La bienvenida a las refugiadas y migrantes debe ir acompañada de la lucha contra el imperialismo
Aunque ya hace muchos años que el Mar Mediterráneo se ha convertido en un gran cementerio donde se hunden miles y miles de cuerpos de personas que intentan migrar al continente europeo, que en muchos países se acumulan miles y miles de refugiados que huyen de la miseria y de las guerras, es estos últimos meses que los medios de comunicación se han volcado a tratar el tema de la migración a raíz sobre todo de la llegada al continente europeo de personas que huyen de la guerra de Siria.
Diferentes partidos políticos, ONG y movimientos sociales nos hemos sumado a la campaña internacional de «Refugees Welcome» para presionar a la Unión Europea para que abra sus fronteras y acoja las refugiadas, y también incluyendo demandas de acogida para las demás migradas, al considerar que se trata de razones humanitarias.
Desde otro prisma, diferentes organismos de la patronal europea también apuestan por la entrada de refugiadas y migrantes, de forma controlada, haciendo la lectura de que la población de la Unión Europea se está envejeciendo y que en un futuro bastante inmediato se necesitará mano de obra joven más o menos especializada y adaptada a condiciones de gran precariedad y sobreexplotación. Las refugiadas que llegan con un cierto nivel de estudios, y que han vivido la guerra y se han acostumbrado al control migratorio ya vivir con la incertidumbre de la expulsión, se adaptan muy bien a las necesidades de la patronal.
Desde Endavat creemos indispensable vincular las demandas de acogida con la crítica del sistema que genera los diferentes éxodos, y que convierte a las personas en mercancías explotables o desechables.
En un sistema de capitalismo globalizado, los grandes movimientos de población trabajadora deben entenderse en la lógica de este sistema que todo lo mercantiliza. Las personas son consideradas mercancías productivas, y tienen valor en función del beneficio que pueden generar. En este conflicto antagónico entre la explotación y el trabajo, entre el beneficio y la vida, las personas, las desposeídas, a menudo nos vemos empujadas a emprender caminos peligrosos para sobrevivir o dejarse la piel.
Ya sea por motivos principalmente económicos, bélicos, políticos, o una mezcla de todos ellos, las clases populares de todo el mundo son a menudo expulsadas de sus países. Es en este contexto que debemos entender todas las migraciones; no sólo las que ahora salen en los grandes medios de comunicación, de riadas de refugiados que huyen de unos conflictos bélicos concretos, sino también las que ya hace años que llegan a los Països Catalans o a esta Europa fortaleza que acumula miles de muertos en el Mediterráno o cientos de presas en los Centros de Internamiento de Extranjeros.
La causa objetiva y la responsabilidad política que millones de personas se vean obligadas a desplazarse de su casa se deben tanto a la economía global y los planes de ajuste estructural del FMI, agentes del capitalismo, del patriarcado y del imperialismo, como en su complemento militar (OTAN e intervenciones de EE.UU. y la UE) y la promoción de grupos terroristas paramilitares (desde los colombianos, ucranianos, hasta Estado Islámico), o la promoción de golpes de estado y revueltas «civiles «contra gobiernos hostiles a las pautas atlantistas.
El sistema rechaza o acepta las personas en función de su potencial en el engranaje capitalista. Si son consumidoras solventes -como quien demuestra poder comprar casas o hacer grandes inversiones-, podrán entrar sin problemas. Si están obligadas a vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir sufrirán discriminaciones en función de las necesidades productivas del territorio de destino.
La diferenciación desigual entre refugiadas y migrantes entra en esta lógica. Muchas de las migrantes consideradas ilegales por el capitalismo patriarcal desarrollarán las tareas más precarias y peor remuneradas, y tendrán que vivir clandestinamente siendo víctimas de sobreexplotación laboral y de esclavitud, si logran establecerse en los Països Catalans, mientras que otras serán expulsadas, paradas o asesinadas en las fronteras.
Es necesario que la clase trabajadora defienda los derechos y acoja las trabajadoras migradas en la búsqueda de una mejor situación económica, o huyendo de una guerra. Que plantee con sus instrumentos políticos exigencias a unos organismos gobernantes antidemocráticos que deberían ser abolidos. En la UE y los estados español y francés, que retiren sus intervenciones militares, que desmantelen los acuerdos comerciales de expolio y explotación en beneficio de las multinacionales, y que desmantelen su política racista de fronteras y de persecución de la migración trabajadora y asuman la responsabilidad que tienen con las causas de las migraciones, en vez de crear ghettos y / o campos de concentración.
A las Administraciones autonómicas, departamentales y Ayuntamientos, que pongan sus recursos a acoger a las personas migradas -y las no migradas que se encuentran en situación de exclusión social, y que condenen las actuaciones de los organismos estatales e internacionales que provocan las migraciones obligadas por motivos económicos, bélicos y de opresión / discriminación.
Con la experiencia de años y siglos de lucha, sabemos que la mejor solidaridad es la propia organización de la clase trabajadora en organizaciones revolucionarias, sindicatos de clase y combativos, o en movimientos sociales, que sean capaces de detener la maquinaria del capitalismo patriarcal que provoca todo este éxodo de la barbarie, que con sus propios recursos fortalezcan el apoyo mutuo, y que a la vez asuman la creación de nuevas experiencias y nuevos fundamentos de cara a construir un sistema basado en la necesidad de las personas, y no en la búsqueda de beneficio empresarial privado.
Por ello, hacemos un llamamiento a todas las organizaciones solidarias a vincular la exigencia de acogida de las personas migradas con la crítica del sistema y sus organismos que provocan las migraciones forzadas, con la crítica del sistema que explota y mantiene en situaciones de exclusión social las migradas acogidas. En definitiva, con la crítica del sistema y sus organismos que así como explotan la clase trabajadora y los recursos de los Països Catalans, participan del imperialismo que explota la clase trabajadora y expolia los recursos a nivel internacional.
¡Refugiadas, migrantes, bienvenidas!
¡Contra la barbarie imperialista, la lucha es el único camino!