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Nuestra «moralidad»

Yeni Ozgur Polítika – Erdal Tolhildan – 22 marzo 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

La moral kantiana, que dice que lo que haces es correcto si puede convertirse en una regla universal, se vive en nuestras prácticas, y todas ellas son los valores que sostienen la sociedad. Si la sociedad no se ha desintegrado todavía, es gracias a ellas.

Dado que la moral es una cuestión metafísica, tenemos grandes dificultades para definirla. A menudo se confunde con la religión. Ello se debe a que la religión se basa predominantemente en la moralidad. Aunque es difícil de definir, la moral es un fenómeno concreto que se observa en la vida cotidiana. Sabemos inmediatamente si un comportamiento es moral o no; es decir, si es bueno o malo. Por supuesto, el criterio aquí no es si es bueno o malo en nuestra opinión, sino el papel que desempeña en la protección y el mantenimiento de la vida social.

Si la sociedad sigue existiendo como tal y no se ha desintegrado, es gracias a sus valores morales. Entonces, ¿cuáles son estos? Sin ir más lejos: siempre dejamos el último bocado en la mesa;  pensamos primero en la persona que tenemos al lado. Damos la parte mejor de la comida, un poco más, a nuestr@ compañer@. No hacemos cálculos al respecto, ese comportamiento nos satisface. De este modo, nos levantamos de la mesa satisfech@s.

Cuando dividimos nuestro pan, si queda un trozo grande, se lo damos a nuestr@ compañer@. De hecho, la sociedad es muy sensible a este tema y nos advierte que no seamos amig@s de alguien que se lleva el trozo grande. Hay muchos ejemplos de ello en nuestra historia de lucha.

Cuando alguien cultiva su viña o su huerto, reserva una hilera al lado de la carretera para los viandantes. Cuando recogemos los frutos de nuestros árboles frutales, siempre envíamos una parte a los vecinos. Se dice que «el exceso de riqueza trae avaricia». Por eso, no acumulamos riqueza. Tenemos los ojos y el corazón llenos. Nuestra actitud hacia la propiedad siempre ha estado dentro de este marco. No exhibir la riqueza propia ante los ojos de los demás. Siempre vivir pensando en los demás, sin egoísmo.

Queremos tener un rostro para poder mirar a los demás a la cara. En otras palabras, preocuparse por lo que dirá la sociedad en todos nuestros comportamientos. En este sentido, medidas como el sentido de la vergüenza y el rubor son muy importantes. Las personas que aún no han perdido estos aspectos son personas que viven la socialidad. Lo contrario no es aceptado por la sociedad. A esto nos referimos cuando se dice que ‘la vena del honor está resquebrajada’. Incluso se dice también que ‘tiene cara de piel de búfalo’ porque no se ruboriza y eso lo hace despreciable.

Si hay un transeúnte o una persona que se aloja fuera, se le invita. Se le sienta en la mesa principal, y su mesa se prepara inmediatamente. Si aparece un enemigo en su búsqueda, no se le rinde, se le defiende hasta el final. Antes había posadas y caravasares, pero estaban situados fuera de los pueblos. Los hoteles son un signo del debilitamiento de la socialidad. Cuantas más estrellas tiene el hotel, más fragmentada está la sociedad. En las zonas donde se construye la vida libre, se mantendrá viva esta hospitalidad, no los hoteles. En esencia, a estas personas ni siquiera se les considera huéspedes, sino miembros de la propia familia. Si no se tuviese en consideración el honor y la honra (moralidad), ¿lo protegería contra el enemigo?

Por ejemplo, si uno de ellos cae al agua y se ahoga, los demás saltan inmediatamente e intentan salvarlo. En los últimos años, cinco niños perdieron la vida en un incidente de este tipo. Por su moral, pensaron en sus amigos sin pensar en sí mismos. En ese momento, lo importante eran sus amigos, no si sabían nadar o no.

De nuevo, cuando hay inmoralidad contra las mujeres, la sociedad lo considera una ofensa contra la sociedad en su conjunto. El comienzo de la rebelión de Dersim se basó en un acontecimiento de este tipo. Esta es también la razón por la que hoy se ha desarrollado la revolución «Jin Jiyan Azadî», contra lo que se hizo a Jina Amini. En estos dos últimos casos, se mantienen vivos los valores del linaje procedentes de la cultura del clan. Si el clan ha preservado su existencia y ha creado oportunidades para el desarrollo de la humanidad actual, es gracias al principio de ‘uno para todos y todos para uno’. También se denomina principio del «todo o nada».

Como estos valores se vivían con mucha fuerza en nuestro movimiento, este se integró en la sociedad y se convirtió en un poder indestructible. El líder Apo (Abdullah Öcalan) dijo: «Camaradería (hevalti) es asumir las cosas difíciles por uno mismo y dejar las fáciles a tu compañer@». Vemos ejemplos de esto en nuestras vidas casi todos los días. El/la camarada que lleva la carga más pesada, después de llegar al punto más adelantado, se da la vuelta y ayuda a sus otr@s camaradas en el camino. No nos postulamos para un permiso, pero cuando hay una obra que requiere trabajo y mano de obra, lo hacemos inmediatamente. Este es el planteamiento de dejar lo difícil para uno mismo y lo fácil para l@s compañer@s.

Esto lo heredamos del camarada Haki. Cuando había que ir al campo, él estaba en primera fila, se echaba la manta a la espalda y partía. Cuando los trabajadores que organizaba cobraban sus cuotas y le dejaban delante una bolsa llena de dinero con alegría y le decían que ya no hacía falta que trabajara, volvía a pensar en sus compañeros. Entregaba el dinero al movimiento tal como estaba y seguía trabajando por si hacía falta. No pensaba en sí mismo, en su comodidad.

En nuestro partido, la moral social se mantiene viva como camaradería. Todo lo que hay en la sociedad en nombre de la moralidad, estas son las medidas de nuestra camaradería, los valores que abrazamos y protegeremos. Por esta razón, la sociedad política moral, que es la verdad que intentamos despertar en la camaradería del PKK, se vive y se mantiene viva. Si la camaradería no se desarrolla como una relación de verdad, el Líder Apo no la acepta. Además de ser ideológicas, son relaciones en las que la ideología se refleja hacia fuera y se hace vital. Por esta razón, nuestras camaraderías vividas correctamente permanecerán en la historia (no hay historia separada del presente y del futuro) como ejemplos de moralidad social.

Por ejemplo, los sacrificios mostrados en los túneles de guerra y en los frentes de batalla se describirán en el futuro. Pensar en tu camarada cuando tienes hambre y dejarle el último bocado, no abandonar a tu amigo herido y por tanto arriesgarte a morir, lamentar no tener nada que dar más allá de tu vida, etc. En nuestro partido se viven y se mantienen vivos a diario incontables valores morales. La moral kantiana, que dice que lo que haces es correcto si puede convertirse en una regla universal, se vive en nuestras prácticas, y todas ellas son los valores que sostienen la sociedad. Si la sociedad no se ha desintegrado todavía, es gracias a ellas.

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