Cautivo del capitalismo: el Gobierno Regional del Kurdistán [Parte 3]
- Fuente: Kurdish Question
- Autoría: Devris Climen
- Fecha de publicación: 30/10/2016
- Traducción: Rojava Azadî
Residencias de ensueño que están lejos de la realidad
Recuerden, ¿dije que la región estaba llena de obras? Bueno, los ingenieros no atienden las necesidades de la sociedad. La sociedad cambia de acuerdo con las residencias. Si ustedes se preguntan cómo, les diré. Veamos la entrevista de Mariam Kahil en «Exporting Iraq», que es la directora de ventas de Park View, un conjunto de apartamentos de lujo situado en el corazón de Hewler. Sólo por dejarlo claro: «Exporting Iraq» es una revista de negocios y economía con sede en Turquía y los lectores deben ser particularmente conscientes de la mentalidad colonial que prevalece en toda la revista. La entrevista comienza así:
«Erbil está creciendo rápidamente y ha abierto los brazos a la innovación. Hay un mercado abierto para todos los sectores de la economía. En particular, el sector de la vivienda es el mercado más avanzado, debido a la migración masiva hacia la ciudad. Llegamos a Erbil con la esperanza de cambiar el sector de la vivienda. No sólo aspiramos a construir casas, sino que también queremos crear espacios óptimos para las familias. El proyecto Park View, consistente en residencias compactas y lujosas, cobró vida en Erbil con la esperanza de alcanzar estas aspiraciones».
Mariam Kahil promete proporcionar espacios vitales que supuestamente aseguran estilos de vida cómodos y saludables para las familias, en particular un estilo de vida de ensueño que combina la cultura y el nivel de vida de Europa y Hewler:
«Park Club proporcionará en sus residencias un gimnasio de cinco estrellas. Nuestro gimnasio está totalmente equipado con la última tecnología de cardio y máquinas de fitness, una piscina cubierta y squash, pilates y yoga con entrenadores profesionales preparados en centros recién creados. Además, tenemos un baño finlandés, instalaciones de masaje, salón de belleza y una cafetería para aquéllos que quieran relajarse y distenderse».
Sí, ciertamente suena como un sueño … La adopción por Mariam Kahil de actividades «europeas» como «Park Club, fitness, cardio, squash, pilates, yoga, sauna, baño finlandés» amplifica el encanto de su fantasía. ¿No es fascinante ver la armonía entre el sueño de Mariam y la realidad del Kurdistán? Con Daesh a 50 kilómetros de la frontera y un futuro incierto, esto parece un esfuerzo precario y delirante.
Los «esclavos» de la vida lujosa
Varias residencias en Hewler han estado inspiradas por estas fantasías, tales como el Pueblo Americana, la Ciudad Italiana, la Aldea Inglesa, el Pueblo Sueco y la Ciudad Ideal, así como en Slemani, con Ciudad Jardín, la Aldea Alemana. Mundo Imperial, situado en Hewler, consta de una serie de rascacielos que actúan como centro de negocios y empleadores. No hace falta decir que me recuerda a un palacio imperial. Me pregunto cómo funciona este centro de negocios en una región que carece de cualquier forma de producción nacional.
Todos los desarrollos antes mencionados se presentan como fortalezas de los ricos e imponen valores a los pobres. Se han convertido en símbolos de la división de clases. Simultáneamente, estas estructuras privadas mantienen fuerzas de seguridad y limpiadores privados. Vidas lujosas que se limitan a estas residencias lujosas se presentan como único indicador de una «buena vida». La regla final es ésta: «si posees riqueza, debes aspirar a construir sobre esta riqueza para vivir». Además, hay villas y mansiones que levantan una barrera entre ricos y pobres. Podría escribir un artículo completamente nuevo sobre este tema, por lo tanto, sólo tocaré algunos puntos. Estas viviendas contienen «doncellas», que tienden a proceder de Extremo Oriente. Viviendo al borde de la pobreza, estas criadas reciben salarios mínimos y, sin duda, son explotadas; no sólo como criadas domésticas, sino también como limpiadoras en centros comerciales y aeropuertos. Estas opciones tienden a socavar la dignidad de la gente, a lo que Kurdistán del Sur no es extraño, considerando las políticas del régimen Baaz de no hace mucho tiempo. Similar a la trata de esclavos, este fenómeno presiona los límites de mis valores morales y debe ser cuestionado. El dilema lleva a la elección tomada aquí. Soy rico y, por lo tanto, los pobres deben trabajar para mí. ¿No recuerda esto a los aristócratas norteamericanos y británicos?
En su documental, «Capitalismo: Una historia de amor», Michael Moore señala, «somos adictos al placer y entregados al consumo. Nuestra identidad se define por lo que poseemos más que por las cosas que conseguimos. Esto no transmite un mensaje de felicidad o seguridad». Kurdistán del Sur, en mi opinión, se encamina en una dirección similar.
