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Narrativa defectuosa: prejuicios y desinformación del documental de ARTE sobre el PKK

Medya News – Emrah Erdogan – 28 agosto 2024 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

El documental de ARTE «Die PKK in Europa» (El PKK en Europa) es condenado enérgicamente por su supuesta parcialidad, sus inexactitudes históricas y su dependencia de la propaganda estatal, en este análisis en profundidad, en el que el periodista especializado Emrah Erdoğan sostiene que la película distorsiona la historia del PKK, pasa por alto los principales cambios ideológicos y refuerza los estereotipos negativos.

El documental «El PKK en Europa – ¿Luchadores por la libertad o terroristas?» de Candan Six-Sasmaz intenta esbozar características más específicas del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), pretendiendo ofrecer una exploración investigadora de la organización, sus antecedentes históricos y su influencia en Europa. Pero es un ejemplo de propaganda estatista burguesa.

Aunque se trata de una película basada en la investigación, la historia del PKK y su cambio ideológico, así como su papel en la lucha kurda, se presentan de forma unilateral. Un examen de las inclinaciones políticas y del historial laboral del director del documental, Candan Six-Sasmaz, suscita dudas sobre la objetividad de la película. En particular, sus publicaciones en las redes sociales y sus conexiones con el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Turquía sugieren que quizá no tenga la distancia necesaria para abordar un tema tan delicado como el del PKK, lo que plantea la posibilidad de que el contenido del documental haya sido moldeado por opiniones políticas.

Sin embargo, siguiendo los principios fundamentales del periodismo, nos abstendremos de realizar un examen detallado de las opiniones personales y el pasado de Six-Sasmaz, y en su lugar nos centraremos en evaluar el contenido del propio documental.

La credibilidad de la película como un esfuerzo periodístico serio se ve socavada por su dependencia de acusaciones infundadas y su palpable agenda anticomunista. En lugar de proporcionar un análisis equilibrado, la película refuerza los prejuicios e ideas erróneas existentes sobre el PKK y, por tanto, no ofrece una presentación reflexiva de la organización y de la cuestión kurda en general.

Este análisis pretende poner de relieve las cuestiones mencionadas, centrándose especialmente en una distorsión de la historia kurda, una simplificación excesiva de la evolución ideológica del PKK y un retrato cuestionable de la organización en el contexto de las políticas del Estado turco moderno.

Distorsión del contexto histórico: la fundación del PKK reducida a una narración simplista

De hecho, uno de los defectos más flagrantes del documental es su simplificación excesiva y la distorsión de una comprensión adecuada de los orígenes del PKK. La película comienza con la historia de cómo Abdullah Öcalan, el líder fundador del PKK, creó sin ayuda la organización en 1979. No sólo resta importancia al entorno sociopolítico más amplio en el que surgió el PKK, sino que también pasa convenientemente por alto los esfuerzos de otros activistas kurdos y turcos que fueron decisivos en su formación. En la década de 1970, en Turquía existía un alto nivel de represión política contra las minorías étnicas y los movimientos políticos de izquierdas. La población kurda fue objeto de discriminación sistemática, políticas de asimilación cultural y represión violenta de cualquier forma de expresión política. Tras el golpe militar de 1980, miles de disidentes políticos, muchos de ellos kurdos, fueron detenidos, torturados y ejecutados.

Fue en este ambiente de miedo y represión donde nació el PKK, no como producto de la ambición individual, sino como respuesta a décadas de violencia estatal y a la lucha del pueblo kurdo por su autodeterminación. Al ignorar estos hechos históricos tan importantes, el documental reconstruye una narración sesgada y presenta la lucha armada del PKK como un acto de violencia gratuito e irracional contra el Estado turco. De este modo, justifica aún más la inveterada imagen que el gobierno turco tiene del PKK como organización terrorista, que, por supuesto, omite convenientemente mencionar cualquier rastro de la violencia y la opresión patrocinadas por el Estado de las que nació originalmente el PKK.

Además, la descripción que hace el documental de la resistencia kurda es alarmantemente parcial. Por ejemplo, aunque menciona los ataques del PKK contra objetivos militares y policiales turcos, no aborda adecuadamente las graves violaciones de los derechos humanos cometidas por el Estado turco contra los kurdos, como masacres, desplazamientos forzosos y destrucción de pueblos kurdos. En particular, la película omite la masacre de Dersim de 1937-1938, en la que miles de kurdos fueron asesinados por el ejército turco y muchos más desplazados en uno de los ejemplos más atroces de violencia estatal contra la población kurda. Esta omisión refleja un patrón más amplio dentro del documental de restar importancia o ignorar los legítimos agravios que han alimentado la resistencia kurda durante décadas.

