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La deshumanización en las sociedades de guerra, muerte y genocidio

The Kurdish Center for Studies – Aki Said Mahfoud – 25 septiembre 2025 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid

En mundos dominados por la mentalidad de rebaño, donde la violencia se convierte en el principal lenguaje de comunicación, es posible que te enfrentes a una pregunta profunda: ¿cómo puedes preservar tu humanidad? ¿Cómo puedes resistir la deriva hacia la inhumanidad sin perderte a ti mismo? ¿Y cómo puedes contribuir a reducir la violencia o, como mínimo, no formar parte de ella?

No se trata solo de una pregunta filosófica abstracta, sino de un desafío diario al que se enfrentan millones de personas en todo el mundo, especialmente en las sociedades de Oriente Medio y, en particular, en aquellas azotadas por la guerra, la muerte y el genocidio. Por supuesto, esto se aplica igualmente a las sociedades sumidas en el odio, la injusticia y la corrupción, incluso en el ámbito laboral y familiar, en un mundo que parece haber perdido su brújula moral.

Comprender los mecanismos del deslizamiento

Gustave Le Bon identificó un fenómeno preocupante cuando señaló que, una vez que un individuo se convierte en parte de una multitud, pierde una parte significativa de su capacidad de pensamiento crítico y de juicio moral independiente. 1Gustave Le Bon, The Crowd: A Study of the Popular Mind, trans. Hashem Saleh, 3rd ed. (Beirut: Dar Al Saqi, 2011). Dentro de la multitud se produce un proceso de «desindividualización», en el que la conciencia personal se disuelve en una conciencia colectiva confusa. El individuo ya no se siente personalmente responsable de sus actos, sino que se convierte en una gota más en un océano mucho más grande.

Esto fue posteriormente confirmado por Freud, quien exploró cómo el «superyó» (la conciencia) del individuo se subordina a la autoridad del grupo o de su líder.2Sigmund Freud, Group Psychology and the Analysis of the Ego, trans. George Tarabishi, (Beirut: Dar Al-Tali’a, 2006). Las investigaciones modernas han respaldado estas ideas clásicas. Los famosos experimentos de Stanley Milgram en la década de 1960 revelaron que la mayoría de las personas comunes son capaces de cometer acciones dañinas cuando reciben instrucciones de alguien que parece tener autoridad, incluso si esas acciones van en contra de su conciencia personal.3Stanley Milgram, Obedience to Authority: An Experimental View, New York: Harper & Row, 1974.

Las investigaciones actuales indican que la deshumanización desempeña un papel fundamental en la facilitación de la violencia. Estudios recientes han descubierto que la deshumanización aumenta la violencia instrumental.4Nour Kteily et al., “The Ascent of Man: Theoretical and Empirical Evidence for Blatant Dehumanization,” Journal of Personality and Social Psychology, 109(5) (2015): 901–931. En otras palabras, despojar a los demás de su humanidad hace que sea más fácil causarles daño, especialmente cuando ese daño se percibe como un medio para alcanzar un objetivo concreto.

La dolorosa ironía es que tal transformación no requiere necesariamente de individuos malvados. Las personas comunes, incluso las amables y bien intencionadas, pueden cometer actos brutales cuando se dan las condiciones adecuadas: la eliminación de la identidad, el significado y la individualidad; la difusión de la responsabilidad; y la presencia de una fuerza justificadora o un «momento perfecto» que legitime la violencia.

Comprender estos mecanismos psicológicos no es solo un ejercicio académico, es la primera línea de defensa. Cuando se comprende cómo operan estas fuerzas, se es menos susceptible de caer en su trampa.

Heridas ocultas: trauma vicario

Uno de los mayores retos a los que se enfrentan quienes luchan por mantener su humanidad en entornos violentos es lo que se conoce como traumatización vicaria o fatiga por compasión. Aunque no seamos víctimas directas de la violencia, la exposición constante —a través de los medios de comunicación, el lugar de trabajo o la sociedad— deja huellas profundas en nuestra psique.5Charles Figley, Compassion Fatigue: Coping with Secondary Traumatic Stress Disorder, New York: Routledge, 2013.

