La región del Kurdistán de Irak también necesita de ‘Jin, Jiyan, Azadi’
Kurdish Peace Institute – Kamal Chomani -17 abril 2023 – Traducido por Rojava Azadi Madrid
El levantamiento “Jin, Jiyan, Azadi” en el vecino Irán y el este de Kurdistán ha llamado la atención en la Región Autónoma del Kurdistán en Irak (KRG), ya que las mujeres kurdas e iraníes continúan protestando meses después del asesinato de Jina Amini por parte de la “policía moral” iraní. Sin embargo, si bien las mujeres en el KRG pueden no enfrentar restricciones como el hiyab obligatorio, su propia situación está lejos de ser una fiesta. Muchos argumentan que la región del Kurdistán de Irak necesita su propia ‘revolución de las mujeres’.
En la KRG, las cuestiones de la mujer siempre han estado relegadas a un segundo plano. El movimiento nacionalista kurdo del KRG ha reflejado históricamente la sociedad patriarcal de la región. Los crímenes de honor siguen produciéndose en la sociedad kurda de Irak: hay dos cementerios en Slemani y Erbil dedicados a las víctimas, cuyas familias a menudo se niegan a enterrarlas.
En política, las mujeres son marginadas. Los partidos políticos kurdos limitan la participación de las mujeres a las secciones femeninas de sus partidos. Las activistas participan en las reuniones ceremoniales del partido y a veces reciben cursos sobre actividades como tejer. En todos los partidos políticos, las mujeres siguen siendo figuras periféricas, utilizadas como accesorios en la esfera política en lugar de moldearla activamente. En una contradicción especialmente peligrosa, la presencia de las mujeres se utiliza a menudo para demostrar lo progresista que es el KRG en comparación con el resto de Irak o incluso con toda la región, un claro intento de mejorar la imagen de la región en lugar de mejorar la vida de las mujeres.
El Instituto Kurdo para la Paz habló con la Dra. Rewas Fayaq, portavoz del Parlamento del Kurdistán, quien se mostró pesimista sobre el futuro de los derechos de la mujer en la región.
“En comparación con los primeros años de la década de 2000 y las legislaturas anteriores, durante las cuales los derechos de la mujer fueron defendidos por activistas y organizaciones de derechos de la mujer, así como durante mi mandato como diputada en el Parlamento del Kurdistán, puede afirmarse que actualmente estamos viviendo una fase de regresión en la promoción de los derechos de la mujer. Los retos a los que se enfrenta cualquier política destinada a seguir promoviendo los derechos de la mujer y a reforzar sus logros son aún mayores que hace dos décadas», afirmó Fayaq.
Este fenómeno, añadió, no se refiere al género de la presidencia del Parlamento, sino a la mentalidad y las normas sociales que perpetúan la injusticia contra las mujeres.
“Tras el levantamiento del 5 de marzo de 1991, los líderes políticos utilizaron ideas sobre la democracia y la protección de los derechos y libertades individuales para legitimar su gobierno. Algunos creían realmente en el poder y la energía de las mujeres. Consideraban la causa de las mujeres como una cuestión social más que política, y comprendieron que lograr la igualdad de género llevaría tiempo. Estaban dispuestas a combatir la mentalidad que trataba a las mujeres como ciudadanas de segunda clase y subordinadas a los hombres. Tuvieron cierto éxito, pero desgraciadamente no se persiguió en la medida deseada, y los partidos políticos acabaron por relegar los derechos de la mujer a un segundo plano.»
Hoy, los partidos políticos ya no cuentan con la confianza de la población y carecen de políticas e ideas que puedan guiar a la sociedad. Tienden a alinearse con la mentalidad dominante, en lugar de desafiar la mentalidad retrógrada que rechaza la igualdad de género. Incluso hay voces misóginas que abogan por que el parlamento de KRG reduzca su cuota del 30% para mujeres para igualar la cuota del 25% del parlamento iraquí. Por lo tanto, no soy optimista de que se pueda lograr más. En esta etapa política, creo que salvaguardar lo que se ha logrado hasta ahora es un logro en Kurdistán”.
