Las presas de la tristemente célebre cárcel de Evin piden libertad
Medya News – 1 febrero 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
La tristemente célebre prisión de Evin, vestigio de la época de los Pahlavi, se convirtió en escenario de ejecuciones políticas masivas en la década de 1980, tras la revolución de 1979. En la actualidad, sigue siendo un símbolo de la opresión, ya que alberga a 77 presas -entre ellas Pakhshan Azizi y Warisha Moradi- dentro del vasto sistema penitenciario iraní.
La tristemente célebre prisión de Evin, construida durante la época de los Pahlavi en el norte de Teherán, era originalmente un lugar donde se detenía, torturaba y ejecutaba a presos políticos varones. Tras la revolución iraní de 1979 y el aumento del número de mujeres detenidas por motivos políticos, la prisión se amplió para incluir un pabellón exclusivo para mujeres.
Durante la ejecución masiva de presos políticos en 1988, Evin se convirtió en sinónimo de terror, atormentando la memoria de los iraníes, los disidentes políticos y, en particular, los kurdos.
En la actualidad, según el último informe de HRANA, 77 presas -en su mayoría detenidas por motivos políticos- permanecen tras los muros de Evin, mientras que ocho se encuentran en situación de permiso temporal.
En el pabellón de mujeres, más de diez presas políticas tienen más de 60 años, y algunas superan los 70 años. Entre ellas, Raheleh Rahemipour sigue encarcelada a sus 72 años por su oposición política al régimen iraní.
Los informes indican que muchas de estas mujeres padecen enfermedades graves e incurables, como esclerosis múltiple (EM), cáncer, tumores cerebrales y diabetes, y sin embargo se les niega sistemáticamente atención médica y tratamiento esenciales.
Entre los detenidos, Warisha Moradi y Pakhshan Azizi se enfrentan a penas de muerte. Forough Taghipour y Marzieh Farsi han sido condenados a 15 años de prisión, mientras que otros siete cumplen condenas de 10 años.
Varias de las mujeres, entre ellas Fatemeh (Hoori) Ziaei Azad, Azar Kurwandi Mosaizadeh, Zahra Safaei y Moloud Safaei, han sido presas políticas desde la década de 1980. En particular, Azar Kurwandi Mosaizadeh y Zahra Safaei son testigos de la matanza de presos políticos de 1988 y siguen encarceladas en Evin a día de hoy.
La mayoría de las presas políticas son madres. Algunas, como Shiva Esmaili y Zahra Safaei, fueron detenidas junto a sus hijos, condenadas y ahora cumplen sus penas entre rejas. La presa más joven de Evin es Kimia Bani-Adam, de 20 años, a quien recientemente se concedió un permiso temporal.
Siete presas suníes -entre ellas una afgana, dos tayikas, una india y una jordana- están recluidas en régimen de aislamiento total en condiciones terribles e inhumanas.
A Golrokh Iraei, Elaheh Fuladi, Pakhshan Azizi, Maryam Yahyawi, Motaharah Gonae, Vida Rabbani, Warisha Moradi y Zahra Safaei las autoridades de la prisión de Evin les han denegado arbitrariamente las visitas familiares, sin justificación oficial.
Dos de estas mujeres dieron a luz entre rejas, pero tanto ellas como sus hijos están privados de la alimentación, la higiene y las necesidades médicas más básicas. Se les niegan las visitas de sus familias y soportan la crueldad implacable del sistema penitenciario. Mientras tanto, han salido a la luz en el extranjero informes de violencia sexual contra mujeres detenidas, que ponen al descubierto nuevos niveles de brutalidad.
Mientras el aparato de seguridad iraní infunde miedo y silencia a muchos ex presos, se está produciendo un cambio. Inspiradas por la presa política kurda Warisha Moradi, que declaró: «La resistencia de las mujeres debe ser narrada», las ex detenidas han empezado a romper su silencio, relatando las torturas y la incesante presión dentro de la prisión de Evin.
Aunque las prisiones de Qarchak y Qezel Hessar son famosas por sus condiciones aún más deplorables, el recuerdo colectivo de las ejecuciones en masa y el sufrimiento continuado de 77 mujeres en la prisión de Evin mantienen su reputación como una de las prisiones más infames de Irán.