«Lucharemos con todas nuestras fuerzas»: mientras los islamistas derrocan a Assad, la lucha de las mujeres persiste en Siria
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Turning Point – Ronahi Hassan – 19 febrero 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
Desde el 8 de diciembre, día en que cayó el régimen de Assad, todas las miradas están puestas en Siria. Mientras se debate un futuro sin la dinastía Assad, los habitantes de Rojava -una región predominantemente kurda pero multicultural del norte de Siria- han aprovechado el momento para poner en marcha años de trabajo organizativo. En Rojava, la revolución comenzó el 19 de julio de 2012, cuando la ciudad de Kobane derrocó al ejército sirio. En los 13 años siguientes, los habitantes de la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (DAANES) consiguieron grandes logros: un sistema administrativo basado en la democracia de base, la liberación de la mujer y una sociedad ecológicamente justa. El régimen de Assad ya había caído aquí años antes de su caída general en la Siria actual.
Desde el principio de la revolución, estaba claro que queríamos una sociedad libre, y sabíamos que esto sería imposible sin la liberación de las mujeres del patriarcado, las raíces de un sistema social opresivo que se remonta a más de 5.000 años. Necesitábamos una revolución con la liberación de las mujeres en su centro, y así es como empezó la revolución en Rojava. Desde entonces, fundamos estructuras democráticas de autogobierno y, lo que es más importante, establecimos estructuras autónomas de mujeres a todos los niveles. Desde el principio de la revolución, las mujeres se organizaron de forma independiente: fundaron comunidades y consejos, participaron en todas las decisiones políticas e introdujeron un sistema de copresidencia y cuotas de género en todas las instituciones.
A pesar de que la revolución democrática y progresista de las mujeres se remonta a 2012, Kobane no se dio a conocer en todo el mundo hasta 2014. Kobane cayó bajo un brutal asedio de Estado Islámico (ISIS) y respondió con una resistencia sin precedentes contra este grupo. Las combatientes de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) se enfrentaron sin miedo y derrotaron al ISIS en Kobane -y más tarde en Tel Abyad, Sere Kaniye, Manbij, Tabqa, Raqqa y Deir ez-Zor-. Estas heroicas mujeres tomaron las armas y defendieron su sociedad. Dieron su vida y se convirtieron en símbolos de la revolución. Una de esas heroínas fue Arin Mirkan, comandante de las YPJ, cuya acción militar, en la que se sacrificó, se convirtió en un punto de inflexión en la batalla por Kobane cuando la guerra ya parecía perdida.
Aunque las victorias militares contra el EI situaron a la revolución en el mapa, es importante subrayar que su éxito va mucho más allá de la guerra. En los últimos 13 años, las mujeres han participado en todos los ámbitos de la vida social, política, jurídica, económica y educativa, asumiendo un papel de vanguardia en la construcción de una sociedad libre. El modelo regional de autoadministración es un sistema democrático de base, multicultural, multiétnico y administrado por igual gracias a la lucha del movimiento de mujeres. Los logros de las mujeres son variados, pero siempre han requerido una intensa lucha en todos los ámbitos de la vida.
Las mujeres kurdas tienen una gran experiencia en la creación de organizaciones autónomas en la región, inspirándose en el movimiento kurdo por la libertad y en su líder Abdullah Öcalan. Las mujeres kurdas llevan organizándose desde principios de la década de 1990 y sentaron una base fundamental para la revolución femenina de 2012. Sin embargo, como se organizaban bajo una fuerte represión, a menudo tenían que hacerlo en secreto. Organizaban iniciativas educativas, iban de casa en casa, escuchaban las preocupaciones y los problemas de otras mujeres y buscaban soluciones tanto individuales como para los problemas de las mujeres en general.
La asociación de mujeres Kongra Star se fundó en 2005 y más tarde desempeñó un papel esencial en la configuración de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria. Bajo el régimen de Assad, no solo estaban gravemente oprimidas las organizaciones de las minorías étnicas y religiosas, sino también las de las mujeres. Solo había una organización de mujeres reconocida que estaba directamente subordinada al régimen sirio. Las miembros de Kongra Star tenían que trabajar en estricto secreto. Sus miembros fueron sometidas a presiones, detenidas y secuestradas, y el paradero de algunas mujeres sigue siendo desconocido a día de hoy. Una vez desaparecido el régimen, mujeres asirias, árabes y armenias se unieron a las fuerzas armadas y fundaron consejos y organizaciones.