La evolución ideológica del PKK: una verdad incómoda para el documental

La evolución ideológica del PKK es una verdad incómoda para el documental. Otro fallo importante es que no muestra cómo el PKK ha cambiado y desarrollado su ideología a lo largo de los años. Aunque la película describe brevemente los orígenes marxista-leninistas del PKK, pasa por alto casi por completo la evolución de su ideología en la década de 1990 para convertirse en inclusiva y democrática. Este cambio ideológico no es sólo una nota a pie de página en la historia del PKK; es una parte importante del desarrollo de la organización y caracteriza sus estrategias políticas y sociales actuales. En sus primeros años, el PKK estaba fuertemente influido por el pensamiento marxista-leninista y promovía un Kurdistán independiente y socialista. Sin embargo, con el cambio de paradigma en la plataforma política mundial y las lecciones aprendidas durante una década de lucha armada descritas anteriormente, el PKK empezaría a replantearse su enfoque.

Fue en la década de 1990 cuando el PKK, a través de Abdullah Öcalan, adoptó el confederalismo democrático, una teoría política que hace hincapié en el autogobierno popular, la democracia de base, la igualdad de género y la sostenibilidad ecológica.

El confederalismo democrático supone un gran salto con respecto al anterior marco marxista-leninista del PKK. Rechaza la noción de un estado-nación con poder centralizado y aboga en cambio por un sistema en el que las diferentes comunidades étnicas y religiosas puedan convivir amistosamente bajo un mismo techo político. Esta nueva línea ideológica también ha llevado al PKK a trabajar por una solución política para la cuestión kurda, primero mediante conversaciones de paz con el gobierno turco y después mediante acciones pacíficas. Pero la omisión por parte del documental de esta evolución ideológica no es más que un intento descarado de presentar una visión simplista, incluso fosilizada, del PKK como una organización rígida y dogmática. Al omitir mostrar los verdaderos esfuerzos del PKK por cambiar con los tiempos, encontrar soluciones políticas y actuar de acuerdo con ellas, el documental sigue añadiendo insulto a la injuria en aras de denigrar la lucha kurda, con lo que no sirve bien a su público.

El anticomunismo como instrumento contundente: reforzar los estereotipos negativos

Pero quizá el aspecto más problemático del documental es cómo intenta desacreditar al PKK mediante una retórica anticomunista. A lo largo de la película, se destacan repetidamente las raíces abiertamente marxistas del PKK, dando a entender que existe una ideología intrínsecamente peligrosa y extrema dentro de la organización. Esta táctica es intelectualmente perezosa y juega con el miedo al comunismo de la Guerra Fría, que tiene poca relevancia en el panorama político moderno.

El problema es que utiliza el anticomunismo como arma para deslegitimar completamente al PKK, ignorando la posición ideológica actual de la organización. Como se ha señalado anteriormente, la adopción del confederalismo democrático por parte del PKK habla de valores como la igualdad de género, la sostenibilidad medioambiental y la democracia de base, valores que atraen a muchos movimientos progresistas de todo el mundo. Al fijarse en el pasado marxista del PKK, el documental pretende socavar estos valores y reforzar los estereotipos negativos sobre la organización.

Este sesgo anticomunista se ve reforzado por la forma en que el documental retrata a los partidarios y simpatizantes del PKK. La película crea un vínculo unilateral entre cualquier apoyo a los objetivos del PKK o cualquier declaración de solidaridad con la lucha kurda y una ideología extremadamente peligrosa y extremista. La culpabilidad por asociación no sólo es una táctica injusta sino, lo que es más importante, otra forma eficaz de amordazar las expresiones políticas válidas y las voces discrepantes.

También está claro que la agenda anticomunista del documental está en parte representada por las entrevistas y las fuentes. Las personas que aparecen en la película son identificadas como conocidas voces anticomunistas, mientras que las voces con una visión más matizada o incluso comprensiva del PKK son dejadas de lado o, en el mejor de los casos, marginadas. Esto en sí mismo socava la credibilidad del documental al poner en duda los motivos que subyacen a su construcción.