El cerebro humano no está diseñado para procesar un sufrimiento tan inmenso e implacable a diario. Como resultado, podemos experimentar un entumecimiento emocional, una disminución de la capacidad de empatía y un deslizamiento gradual hacia la apatía, como mecanismo de defensa natural contra el dolor psicológico crónico.

Este embotamiento emocional no es un fracaso moral. Es una respuesta biológica. Sin embargo, el problema radica en el hecho de que esta «armadura» protectora no solo nos protege del dolor, sino que también nos aísla de las fuentes de significado, conexión y compromiso humano auténtico.

El primer paso para afrontar este reto es simplemente reconocerlo. Reconocer que estamos agotados. Que nuestra capacidad de dar y sentir necesita renovación y cuidado. Esto no es egoísmo, es un requisito previo para una humanidad sostenible.

Desarrollar la resiliencia psicológica: ciencia y práctica

La resiliencia psicológica no es un rasgo innato con el que algunos nacen y otros no. Es una habilidad, un músculo, que se puede entrenar, desarrollar y fortalecer. La Asociación Americana de Psicología define la resiliencia como «el proceso de adaptarse bien ante la adversidad, el trauma, la tragedia, las amenazas o fuentes significativas de estrés»6American Psychological Association, Building Your Resilience, Washington, DC: APA, 2020..

En el corazón de la resiliencia se encuentra la capacidad de permanecer presente y centrado en medio de las presiones externas. La atención plena desempeña un papel crucial en este sentido. Los estudios han demostrado que las prácticas de atención plena fortalecen las áreas del cerebro responsables de la regulación emocional y la conciencia de uno mismo.7Richard Davidson (and others)., “Buddha’s Brain: Neuroplasticity and Meditation,” IEEE Signal Processing Magazine, 25(1) (Jan 2008): 174–176.

No se trata de escapar de la realidad o ignorar los problemas. Se trata de cultivar la capacidad de observar nuestros pensamientos y emociones, sin quedarnos atrapados o abrumados por ellos.

Factores que contribuyen a desarrollar la resiliencia en el contexto árabe

Hay varios factores que contribuyen a desarrollar la resiliencia, entre ellos la adaptabilidad personal, el apoyo familiar, el sentido existencial, el optimismo y la autoaceptación.8Nisma Merdad (and others)., “Validation of the Arabic version of the Adolescent Distress-Eustress Scale (ADES),” BMC Psychiatry (2023).

Un aspecto crucial de la resiliencia es aceptar las emociones negativas como parte natural de la experiencia humana: la ira ante la injusticia, la tristeza por el sufrimiento, el miedo a un futuro incierto. Estas emociones no son signos de debilidad, sino respuestas vitales y saludables a un mundo roto.

El problema no es que sintamos estas emociones, sino que permitamos que nos controlen o nos impulsen a realizar acciones de las que luego nos arrepentiremos.

La primera fortaleza: el pensamiento crítico como resistencia

Preservar nuestra humanidad comienza desde dentro, desde ese pequeño y sagrado espacio en la mente donde el individuo conserva la capacidad de cuestionar y dudar. En un mundo en el que todo se entrega preempaquetado —pensamientos, emociones, opiniones—, el pensamiento crítico independiente se convierte en un acto revolucionario.

Esto es lo que el filósofo alemán Jürgen Habermas destacó en su teoría de la acción comunicativa, en la que sostiene que el diálogo racional y la crítica constructiva son la base de una sociedad civilizada y democrática.9Jürgen Habermas, The Theory of Communicative Action, Parts I & II, trans. Fathi Al-Maskini, Beirut-Doha: Arab Center for Research and Policy Studies, 2020.

Esto no significa rechazar todo o caer en un escepticismo cínico. Significa desarrollar la capacidad de discernir, de hacer preguntas difíciles, incluso cuando las respuestas son incómodas.

Significa negarse a aceptar ciegamente las narrativas dominantes, ya sean políticas, religiosas o sociales, y defender nuestro derecho a pensar por nosotros mismos.