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La Mala Jin, traducida literalmente como ‘casa de las mujeres’, fue una de las primeras organizaciones públicas de mujeres. Se convirtió en un lugar al que las mujeres podían acudir en caso de violencia, violación de sus derechos u otros problemas.
Al principio, las Mala Jin se enfrentaron a importantes críticas. Los hombres creían que la Mala Jin disminuiría su poder o desmantelaría sus familias. Sin embargo, con el tiempo se fue ganando el respeto y hoy muchos hombres también acuden a pedir consejo sobre cuestiones familiares o problemas con sus esposas. La democratización de la dinámica familiar es un paso crucial hacia una revolución mental, y esto forma parte de la misión de Mala Jin.
Gracias a la lucha por el poder organizado de las mujeres, existe una cuota de género del 50% en todos los ámbitos de la DAANES y sus instituciones. Además, existe un sistema de copresidencia en todos los niveles de la DAANES, que estipula que debe haber una mujer y un hombre en la cúpula y que los grupos étnicos minoritarios deben estar representados según la composición social de cada región. Por ejemplo, en una ciudad donde la mayoría de la población es kurda y asiria, uno de los presidentes debe ser kurdo y la otra asiria, mientras que los copresidentes adjuntos deben pertenecer a distintos grupos étnicos de la región.
Otro hito significativo de la revolución de las mujeres fue el Contrato Social. Aprobado por primera vez en 2014 y rediscutido y reelaborado en 2023 tras los cambios en la región y la ampliación de su sistema de autogobierno. En el Contrato Social se regulan, entre otras cosas, la cuota de género y el sistema de copresidencia. Naturalmente, estas regulaciones no eran evidentes, y requirió lucha e insistencia por parte de las mujeres. Si no hubiéramos estado organizadas, no habríamos podido conseguir estos logros, porque la representación de las mujeres se puso en tela de juicio en repetidas ocasiones. Pero las distintas organizaciones, en su diversidad, están unidas en la lucha contra el patriarcado. Las mujeres del norte y el este de Siria, así como las de todo el mundo, están haciendo importantes reivindicaciones por sus derechos. Las activistas por los derechos de las mujeres y las feministas de todo el mundo abogan por estos cambios, y ha sido la fuerza organizada de las mujeres la que ha conseguido que estas demandas se incluyan en el Contrato Social.
Aunque se han logrado éxitos políticos y económicos; se han fundado proyectos y cooperativas de mujeres; y se está empoderando a las mujeres a todos los niveles; aun así, el mayor reto era y es provocar una revolución en el pensamiento: cambiar la mentalidad de una sociedad en la que los gobiernos nacionalistas y capitalistas y miles de años de influencia patriarcal siguen siendo rasgos característicos.
Nosotras, como mujeres, somos muy conscientes de ello. Se han conseguido muchas leyes en defensa de los derechos de la mujer, pero las leyes se pueden revertir, como estamos viendo en los países occidentales, donde los derechos de la mujer ya se han conseguido antes. Pero una vez que se ha cambiado la conciencia y la mentalidad de la sociedad, ya no se pueden arrebatar tan fácilmente. Por lo tanto, la educación es crucial para nuestra revolución. Por eso las academias y los sistemas escolares son una herramienta esencial. A lo largo de los años, las organizaciones sociales y de mujeres han creado muchas academias para educar a la sociedad sobre el patriarcado, la democracia, la ecología y muchos otros temas importantes. Estas academias están abiertas a toda la población y a diferentes grupos de edad.
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El sistema educativo valora tanto a los profesores como a los alumnos. Los profesores reciben formación para evitar perpetuar el sexismo, el racismo y otras formas de discriminación. Los libros de texto están libres de los roles de género tradicionales. Para promover una sociedad democrática, las familias también deben democratizarse, con oportunidades regulares de educación familiar en consejos y comunidades. La democracia va más allá de la política: abarca las relaciones dentro de las familias, los grupos y entre los individuos.
