La guerra sucia del estado turco contra el movimiento kurdo. Parte 1.
Revista realizada en Septiembre de 2015 por el BLOG NE VAR NE YOK? y por el colectivo MARSELLA-ROJAVA (marseille-rojava@riseup.net), y traducida en mayo de 2016 por ROJAVA AZADÎ. Debido a su extensión se publicará en partes.
INTRODUCCIÓN
Hace tan sólo dos meses, la prensa y los políticos de Occidente de cualquier tendencia ideológica colmaban de felicitaciones a esos «simpáticos» kurdos por su coraje para con el Estado Islámico y su valentía en este confl icto asimétrico. Pero, a mediados de verano, a fi nales de julio, el presidente y dictador turco Recep Erdoğan, apoyo oficioso del EI, decidió cambiar la estrategia debido al espectacular progreso del movimiento social de liberación kurdo y emprender lisa y llanamente una guerra contra el «terrorismo kurdo». Y el Daesh, evidentemente, no cabía en sí de gozo.
Occidente, ese mundo capitalista, cristiano y demócrata, se refugió desde ese momento en ese silencio cómplice, que sigue guardando tan bien hoy día, para no ofender a su aliado turco en la OTAN. Desde el pasado 20 de julio, apenas se ha dicho nada sobre la sucia guerra colonial que el Estado turco ha vuelto a declarar al Kurdistán. Ni una palabra sobre la oleada de arrestos que se llevaron a cabo en toda Turquía a miles de militantes comunistas kurdos o turcos. No se ha comentado nada acerca de los bombardeos de los combatientes kurdos del PKK que luchaban contra las bandas fascistas del Estado Islámico. Ni tampoco sobre los cientos de civiles kurdos asesinados en dos meses a manos del ejército turco o durante los linchamientos que organizaron los fascistas turcos.
Esta revista es una modesta contribución como muestra de solidaridad con el movimiento kurdo, movimiento que Erdoğan ataca duramente en estos momentos porque, además de complicarle sus ambiciosos planes, representa un peligro para el clásico modelo capitalista autoritario que el mundo comúnmente conoce. La difusión de información sobre esta situación no es más que el comienzo. Lo ideal sería que nos organizáramos colectiva y masivamente para presionar por todos los medios al Estado turco y romper su silencioso apoyo.
En estas páginas hemos reunido una serie de textos procedentes de varias páginas web, como kedistan.fr, susam-sokak.fr, nevarneyok.noblogs.org, y del periódico francés CQFD. Este conjunto de textos no constituye un estudio exhaustivo, pues en ellos tan sólo se abordan brevemente las diferentes manifestaciones por la paz que se han realizado en Turquía y los reiterados ataques del régimen en contra de la extrema izquierda turca. Los primeros artículos sirven para recontextualizar los acontecimientos y, el resto de textos (testimonios, traducciones de declaraciones, etc.) ayudarán a comprender mejor el infernal ambiente de guerra civil en el que desgraciadamente está sumergido Turquía.
¡SOLIDARIDAD CON EL MOVIMIENTO Y LA REVOLUCIÓN DEL KURDISTÁN! ¡SOLIDARIDAD CON KOBANÊ Y ROJAVA!
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TURQUÍA: ERDOGAN LIBRA SU GUERRA SUCIA
SEPTIEMBRE DE 2015, CQFD, Nº35
El 20 de julio de 2015, en Suruç, ciudad turca fronteriza con Siria, un atentado suicida acabó con la vida de 33 jóvenes que habían acudido para ayudar a la reconstrucción de Kobanê. Erdôgan usó como pretexto el impacto que causó esta masacre para conseguir la firma en blanco por parte de la OTAN y así poder declarar la guerra al terrorismo y emprender un ataque contra… el enemigo kurdo que habita en Turquía.
Engin Sustam, investigador en el ámbito de la sociología y especialista en el tema de los kurdos en Estambul, ha seguido de cerca el avance del verano pasado que se percibe hoy en día en Turquía: «En Suruç he perdido a dos de mis estudiantes. Cientos de jóvenes y estudiantes kurdos de diferentes organizaciones —anarquistas, miembros del partido prokurdo HDP, militantes del colectivo LGBT, etc.— acudieron a la llamada del SGFD (una organización de extrema izquierda) y se juntaron para ir a Kobanê y construir parques y organizar talleres de pintura para niñxs, crear una biblioteca para los jóvenes, etc.». Según los testigos, justo después de que el kamikaze se inmolara en medio de los activistas, la policía turca impidió el acceso de las ambulancias que llegaron para socorrer a las víctimas y roció a lxs heridxs con gases lacrimógenos.