El psicólogo social Solomon Asch demostró en sus famosos experimentos sobre la conformidad que incluso una sola voz disidente puede reducir significativamente la presión sobre los demás para que se adapten.10Solomon Asch, “Studies of Independence and Conformity: I. A Minority of One Against a Unanimous Majority,” Psychological Monographs: General and Applied, 70(9) (1956): 1–70.

La brújula moral: los valores como principio rector constante

En medio del caos moral que prevalece en muchas sociedades hoy en día, es esencial que cada individuo tenga un conjunto de principios éticos claros e inquebrantables, valores que no sean negociables, independientemente del coste. Estos principios funcionan como una estrella polar, guiando a uno a través de la oscuridad cuando las normas sociales se distorsionan o se vuelven poco claras.

El psicólogo Lawrence Kohlberg, en su teoría del desarrollo moral, afirma que la etapa más alta de madurez moral se caracteriza por la capacidad de tomar decisiones éticas independientes basadas en principios universales de justicia y derechos humanos, incluso cuando estos entran en conflicto con las leyes o convenciones sociales vigentes.11Lawrence Kohlberg, The Philosophy of Moral Development: Moral Stages and the Idea of Justice, San Francisco: Harper & Row, 1981. VER TAMBIÉN: Lawrence Kohlberg, trans. Abdel Aziz Rakah, “A Translation of a Chapter from the Book,” Tabayyun, Issue 38, Vol. 10, Fall 2021, pp. 191–222. Esto refleja una base sólida de valores fundamentales, como la justicia, la compasión, la honestidad y la dignidad humana, que sirven como punto de referencia constante para las decisiones y acciones de cada uno.

Enfrentarse a la maquinaria de la inhumanidad: la banalidad del mal y la resistencia

En su análisis de la banalidad del mal, Hannah Arendt observó que los crímenes más atroces de la historia no fueron cometidos necesariamente por monstruos, sino por personas comunes y corrientes que cumplían con sus «deberes» dentro de complejos sistemas burocráticos e ideológicos. En tales contextos, el mal no es el resultado de la crueldad personal, sino el resultado de sistemas diseñados para difuminar la responsabilidad moral, transformando a las personas en meros engranajes de una máquina más grande.12Hannah Arendt, Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil, trans. Nadera Al-Sanousi, Beirut: Dar Al-Rawafid; Algiers: Ibn al-Nadim Publishing, 2014.Se trata de un análisis del comportamiento, no de una justificación.

Muchos sistemas y políticas modernos —económicos, sociales o de otro tipo—, ya sea de forma intencionada o no, refuerzan el comportamiento gregario y erosionan la individualidad. A través de una burocracia excesiva, una hiperespecialización y una cultura de «solo seguir órdenes», resulta inquietantemente fácil para las personas desentenderse de sus responsabilidades éticas con el pretexto de: «Solo estoy haciendo mi trabajo».

Resistirse a estos sistemas exige el valor de asumir la responsabilidad personal, de decir «no» cuando el sistema exige algo que sabemos que es moralmente incorrecto, aunque sea «legal» o «esperado». Este tipo de resistencia es innegablemente difícil. Pero es posible, moral y humanamente.

El poder del arte y la narración: la cultura como forma de resistencia

El arte no es un lujo ni un adorno, es una forma fundamental de resistencia a la inhumanidad. Cuando los sistemas opresivos intentan reducir a las personas a estadísticas, etiquetas o categorías, el arte reafirma la riqueza y la complejidad de la experiencia humana.

La literatura nos enseña a ser empáticos al obligarnos a ver el mundo a través de los ojos de personajes diferentes a nosotros. Las investigaciones psicológicas demuestran que leer ficción mejora nuestra capacidad para comprender los estados emocionales y psicológicos de los demás. El cine revela las múltiples facetas de la condición humana. La música trasciende las fronteras lingüísticas y culturales, y toca algo que es común al espíritu humano.

Toda obra de arte auténtica es, a su manera, un acto de resistencia humana al odio, la violencia y la muerte. Declara: «Hay belleza en este mundo. Hay significado. Hay algo por lo que vale la pena vivir». En un mundo que intenta convencernos de que el Otro es feo o carece de sentido, el arte da testimonio de otras posibilidades de existencia.

