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Inquietud entre los kurdos de Suecia por la presión de Turquía al gobierno para que se deshaga de ellos a cambio de entrar en la OTAN

Al Monitor – Amberin Zaman – 6 junio 2022 – Traducido por Rojava Azadi Madrid

Mientras el gobierno sueco sobrevivía hoy a una votación de confianza, su suerte estaba ligada a la legisladora kurda y ex guerrillera Amineh Kakabaveh.

ESTOCOLMO Y UPPSALA, Suecia – El intento de Suecia de entrar en la OTAN tras la invasión rusa de Ucrania y las amenazas de Turquía de bloquearla, han colocado a la minoría kurda de esta nación nórdica en el centro del escenario, en un drama al estilo de Netflix que está sacudiendo al gobierno de la primera ministra Magdalena Andersson y provocando un angustioso debate sobre la identidad sueca.

El 7 de junio, Andersson y su gobierno minoritario de socialdemócratas se enfrentaron a una moción de censura en el parlamento por la incapacidad de la ministra de Justicia de frenar los niveles récord de violencia de las bandas, impulsada por una oposición de derechas que huele a sangre antes de las elecciones nacionales de septiembre. Su suerte parece depender de la decisión de Amineh Kakabaveh, diputada de procedencia kurda y ex guerrillera, cuyo voto decisivo ha permitido al gobierno aprobar leyes clave, especialmente el presupuesto. Kakabaveh, independiente, prestó ese apoyo con la condición de que los socialdemócratas concedieran el suyo a la administración autónoma dirigida por los kurdos en el noreste de Siria.

Turquía considera este organismo una amenaza para su propia seguridad nacional. Cita el hecho de que muchos de sus principales cuadros militaron anteriormente en el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el grupo armado que lucha contra el ejército turco desde 1984 por la autonomía kurda. Turquía amenaza ahora, por motivos similares, lanzar una nueva ofensiva militar contra las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdo-sirias, respaldadas por Estados Unidos, que han liderado la lucha contra el Estado Islámico (EI).

El controvertido acuerdo sellado entre los socialdemócratas y Kakabaveh en noviembre del año pasado enfureció a Turquía y reforzó sus exigencias de que Suecia ponga fin a su supuesto apoyo a los «terroristas» kurdos como condición previa para dar luz verde a la adhesión de Suecia a la OTAN. El embajador de Turquía en Suecia sugirió que Kakabaveh, que no oculta su simpatía por el PKK, debería ser extraditada a Turquía antes de descubrir que era una kurda de Irán, no de Turquía.

Andersson, la primera mujer primera ministra de Suecia, había amenazado con dimitir si la moción de censura salía adelante, diciendo que sus oponentes están actuando de forma imprudente en un momento en el que el país se enfrenta a importantes retos de seguridad.

Kakabaveh se mantuvo firme y dijo que no apoyaría al gobierno el 7 de junio a menos que éste reafirmara su apoyo a los kurdos sirios. «¿Por qué, cuando los kurdos son atacados por el DAESH, por Turquía, no van a recibir apoyo?», preguntó Kakabaveh en una entrevista con Al-Monitor el 6 de junio, utilizando el acrónimo árabe del IS. «Lucharon para que todo el mundo se librara del terrorismo, del DAESH. Si Suecia acepta las exigencias de Turquía, eso significa que el DAESH volverá a ser fuerte», afirmó.

Kakabaveh ha declarado que el gobierno le dio las garantías que exigía horas antes de la votación. Ella se abstuvo. El gobierno se mantiene firme, por ahora.

Para muchos suecos, ceder ante Ankara va mucho más allá de la preocupación por el EI. Para los europeos en general, la situación de Suecia refleja la capacidad de Turquía de chantajear a sus gobiernos para que se sometan. Uno de los ejemplos más llamativos del tira y afloja en juego es el acuerdo de 2016 por el que Turquía aceptó no inundar Europa con refugiados sirios a cambio de miles de millones de euros en ayuda.

«La política exterior sueca se rige por valores y la autopercepción de muchos suecos es la de un país que defiende la democracia y los derechos humanos», señaló Paul Levin, director del Instituto de Estudios Turcos de la Universidad de Estocolmo. «La dura elección entre principios y seguridad en la que Ankara ha colocado a Suecia puede resultar chocante para muchos aquí. Hay poca voluntad de abandonar el papel tradicional de Suecia en la escena mundial», dijo a Al-Monitor.

Turquía ha impuesto condiciones similares a Finlandia, pero su verdadero objetivo es Suecia.