Las activistas kurdas afirmarían que estos logros existentes son significativos. Si consideramos la representación de las mujeres kurdas en la esfera pública, esto es cierto hasta cierto punto. Sin embargo, las cifras importan. De los 682.000 funcionarios públicos permanentes en el KRG, solo 157.000 son mujeres, alrededor del 23 por ciento. En los niveles más altos de la política, estos números son aún peores. Ninguna mujer ha liderado el KRG como presidenta o primera ministra. La Presidencia de KRG tiene 619 empleados permanentes; sin embargo, solo 83 son mujeres, y ninguna mujer ocupa altos cargos. El KRG tiene un consejo superior encargado de promover los derechos de las mujeres, aunque este consejo es ampliamente visto como un esfuerzo por mejorar la imagen del gabinete del primer ministro Masrour Barzani. El presidente de KRG, Nechirvan Barzani, quien a veces es considerado por los medios occidentales y las autoproclamadas feministas partidistas en el KRG como un estadista a favor de la mujer, no tiene asesoras femeninas de alto nivel. Las mujeres están mejor representadas en el parlamento gracias a una ley que exige una cuota del 30 por ciento para mujeres. De sus 684 empleados, solo 205 son mujeres.
Con niveles más altos de igualdad de género, el KRG podría tener tasas más bajas de pobreza, mejores resultados de atención médica y más crecimiento económico. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que la tasa de desempleo en el KRG es del 18 por ciento, aunque el propio KRG y las ONG calculan cifras diferentes. Para las mujeres, la cifra se duplica. El KRG no tiene estadísticas fiables sobre el desempleo y la pobreza: la tasa de pobreza podría superar el 20 por ciento. Como muestra la investigación, son las mujeres las que pagan el precio más alto por la privación económica.
Los desafíos económicos no son el único problema en el que la falta de recopilación de datos por parte del KRG ha perjudicado los esfuerzos de las mujeres por impulsar el cambio. Las activistas por los derechos de las mujeres exigen la publicación de estadísticas sobre los feminicidios, pero el KRG no las ha publicado. Una activista informó que se sabía que 44 mujeres habían sido asesinadas en 2022, pero que ese número podría ser mayor, y esta es la razón por la cual el KRG no informa.
Por supuesto, la trayectoria no es en blanco y negro. El Kurdish Peace Institute habló con Begard Talabani, la Ministra de Agricultura y Recursos Hídricos del KRG. En su opinión, tener una mujer como ministra ha valido la pena en la configuración de ciertas políticas. Si el ministerio no hubiera sido dirigido por una mujer, es posible que las políticas que consideran a las mujeres no se hubieran iniciado en primer lugar. Por ejemplo, Talabani dice:
“Cuando me convertí en Ministra de Agricultura y Recursos Hídricos, abrí una nueva dirección en mi ministerio llamada Dirección de Igualdad de Género para garantizar que las mujeres reciban una mejor representación. Ahora, las mujeres representan alrededor del 35% de mi ministerio. Tenemos una consejera y tres directoras generales. Contamos con una política estratégica de igualdad de género y empoderamiento de la mujer en el ministerio. Hemos intentado que las mujeres lideren ciertos puestos en el ministerio. También estamos tratando de impulsar políticas que ayuden a las mujeres a obtener independencia económica, a pesar de que la agricultura es un sector dominado por hombres en Kurdistán. Creo que las mujeres no serán independientes si no tienen una fuente económica independiente”.
Begard Talabani ha sido cuestionada y rechazada por el parlamento y el gobierno por establecer la Dirección de Igualdad de Género, y ninguno de los ministerios o presidencias de la región del Kurdistán ha hecho lo que ha hecho ella. El Comité de Agricultura del Parlamento de Kurdistán quería que se cerrara la Dirección, pero Talabani lo rechazó.