En el transcurso de la revolución, las abuelas de las Unidades Civiles de Defensa de las Mujeres de la HPC-Jin han tomado las armas y han salido a patrullar para defender sus barrios; las madres cogen el micrófono con confianza y expresan públicamente sus opiniones políticas; las jóvenes se unen a las filas de las YPJ para luchar contra Estado Islámico y proteger a su pueblo de la invasión turca; una periodista con la cámara en la mano dice su verdad: estas y muchas otras son escenas de nuestro éxito.
Si echamos la vista atrás para ver cómo estaban las cosas en la región en 2012 o hace tan solo unos cinco años, podemos ver lo mucho que está cambiando a pasos pequeños pero seguros. Al principio de la revolución, las mujeres organizadoras o trabajadoras estaban mal vistas, pero hoy en día son muy respetadas en la sociedad. Hace cinco años, en las calles de Qamishlo, todavía era inusual y raro que una mujer condujera, pero hoy, es completamente normal.
En el corazón de Oriente Próximo, cientos y miles de mujeres jóvenes se han unido a las YPJ, y se han convertido en el orgullo de su pueblo. Lo que se ha construido aquí es un proyecto revolucionario en marcha para millones de personas. El movimiento femenino del norte y el este de Siria, que reúne a mujeres de todas las clases sociales, grupos y religiones, es un movimiento femenino arraigado en la sociedad.
Esta revolución ha despertado la esperanza, el coraje y la solidaridad en todo el mundo. Cientos de personas de todo el mundo han acudido a Rojava para apoyar, aprender, defender y unirse a la revolución, que también consideran su lucha: Ivana Hoffmann y Anna Campbell, que lucharon junto a las YPJ contra ISIS y el Estado turco en defensa de las conquistas de las mujeres, son dos de los muchos ejemplos.
Los logros de las mujeres no estaban ni están garantizados. Requieren una lucha constante para seguir desarrollándose y, al mismo tiempo, una defensa porque el sistema por el que se organizan está siendo objeto de fuertes ataques. Además de la lucha en la sociedad contra las mentalidades patriarcales, la región y el sistema democrático están siendo atacados militarmente por Turquía.
Ankara teme que las aspiraciones democráticas de la población kurda de Rojava se extiendan a Kurdistán del Norte (que se encuentra dentro de las fronteras del Estado turco). La exigencia kurda de democracia y derechos esenciales es una pesadilla para el gobierno del AKP-MHP de Turquía. El ejército turco ha respondido a estas demandas con continuos ataques. En 2018, Afrin y, en 2019, Sere Kaniye y Girê Spî fueron ocupadas violentamente, y cientos de miles de personas tuvieron que huir de sus hogares.
Además de los ataques en curso, Turquía inició en 2020 una campaña con drones contra la región. El primero de estos ataques tuvo como objetivo el movimiento de mujeres Kongra Star. El 23 de junio de 2020, tres activistas que trabajaban para organizar a las mujeres en los pueblos y los alrededores de Kobane fueron alcanzadas. Desde entonces, Turquía ha centrado sus ataques con drones en mujeres activistas y políticas que desempeñan un papel clave en la organización de la población y el establecimiento de un sistema democrático en la región.
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Para las mujeres y todos los pueblos sirios, incluidos los kurdos, la caída del régimen de Assad, que ignoraba la diversidad social y sus necesidades y los subyugaba con los métodos más crueles, es un avance significativo. La situación actual ha abierto las puertas a nuevos desarrollos políticos en Siria y en toda la región. La forma en que se siga este camino a partir de ahora será esencial a la hora de crear condiciones de vida iguales y democráticas para todos. Más que nunca, está claro que el objetivo solo puede ser una Siria democrática en la que todas las diferentes comunidades puedan convivir sobre la base de la democracia, la paz y la igualdad.
Con la caída del régimen sirio el 8 de diciembre de 2024, se ha producido un acontecimiento histórico que ha cambiado la situación en toda Siria. Esto plantea importantes cuestiones sobre cómo se configurará el futuro del país. Los ataques coordinados contra Alepo, Hama, Damasco y Homs, que comenzaron el 27 de noviembre, culminaron con el derrocamiento del gobierno de Assad tras 14 años de guerra civil.