En los detalles cotidianos: resistencia silenciosa

Uno de los mayores errores es pensar que la resistencia debe ser dramática o heroica. En realidad, las formas más poderosas de resistencia a la inhumanidad suelen manifestarse en los detalles silenciosos de la vida cotidiana, en momentos que pasan desapercibidos y que la historia no registra.

Ocurre cuando eliges la bondad en lugar de la crueldad en un momento de ira; cuando ayudas a alguien más débil incluso en tu propia vulnerabilidad; cuando dices la verdad aunque duela; cuando admites un error, aunque sea vergonzoso; cuando te pones del lado de los oprimidos, incluso a costa de tu propio bienestar. En la medida de lo posible. Tanto como puedas.

Esto concuerda con el concepto del sociólogo James C. Scott de «Las armas de los débiles»13James C. Scott, Weapons of the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, New Haven: Yale University Press, 1985., que muestra que la resistencia genuina a menudo toma la forma de actos pequeños, silenciosos y cotidianos, pero que estos actos son poderosos para preservar la dignidad humana.

Rituales personales: prácticas diarias para mantener la humanidad

Preservar la humanidad requiere prácticas conscientes e intencionadas. No se trata de ideas abstractas, sino de rituales diarios que mantienen la resiliencia psicológica y moral. Entre ellas:

  • Gestionar la exposición a contenidos negativos: reservar intervalos regulares para desconectarse de las noticias angustiosas. No se trata de ignorancia deliberada, sino de una forma de proteger el bienestar mental de la sobresaturación. Los estudios han demostrado que la exposición crónica a noticias negativas conduce al «síndrome del mundo cruel», un sesgo cognitivo que hace que el mundo parezca más peligroso de lo que realmente es14George Gerbner, Violence and Terror in the Mass Media: An Annotated Bibliography, Paris: UNESCO, 1988..
  • Practicar la amabilidad y la empatía: Incluso a través de actos sencillos —en la calle, en el trabajo, en el transporte público o en Internet— estos gestos reafirman que es posible un mundo mejor. Las investigaciones en psicología positiva confirman que los actos de amabilidad mejoran la salud mental y física tanto del que da como del que recibe.15Martin Seligman, Authentic Happiness: Using the New Positive Psychology to Realize Your Potential for Lasting Fulfillment, New York: Free Press, 2002.
  • Celebrar la diversidad: Involucrarse intencionadamente con cosmovisiones, culturas y perspectivas diferentes a las propias amplía la empatía y rompe las cámaras de eco intelectuales. El investigador Jordan Peterson señala que la exposición a ideas diversas mejora el pensamiento crítico y reduce los prejuicios.16Jordan Peterson, 12 Rules for Life: An Antidote to Chaos, Toronto: Random House Canada, 2018.
  • Resistir el lenguaje del odio: Hacer un esfuerzo consciente por rechazar las etiquetas deshumanizantes, los estereotipos y el lenguaje hiriente. Los estudios han demostrado que el lenguaje deshumanizante altera la forma en que percibimos a los demás y hace que sea psicológicamente más fácil justificar el daño que se les inflige.17Nick Haslam, “Dehumanization: An Integrative Review,” Personality and Social Psychology Review, 10(3) (2006): 252–264.

El poder de las pequeñas comunidades y el arte de tender puentes

Ningún individuo puede enfrentarse solo a la violencia sistémica y a la mentalidad de rebaño. Aquí es donde se hace evidente la importancia de las pequeñas comunidades, círculos de personas que comparten valores humanos fundamentales. Según la teoría del capital social de Robert Putnam, las redes sociales sólidas sirven de amortiguador contra el extremismo y la violencia.18Robert Putnam, Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community, New York: Simon & Schuster, 2000.

Pero la misión no termina con la creación de espacios seguros y afines. El mayor desafío radica en crear puentes de confianza y cooperación entre grupos diversos, resistiendo la tentación de refugiarse en tribus hostiles y aisladas. Esto requiere lo que podría describirse como «diálogo transfronterizo»: la capacidad de relacionarnos con quienes son diferentes a nosotros, sin renunciar a nuestros principios ni comprometer nuestra identidad.