Esto sugiere que la subrepresentación de mujeres en puestos de liderazgo en el KRG, particularmente en los tres principales puestos de liderazgo del mismo, no solo perpetúa la discriminación de género en la política, sino que también impide el progreso y el desarrollo general de la región. Invertir en la igualdad de género y permitir que las mujeres participen de manera significativa en los procesos de toma de decisiones beneficiará no solo a las mujeres sino también a toda la sociedad, una sociedad que no ha progresado bajo un liderazgo dominado por hombres.
En este contexto, otras feministas han cuestionado si buscar representación en un sistema dominado por hombres debería ser una meta en primer lugar. Una fue Nagihan Akarsel, académica feminista kurda y miembro fundadora de la Academia Jineolojî en Suleymaniah. Akarsel fue asesinada por presuntos agentes de inteligencia turcos en octubre de 2022. Su asesinato no recibió mucha atención por parte de las feministas liberales y partidistas. Si bien algunos pueden atribuir esto a su proximidad ideológica con el PKK, es posible que eso no cuente toda la historia. Muchas de estas feministas aceptan o incluso apoyan la lucha del PKK por los derechos de los kurdos en Turquía. Sin embargo, evitan comprometerse con las teorías de Jineoloji y Öcalan sobre la libertad de las mujeres en su propio contexto, una señal de que su activismo por los derechos de las mujeres no puede trascender las líneas partidistas.
Nagihan Akarsel también se oponía a las jerarquías y los intereses de clase que defienden muchas feministas liberales en el KRG. Ella creía que la libertad de las mujeres va más allá de la inclusión en instituciones dominadas por hombres de élite y libertades sociales en un contexto patriarcal más amplio. Incluso si las mujeres en el KRG encontraran la libertad de los confines del patriarcado impuesto por la sociedad, el Estado mismo seguiría siendo patriarcal: las políticas del KRG reflejan el poder de toma de decisiones de un grupo selecto de hombres de élite. Las feministas liberales priorizan asegurar los trabajos del Estado en lugar de presionar por la redistribución de la riqueza, la eliminación de la desigualdad social y económica y la separación del Estado de la autoridad patriarcal. Muchas se contentan con obtener fondos de Europa o Estados Unidos para hablar sobre los problemas de nuestra sociedad sin atreverse a abordar las raíces del problema.
La negativa de las feministas liberales y partidistas a reconocer las voces de las mujeres de aldeas remotas y su aceptación de la pobreza como una ley natural contrasta marcadamente con las opiniones de feministas como Nagihan. Ella creía en el poder de las mujeres para participar en la configuración de sus propias vidas y destinos, independientemente de su origen socioeconómico. Su asesinato es un claro recordatorio de la lucha en curso por los derechos de las mujeres y la necesidad de que las feministas den prioridad a las voces y necesidades de todas las mujeres, independientemente de su estatus social o situación económica. Es hora de que las feministas liberales reconozcan las limitaciones de su enfoque y apoyen una agenda feminista más integral que priorice las necesidades de todas las mujeres, independientemente de su origen socioeconómico o ubicación geográfica.
Incluso aquellas mujeres que luchan por el cambio desde dentro del sistema reconocen la necesidad de un cambio cultural más profundo. Como dijo la Dra. Fayaq: “En el pasado, hubo voluntad política para oponerse a esta mentalidad [patriarcal], lo que resultó en la aprobación de varios proyectos de ley, incluida una ley que criminalizaba la violencia doméstica, enmiendas al código penal, el establecimiento de un cuota del 30% para mujeres, y la imposición de la pena capital para los perpetradores de “asesinatos por honor” de mujeres. Sin embargo, la tendencia actual de degradar a las mujeres bajo el pretexto de la justificación religiosa va en aumento. Actualmente no hay voluntad política o movimiento social para desafiar esto, y tiene poco valor para la élite”.
En su opinión, presionar por nuevas leyes en ausencia de un cambio social podría ser contraproducente: “En consecuencia, corresponde al Parlamento proteger los logros existentes, y el énfasis debe estar en la implementación de las leyes existentes, en lugar de buscar nuevos derechos que pueden verse amenazados por el riesgo de ser desmanteladas”.