Lxs militantes prokurdos básicamente piensan que la masacre de Suruç —que el Daesh no ha reconocido, pero que el poder ha atribuido al grupo terrorista— ha sido en realidad fruto de una manipulación del Estado profundo turco. Engin recuerda que antes de Suruç, a principios de junio, en Diyarbakir (ciudad situada a más de 1300 km de la capital) «hubo un doble atentando durante un meeting electoral del HDP que dejó muchos muertos y varios heridos» y que en mayo «el AKP (el partido que estaba en el poder) paralizó unilateralmente el proceso de debate con el PKK, iniciado en 2013, con el pretexto de que el Partido de los Trabajadores era demasiado exigente en sus reivindicaciones».
Antes el Daesh que el PKK
A pesar de las numerosas negaciones por parte del gobierno islámico y conservador, la excesiva indulgencia que éste ha mostrado hasta hace bien poco hacia el Daesh está documentada. En noviembre de 2014, en la página web del Huffi ngton Post, el Instituto de estudio de los derechos humanos de la Universidad de Columbia (Nueva York) —que se encuentra cerca del Departamento de Estado de EE. UU.— publicó un informe en el que constaba una serie de indicios de confabulación: envío de material militar y logístico por parte de militares turcos para el EI, transporte de petróleo a través de oleoductos ilegales en las zonas controladas por el Daesh y Turquía, libre circulación de yihadistas entre Turquía y Siria, 7 dedicación de cuidados a combatientes heridos con falsas identidades en hospitales turcos, etc. Un miembro del gabinete político del AKP, Selim Yamur, incluso publicó el siguiente comentario en Facebook sin tapujos: «Gracias a Dios que el Estado Islámico existe… Ojalá que nunca os falte munición».
De hecho, desde el 20 de julio, los únicos blancos de la represión del poder turco son lxs miembrxs del PKK y lxs habitantes kurdxs del sudeste del país, los movimientos de oposición legales prokurdos y de extrema izquierda; también hay algunos medios de comunicación y redes sociales que son objeto de censura. La jugada de Erdoğan persigue dos objetivos: por una parte, frenar el proceso de autonomía reforzado por el sistema del Rojava —región en la que los milicianxs de las YPG y de las YPJ son lxs únicxs que luchan en tierra contra el Daesh— y, por otra parte, minar la resistencia del HDP, partido prokurdo que obtuvo el 13% de los votos en las últimas elecciones legislativas y que ha hecho tambalear el gobierno autocrático del presidente turco al conseguir que perdiese la mayoría absoluta. Debido al resultado de las elecciones en junio, Erdoğan decidió convocar nuevas elecciones sin el visto bueno del Parlamento. «Si Dios quiere, Turquía volverá a las urnas el 1 de noviembre» —dijo el pasado 21 de agosto al salir de una mezquita en Estambul. A base de provocar enfrentamientos y de equiparar a los terroristas del Daesh con el PKK, espera que aflore un sentimiento patriótico que le permita recuperar la mayoría absoluta en las elecciones de noviembre. Para Engin, el mensaje del dicho latino «divide y vencerás» es evidente: «la ofensiva del AKP contra los kurdos es una forma de atraer a la sociedad turca para intentar reforzar un Estado autoritario y nacionalista que se desmorona».
Lo primero que hizo Erdoğan fue bombardear la zona que rodea las montañas Qandil, santuario de la guerrilla y situadas en territorio iraquí, y retomar las brutales acciones que se adquirieron durante guerra sucia de los años 90. Por ejemplo, Ekin Van, combatiente del PKK fue torturada, desnudada y ejecutada a manos de asesinos que, después, colgaron una foto del cadáver en las redes sociales como si de un trofeo se tratase. El presidente turco prometió «perseguir la injuria hasta acabar con los terroristas», pero ahora es la población civil la que está en medio del atolladero. A principios de agosto, Amnistía Internacional le atribuyó a la aviación turca la muerte de ocho civiles durante el bombardeo que sufrió Zergele, ciudad cercana a Qandil, la noche del 1 de agosto. Y el 27 de agosto, en Yüksekova, ciudad rodeada de tanques, murieron muchos civiles, entres los que había ninxs, durante una manifestación contra el toque de queda que decretó la Prefectura. La policía intentó bloquear la hospitalización de los heridos.