En este contexto, el experto en resolución de conflictos Marshall Rosenberg desarrolló el marco de la Comunicación No Violenta (CNV), una metodología que hace hincapié en expresar las necesidades y las emociones de manera que no amenacen ni culpen al otro. En lugar de agravar el conflicto mediante el juicio, la CNV fomenta el entendimiento mutuo y la compasión, incluso en situaciones muy tensas.19Marshall Rosenberg, Nonviolent Communication: A Language of Life, 3rd ed., Encinitas, CA: PuddleDancer Press, 2003.

No es una práctica fácil, requiere mucha paciencia y sabiduría, pero es esencial para construir una sociedad más humana.

En conclusión

Mantener la capacidad de empatizar es quizás uno de los retos más difíciles en un mundo que parece recompensar la crueldad, el odio e incluso la indiferencia. Cuando nos enfrentamos a la violencia, la injusticia y el odio, la reacción natural es la reciprocidad, el cierre del corazón y el fortalecimiento del alma con un escudo de frialdad emocional. Pero en el momento en que perdemos nuestra capacidad de empatizar, incluso con aquellos que no están de acuerdo con nosotros o que tal vez nos ofenden, es cuando comenzamos a perder nuestra humanidad. La empatía no es debilidad ni ingenuidad, sino un gran poder.


Fuentes:

[1] Gustave Le Bon, La multitud: estudio de la mente popular, trad. Hashem Saleh, 3.ª ed. (Beirut: Dar Al Saqi, 2011).

[2] Sigmund Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, trad. George Tarabishi, (Beirut: Dar Al-Tali’a, 2006).

[3] Stanley Milgram, Obediencia a la autoridad: una visión experimental, Nueva York: Harper & Row, 1974.

[4] Nour Kteily et al., «El ascenso del hombre: evidencia teórica y empírica de la deshumanización flagrante», Journal of Personality and Social Psychology, 109(5) (2015): 901-931.

[5] Charles Figley, Compassion Fatigue: Coping with Secondary Traumatic Stress Disorder, Nueva York: Routledge, 2013.

Figley define la fatiga por compasión como «el agotamiento emocional que resulta de cuidar o ayudar a personas traumatizadas o angustiadas».

[6] Asociación Americana de Psicología, Building Your Resilience, Washington, DC: APA, 2020.

[7] Richard Davidson (y otros), «Buddha’s Brain: Neuroplasticity and Meditation», IEEE Signal Processing Magazine, 25(1) (enero de 2008): 174-176.

[8] Nisma Merdad (y otros), «Validación de la versión árabe de la Escala de Angustia y Eustres Adolescente (ADES)», BMC Psychiatry (2023).

[9] Jürgen Habermas, La teoría de la acción comunicativa, partes I y II, trad. Fathi Al-Maskini, Beirut-Doha: Centro Árabe de Estudios de Investigación y Política, 2020.

[10] Solomon Asch, «Estudios sobre la independencia y la conformidad: I. Una minoría de uno contra una mayoría unánime», Monografías psicológicas: generales y aplicadas, 70(9) (1956): 1-70.

[11] Lawrence Kohlberg, La filosofía del desarrollo moral: etapas morales y la idea de justicia, San Francisco: Harper & Row, 1981.

Véase también: Lawrence Kohlberg, trad. Abdel Aziz Rakah, «Traducción de un capítulo del libro», Tabayyun, n.º 38, vol. 10, otoño de 2021, pp. 191-222.

[12] Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén: un informe sobre la banalidad del mal, trad. Nadera Al-Sanousi, Beirut: Dar Al-Rawafid; Argel: Ibn al-Nadim Publishing, 2014.

[13] James C. Scott, Las armas de los débiles: formas cotidianas de resistencia campesina, New Haven: Yale University Press, 1985.

[14] George Gerbner, Violencia y terror en los medios de comunicación: bibliografía comentada, París: UNESCO, 1988.

[15] Martin Seligman, Felicidad auténtica: cómo utilizar la nueva psicología positiva para alcanzar tu potencial de realización duradera, Nueva York: Free Press, 2002.

[16] Jordan Peterson, 12 reglas para la vida: un antídoto contra el caos, Toronto: Random House Canada, 2018.

