIS.(Supplied)
Cuando las niñas y las mujeres llegaban por primera vez, se acurrucaban en la misma habitación y cerraban la puerta todas las noches. Ahora, a veces la cierran, a veces se queda abierta.
Poco a poco, han comenzado a recuperar el control de su vida, nos dice Marion, la trabajadora social del programa.
«Las madres han tenido que asumir el papel de cabeza de familia. No conocen este papel. Pero poco a poco, lo van aprendiendo», dice.
«Llevan una vida normal, pero creo que no se recuperarán completamente. Creo que toda su vida estará marcada por esa experiencia».
El profesor Kizilhan está de acuerdo, pero afirma que la psicoterapia ha permitido que las chicas y las mujeres controlen los síntomas y así lo demuestran las estadísticas.
En los campos de refugiados, registró 60 suicidios de exesclavas sexuales del ISIS. Ninguna de las 1.100 chicas y mujeres que reciben asistencia del Proyecto Special Quota ha intentado suicidarse desde su llegada a Alemania.
«PUEDO VOLVER A VIVIR»
Tres años después, Farida ha recuperado su independencia.
«Cuando llegué a Alemania, ellos me ayudaron y me apoyaron. Así es como he conseguido volver a estar viva», dice.
A través del Proyecto Special Quota, se le unieron su hermano y su madre. En la actualidad, su vida transcurre principalmente entre reuniones, trenes y aeropuertos, pronuncia hasta 20 discursos a la semana para concienciar sobre las cerca de 3.000 niñas y mujeres que siguen siendo víctimas de esclavitud sexual.
Su mensaje para ellas: no os rindáis.
«Sé que es muy difícil, he vivido esa misma situación. Sé lo duro que es estar con ellos [los soldados del ISIS], pero quiero deciros que no perdáis la esperanza», dice.
«Vuestras comunidades, familias y amigos os esperan. No penséis jamás que no van a aceptaros. Tened esperanza y un día seréis libres.»
Farida pronuncia hasta 20 discursos a la semana para concienciar sobre las niñas y mujeres que siguen siendo víctimas de esclavitud sexual. (Supplied)