Acusaciones infundadas: falta de pruebas y credibilidad

Quizá la mayor debilidad de este documental sea la falta de documentación que respalde tales afirmaciones. Otras acusaciones graves que se hacen contra el PKK en esta película son las de tráfico de drogas, reclutamiento de niños soldados y vínculos con el terrorismo internacional. De hecho, estas acusaciones dependen de testimonios poco fiables, realizados por supuestos «iniciados» cuyas credenciales no se han verificado adecuadamente.

El tratamiento insatisfactorio que el documental da a estas acusaciones es profundamente problemático desde un punto de vista periodístico. En cualquier investigación seria, y más aún si se trata de cuestiones delicadas y complejas, debe haber pruebas verificables que respalden cualquier acusación.

En este documental, sin embargo, se espera simplemente que el público tome estas acusaciones al pie de la letra, sin analizar ni corroborar realmente la información. Por ejemplo, el documental repite el mantra de que el PKK está implicado en el tráfico de drogas, una acusación que forma parte del discurso del Estado turco desde hace décadas. Sin embargo, no aporta ni una sola prueba concreta que respalde esta afirmación, sino que se basa en «fuentes» anónimas y vagas acusaciones.

Además de esta falta de rigor periodístico, la película también cuenta una historia unilateral que sirve a los intereses del Estado turco más que a un análisis independiente. La presentación del supuesto reclutamiento de niños soldados por el PKK también es muy inexacta en el documental. Si bien es cierto que algunos menores se han unido a las filas del PKK, en la mayoría de los casos por motivos como huir de la violencia o buscar protección, la organización ha negado haber permitido nunca que los niños participen en combates armados. Sin embargo, el documental se hace eco de la narrativa estatal, centrándose en testimonios emotivos de padres, en su mayoría sacados de contexto, para tratar de demostrar la explotación sistemática de niños por parte del PKK.

Pero tal sensacionalismo sólo sirve para distorsionar la realidad y desviar la atención de una reflexión más significativa sobre los retos a los que se enfrentan las comunidades kurdas en las zonas de conflicto.

El hecho de que se recurra en gran medida a acusaciones no verificadas y de que no se dé la misma importancia a cada una de las partes de la historia habla por sí solo de los graves problemas éticos de este documental. Al presentar tales acusaciones sin ningún análisis crítico ni pruebas, la película habla en realidad en nombre de la propaganda estatal, reforzando los estereotipos negativos sobre el PKK y la lucha kurda. La falta de integridad periodística es un flaco favor a la audiencia, pero también socava el objetivo más amplio de promover la comprensión y el diálogo sobre cuestiones políticas complejas.

El momento del documental y sus implicaciones políticas

El estreno del documental se produce en un momento crítico, ya que la incursión militar de Turquía en la región iraquí de Kurdistán sigue creciendo, lo que ha dado lugar a acusaciones generalizadas de crímenes de guerra, como el asesinato de periodistas, la quema de bosques y el desplazamiento forzoso de aldeanos. Este contexto es crucial para comprender el impacto potencial del documental, que puede servir para justificar u ocultar estos continuos abusos de los derechos humanos.

Al presentar una narrativa que vilipendia al PKK y, por extensión, a la resistencia kurda en su conjunto, el documental corre el riesgo de reforzar la justificación del Estado turco para sus acciones militares en Irak y Siria. Esto es especialmente preocupante dadas las implicaciones geopolíticas más amplias de las acciones de Turquía, incluido su papel en la desestabilización de la región y su postura cada vez más agresiva hacia esas mismas fuerzas kurdas que desempeñaron un papel tan importante en la lucha contra ISIS.

Conclusión: una oportunidad perdida para el periodismo objetivo

La conclusión es que el documental «El PKK en Europa: ¿luchadores por la libertad o terroristas?» ni siquiera se acerca al ideal del periodismo objetivo. La película distorsiona la historia del PKK, ignora su desarrollo ideológico, se centra en la retórica anticomunista y se basa en rumores. En lugar de una comprensión real del PKK y de la lucha kurda, el documental no hace sino reforzar prejuicios y malentendidos, contribuyendo así a la demonización del movimiento kurdo por la libertad. Se trata de una película que es poco más que una repetición de la línea oficial, y no ayuda a las personas que tratan de entender realmente las corrientes subyacentes del PKK y el malestar kurdo más profundo.

Hay que mirar más allá de estos retratos parciales y buscar puntos de vista más equilibrados e informados que representen toda la gama de factores históricos, políticos y sociales implicados. Sólo entonces se podrá avanzar hacia una comprensión justa y equitativa de la lucha kurda y del lugar del PKK en ella.

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