Desde la revolución, diversas fuerzas internacionales se han implicado activamente en Siria, reflejando las políticas neocoloniales en Oriente Medio. Entre estas fuerzas se encuentran Rusia, Irán, Estados Unidos, Israel y otros Estados de la OTAN, especialmente Turquía. Cada uno de estos países persigue sus propios intereses geopolíticos y económicos, influyendo en los grupos locales y participando en una guerra por poderes y recursos. En la actualidad, se está desarrollando una guerra de división en Oriente Próximo, que está provocando un nuevo trazado de las fronteras establecidas hace un siglo.
Lo que resulta especialmente preocupante es que el Estado turco y los grupos a los que apoya, como el Ejército Nacional Sirio (SNA) y las bandas de ISIS, han intensificado sus ataques y asaltos contra la DAANES tras la caída del régimen. En Tel Rifat, Shehba, Manbij y Kobane, miles de personas fueron desplazadas a la fuerza, y mujeres, niños y ancianos murieron de hambre, enfermedades y frío. En Kobane y Ayn Issa se produjeron matanzas masivas y cientos de personas fueron capturadas, torturadas y desaparecieron. Turquía está utilizando la situación actual para imponer su política genocida contra la población kurda de Rojava y continuar la anexión gradual del norte de Siria que comenzó en Afrin, Serekaniye y Gire Spi. Quiere eliminar los logros de la Administración Autónoma Democrática. Este proyecto es actualmente la mayor esperanza para la paz y un futuro democrático en la región, que durante décadas ha estado marcada por una guerra entre fuerzas que compiten por la hegemonía sobre el poder y los recursos, un paisaje aterrorizado aún más por las bandas islamistas.
Hayat Tahir al-Sham (HTS) ha asumido recientemente el control de las estructuras gubernamentales en Damasco. Queda por ver hasta qué punto un grupo originario de Jabhat al-Nusra y Estado Islámico, y conocido por emplear métodos igualmente brutales contra la población -especialmente las mujeres-, estará preparado para gestionar esta transición en un futuro próximo.
Hasta ahora, el gobierno de HTS no se ha pronunciado sobre el papel de la mujer o los derechos de la mujer, y hay un silencio general sobre el tema. Pero ya estamos viendo sus posturas a través de sus acciones. Por ejemplo, aunque hasta ahora no ha habido declaraciones públicas ni leyes establecidas sobre los burkas negros, se están distribuyendo a las mujeres en Damasco, Alepo y regiones donde viven cristianos. En otros casos, se pide a las mujeres que se sienten en la parte trasera del transporte público, mientras que los milicianos de HTS exigen a las mujeres que se cubran si se les ven las piernas o los brazos. La única mujer que ocupa un cargo oficial en el gobierno es Ayshe Dibis, responsable de la Oficina de Asuntos de la Mujer. Todavía no se ha puesto en contacto con las organizaciones de mujeres de la región ni ha respondido a sus preguntas. Sin embargo, ya ha dejado muy claro en sus declaraciones públicas cómo ven ella y el nuevo «gobierno» el papel y las tareas de las mujeres: cuidar de sus maridos e hijos en casa.
El nuevo gobierno del HTS se ha mostrado moderado y blando porque todas las miradas están puestas en él. Periodistas, ONG y organizaciones y movimientos de mujeres pueden moverse ahora con mayor o menor libertad en Siria, lo que no ocurría durante el régimen de Assad, pero nos preguntamos cuánto tiempo será así. Sin embargo, como mujeres del norte y este de Siria, estamos decididas a no dar ni un paso atrás. Seguiremos luchando por nuestro modelo social revolucionario y por la libertad de todas las mujeres que lo componen, con todas nuestras fuerzas. Cueste lo que cueste, seguiremos defendiendo por todos los medios los logros de la Revolución de las Mujeres de Rojava como una esperanza para Siria, Oriente Medio y el mundo.
LA AUTORA: Ronahi Hassan es activista por los derechos de la mujer y miembro de Kongra Star. Actualmente es miembro del Comité de Diplomacia de Kongra Star. Ha participado activamente en la organización y la política de la región desde el comienzo de la revolución. Ha estudiado literatura inglesa y actualmente estudia Derecho. Se ha organizado en el movimiento estudiantil kurdo y más tarde fue copresidenta adjunta del Comité Cultural de la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria. Es de Qamishlo.