Los ataques de las fuerzas de la represión de Turquía no se han quedado de brazos cruzados. Más de 70 policías y militares han perdido la vida en los combates y atentados atribuidos al PKK. El recuento de muertos de la guerrilla se traduce en una batalla de cifras, por lo que es complicado dar un número exacto. Pero, para Erdoğan, lo que resulta más devastador es el hecho de que hay un sentimiento de desperdicio humano que aumenta en su base electoral. Tal y como apuntaba Naz Oke en la página web Kedistan.fr, «El pueblo ya ha tenido bastante, ha visto a sus hijos morir por políticos y corruptos en el nombre de “causas” que ni siquiera comparten. No olvidemos que son las mismas personas que eligieron al AKP en su momento, cansadas de un gobierno kemalista, socioliberalista y corrupto. Y los meapilas del AKP aparecen como si a su vez se estuvieran repartiendo el pastel. La guerra de los ataúdes». Así expresaba este teniente coronel su indignación contra el gobierno el pasado 23 de agosto durante el funeral de su sobrino, que murió en Sirnak en un ataque del PKK: «¿Quién es el asesino? ¿Quién es el culpable? ¿Por qué aquellos a los que ayer se les llenaba la boca hablando de paz, ahora dicen que hay que ir a la guerra cueste lo que cueste? ¡Que vayan ellos a luchar!». En un país que vive el declive del boom económico de la década anterior, el desorbitado coste de la guerra puede jugar en contra de la mortífera política de Erdoğan.
Destruir la autonomía
La estrategia del PKK también da cabida a la especulación. Unos estudiantes de extrema izquierda de Estambul aluden a una posible tensión en el movimiento kurdo entre, por un lado, los apoístas y los militantes del HDP, que quieren seguir con el proceso de paz que inició el líder Abdullah Apo Öcalan, que cumple condena, y, por otro, un grupo de ideas más duras y separatistas y que está dispuesto a retomar la lucha armada. El 23 de agosto Selahattin Demirtas, el líder del HDP, propuso un alto el fuego bilateral e incondicional: «Pensamos que no queda otra alternativa. No debe haber más muertes kurdas, militares, ni del bando de la guerrilla ni del de la policía». Por su parte, Cemil Bayik, uno de los fundadores del PKK que se refugió en las montañas de Qandil durante 35 años, se niega a que haya una división dentro del movimiento 1 . Además, declara que «se opone a la división de Turquía y, en general, al concepto de ‘Estado-Nación’ y de ‘frontera’» 2 ; considera que el Estado turco es el único responsable de que se haya roto el alto el fuego y reclama la intervención de Estados Unidos para que suavice el empeño de Erdoğan en la guerra. Para Engin, la escición del movimiento kurdo supondría una «visión estambulita. Es evidente que el movimiento kurdo es heterogéneo (HDP, leninistas, anarquistas, apoístas, etc.), pero eso hace necesaria una constante interacción entre todos ellxs.»
El periódico francés CQFD ha contactado con Orhan, un miembro de la red de asambleas populares de Diyarbakır que ha sido testigo del clima que se respira y que se ha esparcido por las regiones kurdas. Y comenta lo siguiente: «La sucia guerra que se está librando en Bakur (Kurdistán del Norte, esto es, el sudeste del territorio turco) es sangrienta. Se trata de jóvenes que, respaldados por el pueblo, se rebelan. El ataque militar de Erdoğan se tendrá que enfrentar cada vez más a la determinación de los kurdos, que tienen un gran bagaje de resistencia. Esto solamente puede conducir a la derrota ideológica del Estado turco»..
Según una investigación de la Comisión de los derechos humanos del HDP, se han asesinado a 78 civiles kurdos, 1628 están en detención preventiva, 298 están encarcelados y se ha atacado contra 9 locales del partido. Las personas arrestadas —como ‘medida preventiva’ durante una operación contra las asambleas sospechosas de separarse de las instituciones kurdas que se ha llevado a cabo en una decena de distritos de Silopi y Cizre, provincia de Sirnak— son principalmente coalcaldes3 de ciudades que están al mando del HDP a los que se les ha acusado de intentar «destruir la unidad nacional». «El proyecto de confederalismo democrático consiste en construir la autonomía democrática desde abajo a través de un sistema de asambleas. El Estado lo ha entendido y hace todo por impedir que el pueblo retome el poder» —explica Orhan.
Para Engin, la situación ha sembrado un sentimiento general de confusión y desarraigo, y dice: «Todo el mundo, incluidos los kurdos, van a ciegas. Nadie sabe si todo esto va a acabar en una auténtica guerra civil o si aún puede amainar la cosa. En cualquier caso, la gran mayoría piensa que Erdoğan ha perdido los estribos. Cada día pierde apoyo electoral, lo que le llevaría a una derrota en las elecciones de noviembre». Así que no está claro que lo peor esté por venir.