[17] Nick Haslam, «Deshumanización: una revisión integradora», Personality and Social Psychology Review, 10(3) (2006): 252-264.

[18] Robert Putnam, Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community, Nueva York: Simon & Schuster, 2000.

[19] Marshall Rosenberg, Nonviolent Communication: A Language of Life, 3.ª ed., Encinitas, California: PuddleDancer Press, 2003.


AUTOR: Akil Said Mahfoud es un distinguido escritor y profesor universitario especializado en ciencias políticas y relaciones internacionales en la Universidad de Damasco. Fue jefe del Departamento de Estudios del Centro de Investigación y Estudios de Damasco, Midad, entre 2015 y 2020. Sus intereses de investigación abarcan cuestiones de pensamiento político, filosofía, estudios sobre Oriente Medio y orientalismo. Mahfoud es autor de numerosos libros y estudios que abordan temas relacionados con la región árabe, Turquía, Irán y los kurdos.
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    Gustave Le Bon, The Crowd: A Study of the Popular Mind, trans. Hashem Saleh, 3rd ed. (Beirut: Dar Al Saqi, 2011).
  • 2
    Sigmund Freud, Group Psychology and the Analysis of the Ego, trans. George Tarabishi, (Beirut: Dar Al-Tali’a, 2006).
  • 3
    Stanley Milgram, Obedience to Authority: An Experimental View, New York: Harper & Row, 1974.
  • 4
    Nour Kteily et al., “The Ascent of Man: Theoretical and Empirical Evidence for Blatant Dehumanization,” Journal of Personality and Social Psychology, 109(5) (2015): 901–931.
  • 5
    Charles Figley, Compassion Fatigue: Coping with Secondary Traumatic Stress Disorder, New York: Routledge, 2013.
  • 6
    American Psychological Association, Building Your Resilience, Washington, DC: APA, 2020.
  • 7
    Richard Davidson (and others)., “Buddha’s Brain: Neuroplasticity and Meditation,” IEEE Signal Processing Magazine, 25(1) (Jan 2008): 174–176.
  • 8
    Nisma Merdad (and others)., “Validation of the Arabic version of the Adolescent Distress-Eustress Scale (ADES),” BMC Psychiatry (2023).
  • 9
    Jürgen Habermas, The Theory of Communicative Action, Parts I & II, trans. Fathi Al-Maskini, Beirut-Doha: Arab Center for Research and Policy Studies, 2020.
  • 10
    Solomon Asch, “Studies of Independence and Conformity: I. A Minority of One Against a Unanimous Majority,” Psychological Monographs: General and Applied, 70(9) (1956): 1–70.
  • 11
    Lawrence Kohlberg, The Philosophy of Moral Development: Moral Stages and the Idea of Justice, San Francisco: Harper & Row, 1981. VER TAMBIÉN: Lawrence Kohlberg, trans. Abdel Aziz Rakah, “A Translation of a Chapter from the Book,” Tabayyun, Issue 38, Vol. 10, Fall 2021, pp. 191–222.
  • 12
    Hannah Arendt, Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil, trans. Nadera Al-Sanousi, Beirut: Dar Al-Rawafid; Algiers: Ibn al-Nadim Publishing, 2014.
  • 13
    James C. Scott, Weapons of the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, New Haven: Yale University Press, 1985.
  • 14
    George Gerbner, Violence and Terror in the Mass Media: An Annotated Bibliography, Paris: UNESCO, 1988.
  • 15
    Martin Seligman, Authentic Happiness: Using the New Positive Psychology to Realize Your Potential for Lasting Fulfillment, New York: Free Press, 2002.
  • 16
    Jordan Peterson, 12 Rules for Life: An Antidote to Chaos, Toronto: Random House Canada, 2018.
  • 17
    Nick Haslam, “Dehumanization: An Integrative Review,” Personality and Social Psychology Review, 10(3) (2006): 252–264.
  • 18
    Robert Putnam, Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community, New York: Simon & Schuster, 2000.
  • 19
    Marshall Rosenberg, Nonviolent Communication: A Language of Life, 3rd ed., Encinitas, CA: PuddleDancer Press, 2003.

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