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La falacia de la economía política

16 octubre 2025 – Editado por Rojava Azadi Madrid

Entre los años 2008 y 2011, desde su celda en la prisión de alta seguridad en la isla de Imrali (Turquía), Abdullah Öcalan escribió Manifiesto por una Civilización Democrática, conocido popularmente como "Defensas", ya que fue enviado al Tribunal de Apelación del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, reclamando su derecho a un juicio justo. Esta obra, compuesta por cinco tomos, recoge el pensamiento del líder kurdo y presidente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán.
Los tres primeros tomos han sido publicados en castellano por Descontrol Editorial, y próximamente lo será el cuarto, del que ofreceremos algunos extractos en nuestra página en diferentes entradas.

«La economía política occidental se ocupa principalmente, en relación con la sociedad, de las distorsiones y profecías científicas producidas en otras disciplinas. Necesita estas falsificaciones y profecías. Se trata de una acumulación de capital diferente y más desarrollada y de tasas de beneficio más elevadas. La ciencia de la economía política intenta ocultar este hecho en lugar de explicarlo. Por esta razón, se puede considerar como una versión contemporánea de la narrativa mitológica.

El problema económico básicamente comienza con la exclusión de la mujer de la economía. La economía en sí misma tiene que ver con la nutrición. Sin embargo, según la economía política, incluido El Capital de Karl Marx, los beneficios, rendimientos, intereses y salarios constituyen el objeto fundamental de la economía. No es una ciencia, sino una disciplina acorde con los fines lucrativos de la burguesía. La vida económica organizada en base al beneficio se impone sobre la sociedad. Organizar la vida humana de acuerdo con el beneficio conduce al poder más brutal. El concepto de “biopoder” de Foucault expresa de alguna manera este hecho. A lo largo de la historia, todas las sociedades han sido escépticas ante las acumulaciones de bienes y dinero por encima de sus necesidades, y no han dudado en redistribuirlas a los necesitados tan pronto como han tenido la oportunidad. No en vano se vincula con “el mal”, a través del juicio moral de la sociedad, cuando la acumulación de dinero se lleva a cabo para enriquecer a algunos grupos e individuos, y no como un excedente que se reserva para utilizar en caso de desastres. Se consideraba la mayor inmoralidad hipotecar un valor que debía mantenerse sagrado, como la vida humana, en beneficio de los acumuladores. Es este fenómeno el que la Modernidad Capitalista de Occidente busca justificar a través de innumerables artículos legales y aparatos de poder. El Leviatán, que se menciona en la Biblia y simboliza a un monstruo que amenaza a la sociedad, apunta esencialmente a este fenómeno. El conjunto de fenómenos que no son económicos, y que, por el contrario, perjudican la economía, se presentan como ciencia bajo el nombre de Economía Política. El gran esfuerzo de Marx por racionalizar la economía política británica deriva en la antieconomía, no en economía. Llamarlo economía sería poco ético, no solo en una sociedad socialista, sino en cualquier sociedad. Marx, al tratar de poner la filosofía de Hegel sobre sus pies, la hizo caer boca abajo. En definitiva, las operaciones de acumulación de capital y beneficios que se realizan en el mercado sientan la base de problemas económicos sin precedentes en la historia.

Una vez más, debo señalar que no hay incoherencia en oponerse al mercado y tratarlo como una herramienta de fetichismo de la mercancía, ya que satisface las necesidades imperativas de nutrición, vestimenta, transporte y refugio para las personas. En este sentido, el mercado es una buena y necesaria herramienta económica. No es a esto a lo que uno debe oponerse. Por un lado, los mercados juegan con los precios y, por otro, se oponen al sistema de beneficios excesivos causado por el transporte de mercancías a través de largas distancias, es decir, al capitalismo. Ser anticapitalista es oponerse a este sistema, y por supuesto, a todo lo que lo mantiene vivo. La realidad del mercado está más allá de este ámbito. Por el contrario, los monopolios de capital impiden la formación de un intercambio sano y justo en los mercados al jugar constantemente con los precios y así mantener vivas las oportunidades de ganancias. En otras palabras, el capitalismo no solo es antieconomía sino también antimercado. De lo contrario, ¿la vida social se pondría patas arriba por la depresión constante y los juegos financieros? ¿cómo podríamos explicar que los problemas que amenazan a la humanidad, especialmente la sobrepoblación, el desempleo, el empobrecimiento y la destrucción del medio ambiente, hayan crecido tanto en este periodo a pesar de todos los avances en ciencia y tecnología?

Es comprensible que las mujeres desempeñen un papel central en la economía, porque crían y alimentan a la prole. Si una mujer no comprende la economía, ¿quién lo hará? Cuando las mujeres fueron excluidas de la historia de la civilización en general, y especialmente de la modernidad capitalista, la economía, con la que los hombres jugaron sin mesura, se convirtió en un cúmulo de problemas. Este juego, que no tiene nada que ver con la economía orgánicamente, solo se utiliza para controlar a todas las fuerzas económicas, especialmente a las mujeres, con una ambición de lucro y poder excesivos; después de todo, ha llegado a una etapa insostenible en la que el mismo juego se ha vuelto imposible de jugar. Ha llevado al crecimiento cancerígeno de todo tipo de jerarquías, poderes y fuerzas estatales en la sociedad.»

Extracto de:
Manifiesto por una Civilización Democrática, Tomo IV: La Civilización Democrática, Una Solución a la Crisis de Civilización en Oriente Medio, por Abdullah Öcalan.
Capítulo Tres: CRISIS Y PROBLEMAS EN LA SOCIEDAD DE ORIENTE MEDIO

[Próxima publicación en castellano]

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