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TURQUÍA, ¡SOS!
9 DE SEPTIEMBRE DE 2015, KEDISTAN.FR
Al jugar con fuego se corre el riesgo de movilizar a toda una región. La fi rma en blanco que se le ha concedido a Erdoğan en Turquía, a cambio de prometer que dedicaría más tiempo y pondría más medios a disposición para luchar contra el Daesh, no es sino otra etapa criminal más de la política de la OTAN en la zona.
Desde 2014, el gobierno de Erdoğan ha viajado por varias capitales europeas, entre ellas París, para defender la idea de que es necesario crear una zona segura en la frontera entre Siria y Turquía. Todo el mundo sabe que esta zona abarca parte de las regiones kurdas liberadas de Siria, lo que explica las escasas ganas, más que la complicidad con el Daesh, que el ejército turco tenía durante el asedio de Kobanê. Lxs combatientes kurdxs sirios han liberado desde entonces Kobanê y una franja fronteriza. De esta forma, se consiguió obstaculizar momentáneamente una vía importante para el Daesh para pasar ilegalmente el petróleo que va a parar a las refi nerías europeas, así como las armas. Los campos de refugiados también están presentes y el proyecto de Erdoğan pretende mantenerlos ahí durante bastante tiempo. La OTAN, por su parte, había condicionado con ese documento fi rmado en blanco que hubiera un Ejército Sirio Libre. Desde que se dio esta luz verde, Erdoğan ha iniciado un ataque «antiterrorista» contra esta zona liberada del Daesh y contra el repliegue de tropas iraquíes del PKK, partido kurdo. Las derrotas contra el Daesh se pueden contar con los dedos de la mano, eso es algo que ningún dirigente europeo puede negar; mucho menos aquellos que públicamente han apoyado «el proyecto».
Los gobiernos europeos no pueden ignorar por más tiempo el contexto político interior de Turquía. El fracaso del presidente Erdoğan durante las últimas elecciones, en las que no ha conseguido la mayoría absoluta necesaria para realizar los cambios institucionales que pretendía, es la mejor causa que permite comprender la estrategia de caos que se ha puesto en marcha en Turquía desde julio. El responsable de este fracaso electoral es el partido HDP —partido todavía joven y que integra a un dirigente que es un antiguo candidato kurdo a las elecciones presidenciales— que ya cuenta con el apoyo de los demócratas turcos y de la izquierda. Hoy día este partido es una especie de frente que ha unido a los defensores de las luchas contra el poder del AKP, de las luchas ecológicas, de las emblemáticas protestas de Gezi, de los combates de todas las minorías turcas —incluidas las religiosas— y de los militantes de la izquierda democrática. En las últimas elecciones logró alrededor del 13 % de los votos y la mayoría en las ciudades del este, que cuentan con una amplia población kurda que ya está harta de tantos confl ictos. Es debido a esa situación de relación de fuerzas, y a la imposibilidad de crear un gobierno de coalición mayoritaria, que la constitución conducía a unas nuevas elecciones el pasado 1 de noviembre. Con la idea en mente del «divide y vencerás» y con el AKP acorralado, el presidente del mismo decidió aplicar una estrategia de choque: rompió unilateralmente la tregua militar con el PKK y abandonó cualquier posibilidad de negociación. Ofi cialmente, la paz civil quedó amenazada. No se puede decir que eso tuviera algún efecto en el curso de las cosas para la OTAN y los países miembros. Se dedicó incluso alguna que otra felicitación por «contribuir a la lucha contra el terrorismo».
Ataques y bombardeos en varios barrios perpetrados por la policía y el ejército, asesinatos a defensores kurdos del PKK y a civiles. Se ha iniciado una guerra contra los civiles con un fi n electoral. Todo esto puede parecer tan disparatado como si obra del Padre Ubú fuera, pero en Turquía —país grande— se entremezcla el respeto institucional de fachada, los abusos militares contra los civiles y las salvajes represiones policiales: una violación de los derechos fundamentales en toda regla. Los combates, los confl ictos y las resistencias violentas y armadas están causando estragos tanto al este como en las metrópolis, aisladamente o en las ciudades y provincias ocupadas del este precisamente, Las balas y bombardeos han derribado a militares, combatientes del PKK, civiles, mujeres y muchos niños, y el número de heridos sigue en aumento.
