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Choque cultural: Una campaña en Afrin (Siria) indica a las mujeres que se cubran.

Fuente: Middle East Eye

Autor: Harun al-Aswad

Fecha: 17 junio 2018 (revisado, 18 junio 2018)

Traducido por Rojava Azadi Madrid

El grupo rebelde Ahrar al-Sharqiya está tratando de fomentar una vestimenta más recatada en el antiguo bastión kurdo, y la situación empeora.
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Un cartel en Afrin (Siria) anima a las mujeres a ponerse el velo. Traducción: «Somos descendientes del Profeta. Nuestro pañuelo es una línea roja» (MEE/Harun al-Aswad)

AFRIN, Siria – A principios de este año, las calles arboladas de Afrin, en el norte de Siria, fueron testigos de feroces batallas y de una ofensiva que duró semanas.

 

Hoy, tres meses después del fin de las hostilidades, son objeto de un nuevo conflicto, basado en la moral, la religión y la vestimenta de las mujeres.

En toda la ciudad se han colocado carteles en los que se instruye a las mujeres para que usen el velo islámico y se vistan con ropa recatada, una sorpresa para muchos residentes, para quienes este conservadurismo religioso se aparta de la tradición secular de Afrin.

«He visto carteles en las calles principales y en las laterales pidiendo a las mujeres que tomen el velo y usen ropa holgada. Es desagradable para nosotros en Afrin», dice Elizabeth, una residente kurda en Afrin, a Middle East Eye.

Elizabeth tiene una tienda de cosméticos en la ciudad que durante gran parte de la guerra siria se sintió relativamente segura bajo el control de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG).

Todo esto cambió en enero, cuando el ejército turco y unos 25.000 rebeldes aliados del Ejército Sirio Libre (FSA) iniciaron una operación de dos meses conocida como «Operación Rama de Olivo» para tomar la ciudad.

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Las mujeres de Afrin han desempeñado un papel destacado en la sociedad en los últimos años. (MEE/Harun al-Aswad)

En los meses transcurridos desde que Afrin cayó bajo el control turco y del FSA, parte de la anterior estabilidad de la ciudad ha comenzado a recuperarse.

 

«Mi trabajo aquí está mejorando y mis clientes están aumentando en número», dice Elizabeth.

Sin embargo, al cambiar el gobierno kurdo, de mentalidad laica, por el de los grupos más conservadores del FSA, Afrin está experimentando un choque de culturas, un choque que se ha extendido visiblemente a las calles.

«Mi hija dice que tiene miedo de salir, porque usa la ropa que le gusta y no quiere usar el velo». – Elizabeth, residente en el Afrin kurdo.

«Mi hija tiene 16 años, pero es difícil para ella salir de casa. Necesito que me ayude con mi trabajo en la tienda», dice Elizabeth.

«Mi hija dice que tiene miedo de salir porque usa la ropa que le gusta y no quiere usar el velo. Tiene miedo a ser criticada».

El velo, una línea roja

Los carteles se dirigen directamente a las mujeres, llamándolas nietas de las compañeras del profeta Mahoma.

Les dicen a las mujeres de Afrin que el velo es una «línea roja» y que deben usar ropa holgada, evitar las que son translúcidas o que marcan la figura.

«Elige tu apariencia libremente pero sin desobediencia», dicen algunas pancartas.

‘Elige tu apariencia libremente pero sin desobediencia’                               Cartel de Ahrar al-Sharqiya

La iniciativa pertenece a Ahrar al-Sharqiya, un grupo rebelde del FSA que ha ganado prominencia en la zona rural del norte de Alepo y ha ayudado a Turquía a expulsar a las YPG de Afrin.

Ahrar al-Sharqiya, formado a principios de 2016, es un conglomerado de varias brigadas, la mayoría de la provincia oriental de Deir Ezzor, que se oponen al gobierno sirio.

En agosto de ese mismo año, el grupo rebelde se unió a Turquía en su primera operación en el norte de Siria, conocida como «Escudo del Éufrates», que tenía como objetivos tanto a los combatientes del Estado Islámico (IS) como a las YPG a lo largo de la frontera turca.

Ankara considera que las YPG son la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), cuyos militantes han mantenido una insurgencia durante décadas en el sur de Turquía.

Choque cultural

Según las Naciones Unidas, se estima que el ataque dirigido por Turquía contra Afrin ha desplazado al menos a 137.000 civiles.

Semanas después de que concluyera la operación, el pasado mes marzo, la ofensiva del propio gobierno sirio contra los suburbios rebeldes de Ghouta oriental, en los suburbios de Damasco, envió una oleada de desplazados hacia el norte de Siria.

Muchos de los desplazados de Ghouta se han asentado en Afrin, donde los rebeldes habrían ofrecido a los recién llegados las casas de los residentes kurdos que huyeron de la ciudad durante la Operación Rama de Olivo.

El jueves pasado, Human Rights Watch informó que los diferentes grupos del FSA habían saqueado y confiscado muchas de las propiedades abandonadas en Afrin.

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Afrin ha visto una ola de desplazados sirios asentarse en la ciudad (MEE/Harun al-Aswad)

La ola de desplazamientos de Ghouta no ha hecho más que exacerbar la yuxtaposición social de la población actual de Afrin.

La mayoría de los residentes de Afrin son musulmanes, pero también hay seguidores de otras religiones, como yazidíes y cristianos.