Aldeas abandonadas
Una vez salimos de los centros urbanos del sur de Kurdistán, nos espera un extraño viaje. Las cicatrices de las guerras previas siguen siendo realmente ásperas. Las aldeas son el hogar del grito lamentable de una nación moribunda. Las atrocidades de la guerra de los años 80, en especial la campaña de Anfal, significaron la demolición e inutilización de pueblos enteros. Según las cifras oficiales publicadas por el Gobierno Regional del Kurdistán, se estima que 2.500 aldeas fueron completamente destruidas y otras 2.000 sufrieron daños. Después del Raperin, el levantamiento kurdo de 1991, Kurdistán del Sur fue liberado del régimen de Baaz. Esto significó que los civiles pudieran finalmente regresar a sus aldeas y reconstruir sus hogares. Sin embargo, tras la invasión estadounidense de Irak, los civiles fueron dirigidos hacia las ciudades, lo que supuso que sus hogares previos se convirtieran en pueblos fantasma. Estos pueblos abandonados son el producto de la urbanización de lugares como Slemani, Hewler y Duhok. Quienes permanecen son los ancianos, que no se sienten atraídos por las ciudades superpobladas y no están dispuestos a aceptar el ritmo de la vida urbana, o tal vez por el verdadero patriotismo que albergan en sus corazones. ¿Y los que se fueron? Abandonaron su historia, sus antepasados y su pasado para vivir una vida de incertidumbre en las ciudades.
Sin embargo, la guerra ha terminado y los kurdos ahora tienen autonomía, pero nada se ha hecho para salvar estos pueblos. Se podría hacer mucho para restaurar una vida llena de significado en estas áreas; desde la producción agrícola y las granjas hasta una nueva forma de producción y vida comunales. De hecho, la gran mayoría del suelo en el sur de Kurdistán es extremadamente fértil, pero está sin trabajar. El gobierno no parece preocupado; no se prevé ningún proyecto o inversión actual o futura. Mientras que el suelo fértil anhela ser procesado, las panaderías importan su harina y trigo de Turquía.
Todo el mundo consume, pero nadie produce
La economía en el sur de Kurdistán es meramente alimentada por los consumidores codiciosos; sin embargo, la producción debería generarse simultáneamente al consumo. La gente se ve obligada a vivir en grandes ciudades, como se ha descrito anteriormente, habitar en plazas y villas. La élite, por otra parte, está profundamente comprometida con ideas para aumentar su poder y riqueza a costa del pueblo. El deseo de obtener riqueza excedente proviene de una economía dedicada al consumismo.
El análisis de Cockburn dice: «La mayoría de los bienes se importan de Turquía e Irán. ‘Ni siquiera podemos producir nuestros propios tomates’, se quejan los kurdos de todo Kurdistán del Sur». Entonces, ¿qué hay detrás de la «realidad» que los medios occidentales llaman ‘bienestar, auge económico y paraíso’, pero que Cockburn describe como el «monumento infructuoso»?
No hace mucho tiempo los kurdos, a pesar de la represión y la guerra, eran capaces de sobrevivir con la agricultura y la ganadería. ¿Qué hay detrás de la realidad actual, en la que los kurdos ni siquiera pueden producir sus propios tomates?
La competitividad entre Irán y Turquía
Mientras que los centros comerciales se construyen para parecerse a sus homólogos estadounidenses, de hecho la mayoría incluso están diseñados allí, se han abarrotado con productos iraníes y turcos. Los restaurantes de comida rápida ocupan todos los rincones. Esto tiene como objetivo alentar a la sociedad a consumir. Cada día algo nuevo se pone a disposición del público, lo que hace de estos lugares el centro de atención. Lo que es más importante, el impacto de la urbanización y la globalización en las pequeñas empresas, así como en la naturaleza, ha sido mortal.
Mientras que los pequeños negocios dan gran importancia a la construcción de sólidas relaciones sociales entre el cliente y, por ejemplo, el tendero, los centros comerciales vuelven inútil la lealtad del cliente. Por otro lado, varios centros comerciales, restaurantes, tiendas y cafés han recibido nombres ingleses y turcos. Al capitalizar empresas que utilizan nombres extranjeros, los kurdos han demostrado una vez más que no valoran nada el ser kurdos.
Tomemos esto como ejemplo. A pesar de las condiciones óptimas en las aldeas para la producción de yogur, las personas siguen consumiendo marcas turcas importadas como «Mersin», «Pinat» y «Yoruksut». Los aldeanos se presentan con todo tipo de excusas para no producir. Por ejemplo, Kamuran Bakir procedente de Mawat, Slemani, dice: «No vale la pena hacer nuestro propio yogur porque podemos comprarlo más barato en las tiendas. Por eso nadie se molesta. Además, si yo produzco mi propio yogur, ¿quién me lo comprará? Todo el mundo va a las tiendas actualmente». Este ejemplo se puede aplicar a casi todo en Kurdistán. Aparte de las frutas y hortalizas de temporada, es muy difícil encontrar productos de producción nacional. El capitalismo hace valer la idea de que la producción sólo puede existir si se intercambia con dinero. Esto es puramente porque sólo está interesado en alcanzar un beneficio.
Siempre que la producción no necesite tener un valor monetario, sino que pueda incluso representar una acción que está en el pensamiento. Siempre que los valores morales de la humanidad no queden reemplazados por la codicia por acumular riqueza, podríamos reemplazar la ‘producción’ por la palabra ‘creatividad’, para que las personas se vuelvan ‘creativas’ y ‘productivas’.
Continuará…