Una gran parte del pueblo kurdo y turco ha estado hasta ahora reivindicando la paz civil y condenando cualquier tipo de guerra que los medios de comunicación antidemocráticos han ido transmitiendo. La campaña electoral que Erdoğan y sus ministros han realizado en el cementerio se ha vuelto en su contra. A pesar de todo, unos sondeos fi ables pronosticaban una remontada del HDP y de los partidos democráticos, y una caída para los ultranacionalista del AKP. El clima de guerra que se respira en los barrios de las metrópolis, así como en provincias enteras, se entremezcla con la rutina de la vida cotidiana y el ambiente de 11 preparación de elecciones; un clima que se ha traducido en saqueos, revueltas y ataques a locales del HDP.
Una vez que el PKK había dejado de lado esa actitud de defensa popular y consideraba que se encontraban en un estado de guerra, a pesar de las diferencias que se han dado en el HDP, una operación hizo que todo estallara y Erdoğan emprendió una contraofensiva de represalias y ofensiva ideológica en apoyo a los ultras. Podríamos hablar de «noches de cristal» para referirnos a estos hechos en los que también se atacó a la prensa democrática y a los locales de los partidos liberales. La muerte del pequeño Aylan despertó violentas críticas contra los dirigentes europeos por parte de Erdoğan, duras protestas sobre las reacciones que estos han tenido. Además, sabemos que Erdoğan ha vaciado las calles de Turquía y ha enviado muchos refugiados kurdos de Siria a Grecia durante las últimas semanas.
Permanecer callado ante esta amenaza de guerra civil y esta toma de poder sería criminal. Y, en unas semanas, resultaría imposible acudir al rescate de los partidos demócratas, afectados por la violencia. Hay una relación entre el tema de los refugiados, la política del golpe de Estado y la represión xenófoba.
Una alerta no es sufi ciente.
Es de urgente necesidad conseguir que el movimiento de solidaridad con lxs refugiadxs comprenda que esta situación lo único que hace es empeorar las cosas, y que hay que denunciar estas políticas regionales. Los Estados europeos han avanzado y han cambiado un poco, unidos por una emoción común. Hay que ir más lejos y condenar más aún el gobierno de Erdoğan ante la comunidad internacional, aunque sepamos que no servirá de nada. Es preciso expresar la voluntad de que se pare la guerra contra los civiles en Turquía y, a falta de ver al Daesh metido en esos sucesos, apoyar a los pueblos presionados contra del gobierno francés. Además, conocemos la turbia relación que hay entre el AKP y estos criminales. No hay nadie que no sea víctima de estos «tipos» conocidos en todo el mundo, pero quedarse de brazos cruzados y hablar sobre la revolución que no viene no sirve de nada.
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REPRESIÓN Y ASESINATOS: ALGUNAS CIFRAS…
10 DE SEPTIEMBRE DEL 2015, SUSAM-SOKAK.FR, FRAGMENTO DE UN ARTÍCULO DE SENDIKA.ORG
Según el informe llevado a cabo por la sección de Estambul de la Liga de Derechos Humanos, desde el atentado de Suruç (20 de julio de 2015) 2411 personas fueron detenidas y 269 encarceladas. […] 4 niños, de los cuales uno de 3 años y otro de 6, fueron detenidos; tanto como un periodista. 42 personas fueron heridas y un ciudadano de Rojava (el Kurdistan de Siria) fue matado. 70 personas detenidas fueron torturadas (entre ellas una mujer) y uno de lxs prisionerxs murió de los malos tratos recibidos. Se señala por lo menos un caso de violación. A parte, en las cárceles por lo menos un suicidio y doce defunciones. Los asesinatos se multiplican todos los días, la cantidad de muertos aumenta sin parar desde el comienzo de los combates. En quince departamentos, 180 regiones fueron declaradas regiones de seguridad (OHAL), en particular Ardahan, Kars, Iğdır, Erzurum, Erzincan, Dersim, Ağrı, Van, Hakkâri, Şırnak, Muş, Bitlis, Amed [Diyarbakır], Batman, Mardin, Urfa, Antep ve Kilis illerini kapsamıştır. Varto, Şemdinli, Dersim, Yüksekova, Çukurca, Silvan, Cizre, Silopi, Nusaybin, Sur, Lice. Está prohibido salir a la calle sin autorización. En los departamentos de Erzurum, Tokat, Ordu, Mersin y Eskişehir se vieron numerosos progroms contra Kurdxs. La mayoría de las victimas son obreros temporales. Durante una rueda de prensa acontecida en Estambul, uno de los responsables de la Liga, Hulusi Zeybel, insistió: «En Turquía, se quiere asesinar a personas porque hablan kurdo. Los acontecimientos horribles que vivimos en estos momentos deben interpelar no sólo los movimientos democráticos, sino también las organizaciones internacionales.»
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