Bajo el dominio kurdo, las comunidades convivían juntas en gran medida pacíficamente, a pesar de que la guerra de Siria se ha ido volviendo cada vez más sectaria a lo largo de los siete años que ha arrasado el país.

Durante este período, las mujeres en Afrin también alcanzaron una creciente prominencia, derechos y respeto. Comenzaron a tener una mayor participación en la política, la sociedad civil y los servicios, y algunas incluso sirvieron en la Asayish, policía de la ciudad.

El año pasado, las autoridades kurdas introdujeron una ley que promueve «la igualdad entre hombres y mujeres en todos los aspectos de la vida social y política».

Su objetivo es prevenir la poligamia, la dote, el divorcio unilateral y los asesinatos por motivos de honor, y permitir que las mujeres ocupen cualquier cargo político.

«La ciudad de Afrin se ve muy diferente al área alrededor de Damasco», dice Mohammed Bassam, uno de los desplazados de Ghouta, a MEE.

«Afrin tiene múltiples religiones, pero a la vez no respeta las ordenanzas religiosas. ¡La gente aquí cree que no llevar velo es normal!» Mohammed Bassam, residente en Afrin desplazado desde Ghouta.

Sin embargo, a pesar de su conmoción por las tendencias más liberales de los residentes de Afrin, Bassam no está de acuerdo con los esfuerzos de Ahrar al-Sharqiya por promover una vestimenta más conservadora.

«En cualquier caso, creo que es más importante prestar servicios a la región que gastar dinero en campañas de promoción», dice.

«Nadie quiere ver ningún conflicto entre los desplazados y la población local.»

Sin licencia, no deseado

La administración de la ciudad de Afrin y sus alrededores está actualmente supervisada por siete consejos locales bajo los auspicios de la opositora Coalición Nacional Siria.

Los consejos se establecieron a partir de la sociedad civil, de origen kurdo, árabe y turcomano.

El ingeniero Zuhair Haidar, alcalde de la ciudad de Afrin, dice a MEE que los carteles se colocaron en la ciudad sin la aprobación de esta institución.

Dice que la campaña «no tiene licencia» y que algunos de los carteles han sido retirados por la policía local.

Los residentes también han atacado las pancartas, derribando algunas de ellas en muestra de desprecio por lo que dicen es una interferencia en sus libertades personales.

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Un hombre hace un gesto al sentarse junto a un combatiente del FSA, apoyado por Turquía, en el centro de Afrin, Siria, el 24 de marzo de 2018 (Reuters)

Rafiq Abu Mohammed, un residente de Afrin, dice que cree que los carteles son correctos en principio, pero que la forma en que se han difundido no es apropiada para la gente de la región.

«Es una clara crítica al pueblo kurdo. Se trata de las costumbres y tradiciones de los pueblos de la región. La no utilización del velo por parte de las mujeres en la ciudad de Afrin no se debe a la falta de religión, es sólo un hábito, nada más», explica a MEE.

«Creo que las campañas de promoción pueden tener más éxito en la provincia de Idlib, donde la gente tiene más conciencia religiosa. Quizá pueda tener éxito en Afrin educando a los civiles en las mezquitas».

Según Abu Mohammed, los carteles podrían dar a los forasteros una imagen equivocada de la vida dentro de Afrin.

«Algunas personas están aprovechando la presencia de pancartas para decir que la zona está controlada por organizaciones islámicas de línea dura, pero eso no es correcto», dice.

«El resultado de estos carteles ha sido negativo en lugar de positivo.»

Fricciones en Idlib

A pesar de que Idlib pueda ser una zona más conservadora en Siria que Afrin, una campaña similar para fomentar la modestia en la vestimenta y el conservadurismo religioso también ha encontrado resistencia.

Carteles como los que se ven ahora en el anterior bastión kurdo han sido ampliamente distribuidos en la ciudad de Idlib desde que fue tomada por los grupos rebeldes a principios de 2015.

Allí, la campaña es liderada por Hayiat Tahrir al-Sham (HTS), que bajo su anterior apariencia, el Frente Nusra, actuó como la rama siria de Al Qaeda y ahora está en gran medida controlando la provincia y su capital.

Sin embargo, al igual que en Afrin, los residentes de Idlib se han resistido a los carteles didácticos y han tratado de quitarlos, si bien con poco éxito.

Según el ex director de la oficina de medios de comunicación del ayuntamiento de Idlib, Ahmed Ghajar, poco después de que Al Nusra tomara la ciudad en 2015, lanzó una campaña de «conciencia islámica» por toda la provincia, con el apoyo del Ejército de Conquista, otro destacado grupo rebelde.

«Habría sido mejor poner señales de tráfico en lugar de estos graffiti.»              Ahmed Ghajar, ex funcionario del Consejo de ldlib

«La campaña consistió en escribir frases islámicas en la mayoría de las paredes de Idlib. Habría sido mejor poner señales de tráfico en lugar de estos graffiti», señala.

«Había descontento popular con la campaña porque costaba más de 25.000 dólares, mientras que la población necesitaba desesperadamente servicios».

Ghajar dice que los enemigos de la oposición utilizaron la campaña para presentar a Idlib bajo una óptica negativa.

«Los colores utilizados para pintar las frases fueron explotados por los contrarrevolucionarios, lo que contribuyó a describir la zona como negra y a clasificarla como zona terrorista», dice.

«La campaña fue supervisada por un pequeño número de personas, que no representan a toda la población de Idlib.»

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