La lucha contra el Covid-19 en el norte y este de Siria
Fuente: La Tinta
Autora: Sara A. de Ceano-Vivas Núñez
La pandemia del coronavirus azota regiones de todo el mundo, poniendo al límite o sobrepasando los sistemas sanitarios de muchos países. Para una región como el norte y este de Siria, que sufre una guerra de más de nueve años, esta pandemia es, simplemente, imposible de contener sin ayuda internacional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya anunció a la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES) que, debido a falta de reconocimiento oficial, no va a aportar, ni siquiera durante esta crisis, una ayuda directa a la región. Esto supone dejar todos los recursos que la OMS destina a Siria en manos del régimen del partido Baaz. Hasta el momento, el régimen sirio ha recibido de la OMS 1.200 test de detección del Covid-19. Además, debido al veto que China y Rusia impusieron en el Consejo de Seguridad de la ONU, desde enero de este año, no existe ninguna ruta directa para hacer llegar las ayudas del organismo internacional al norte y este de Siria si no es, una vez más, a través del gobierno de Bashar Al Assad o las regiones bajo la influencia de Turquía.
Hasta el momento, no ha habido ningún caso de coronavirus confirmado en el norte y este de Siria, ya que, simplemente, no existe ninguna máquina de test PCR que pueda ser utilizada. La única máquina que existía fue perdida en el hospital de Serekaniye durante la invasión que el Estado turco y su ejército de mercenarios iniciaron el pasado octubre de 2019. Según fuentes oficiales, existen, por el momento, siete posibles casos que están mostrando los síntomas propios de la enfermedad y que ya han sido aislados como medida de prevención.
La AANES está aplicando soluciones circunstanciales a través de controles de temperatura y haciendo los llamados test rápidos. Dichos test miden los niveles de glóbulos blancos en la sangre y pueden llegar a indicar si no tienes la enfermedad, aunque se ha comprobado repetidamente que dichos test pueden llegar a tener hasta un 50% falsos positivos. La OMS obliga a la AANES a enviar todos los test realizados a Damasco, para que sea este quien se los entregue a la OMS y de nuevo vuelva a hacer el mismo recorrido con los resultados de las pruebas. Las autoridades médicas han reportado al Centro de Información de Rojava (RIC), que Damasco se niega a recoger pruebas de la región del norte y este de Siria, mientras que una fuente del gobierno de los EE.UU. ha expresado dudas de que Damasco esté testando en absoluto las muestras que recibe de dicha región.
El norte y este de Siria ha sufrido de manera casi intermitente un conflicto bélico desde que estalló la contienda en 2011. La guerra contra el Estado Islámico (ISIS) y otros grupos yihadistas, sumado a las brutales invasiones llevadas a cabo por el Estado turco en las regiones de Afrin, Serekaniye y Gire Spi, ha dejado un sistema de salud paupérrimo. Para una población del alrededor de cuatro millones de personas, existen solo 40 respiradores, de los cuales tres de ellos se encuentran en campos de refugiados. Se calcula que la región acoge a unos 600 mil desplazados, de los cuales 200 mil residen en campos de refugiados.
La AANES está tratando de aumentar el número de camas para casos leves y moderados en los diferentes cantones, pero, en toda la región, solo hay 35 camas de UCI’s. El número de sanitarios en el norte y este de Siria siempre ha sido muy bajo desde que comenzó la guerra. Según las estimaciones del RIC, no se llega al mínimo de 22 profesionales sanitarios por cada 10.000 personas y ni al mínimo de 10 camas por el mismo número de habitantes. Si una expansión del virus llega a producirse, las cuarentenas tendrán que realizarse en tiendas de campaña en la calle.
Desde el anuncio de la expansión del virus en los países colindantes, la AANES ha tratado de blindarse para prevenir la pandemia, tomando como medidas el cierre de la frontera de Semalka -con el Gobierno Regional del Kurdistán (norte de Irak)- e imponiendo una cuarentena desde el pasado 23 de marzo. Asimismo, está controlando con test rápidos a todas las personas que viajan desde Damasco a la región. Pero, lógicamente, el estilo de vida de grandes familias conviviendo bajo un mismo techo, o la miserable situación de los miles de desplazados en los campos, hace difícil -sino imposible- el confinamiento efectivo. Por ello, es necesario que la OMS trabaje directamente con la AANES y las ayudas no queden a merced de intereses políticos partidistas en una situación de emergencia mundial. Así como que las ONG’s que trabajan realmente sobre el terreno puedan tener acceso a las ayudas del Plan de Respuesta Humanitaria Global de Covid-19, que ha puesto a disposición dos billones de dólares para controlar la pandemia.