Jens Orback, veterano socialdemócrata y ex ministro de Democracia, Integración e Igualdad de Género, recordó que Suecia es uno de los pocos países de la UE que apoya la adhesión de Turquía al bloque europeo. «Suecia y los socialdemócratas han sido buenos amigos de Turquía», dijo a Al-Monitor.

Suecia fue el primer Estado escandinavo en reconocer la moderna República Turca en 1924 y firmó un tratado de amistad con Ankara al año siguiente. El recelo compartido hacia Rusia se remonta al siglo XVIII, cuando el rey sueco Carlos XII, que huía del ejército zarista en la Gran Guerra del Norte, recibió el ofrecimiento de los turcos de refugiarse en su subregión de Moldavia, Bender. Pero los otomanos llegaron a un acuerdo con Catalina, la esposa del emperador ruso Pedro el Grande, que supuestamente sedujo al Gran Visir turco en su tienda imperial, dejando a Carlos fuera. Los paralelismos con la historia no pasan desapercibidos para los suecos. ¿Quién sino Rusia se beneficia más de la postura actual de Turquía?

«[Recep Tayyip] Erdogan bloquea la candidatura de Finlandia y Suecia a la OTAN con argumentos endebles sobre las percepciones de seguridad de Turquía, y lo hace esencialmente al servicio de la postura agresiva de Putin contra Occidente», dijo Cengiz Candar, investigador asociado principal del Programa de Oriente Medio y el Norte de África del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales y colaborador habitual de Al-Monitor.

Candar descartó la idea de que si Turquía hubiera sido aceptada como miembro de pleno derecho de la UE hubiera actuado de forma diferente. «Tiene más que ver con la ideología de Erdogan y el régimen autocrático de Turquía», dijo.

Orback insiste en que Suecia se mantendrá firme. «Tenemos derechos humanos en nuestras leyes, libertad de prensa y protección de las minorías. Debemos mantener esos valores». Da la casualidad de que esos mismos valores están consagrados en la carta de la OTAN y la labor de Suecia debería ser velar por su cumplimiento cuando se incorpore. «Somos un partido que es leal a las decisiones que toma», afirmó Orback.

Pero, ¿lo es realmente? ¿los suecos, orgullosamente pacifistas, redescubrirán su valor vikingo ante el acoso turco?

La cuestión pesa cada vez más, y sobre todo en la mente de los 150.000 kurdos que se calcula que hay en Suecia. Kakabaveh insiste en que la respuesta silenciosa del gobierno a las continuas salvas del presidente turco Recep Tayyip Erdogan es una forma de capitulación en sí misma. Nunca se ha sentido más vulnerable -o traicionada-, dijo.

Erdogan quiere ahora que Andersson destituya a su ministro de Defensa, Peter Hultqvist, porque asistió en 2014 a una reunión para celebrar el 33º aniversario de la fundación del PKK.

«¿Es el YPG más peligroso que Vladimir Putin? Se va a quedar la OTAN con autoritarios como Turquía a costa de democracias como Finlandia y Suecia?», se preguntaba Kurdo Baksi, líder de la comunidad kurda no partidista y comentarista frecuente en la televisión sueca. «Erdogan está paralizando la OTAN, la seguridad europea», dijo a Al-Monitor.

Ridvan Altun, portavoz del Centro de la Sociedad Democrática Kurda, un grupo que abraza la ideología del líder del PKK encarcelado, Abdullah Ocalan, dice que la presión de las autoridades suecas ha ido creciendo desde hace algún tiempo. «El largo brazo de Turquía y su política de etiquetar como terroristas a quienes no se ajustan a sus puntos de vista se está dejando sentir aquí», dijo Altun a Al-Monitor.

Altun declaró que la presión comenzó en 2018, cuando el gobierno comenzó a negarse a extender los permisos de residencia a los kurdos afines y a presentar sus archivos a los servicios de inteligencia nacional de Suecia. «Sabemos de al menos 57 casos de este tipo», dijo Altun, citando cifras recogidas por la radio sueca. «Mi hermano está entre ellos». La razón aducida por las autoridades para denegar a su hermano la continuidad de la residencia fue que su esposa, de nacionalidad sueca, «participa activamente en la política [pro-PKK].» En 2020, Zozan Buyuk, una kurda belga casada con un kurdo sueco, fue deportada a Bélgica por motivos similares, lo que provocó un gran revuelo en la comunidad kurda.

«Es por estas concesiones por lo que Turquía se siente con derecho a hacer demandas tan descaradas», dijo Altun. «Como kurdo y como ciudadano sueco, me siento profundamente preocupado».

De hecho, las medidas contra el PKK se remontan a 1984, cuando Suecia se convirtió en el primer país, después de Turquía, en designar al grupo como organización terrorista. La UE y Estados Unidos siguieron su ejemplo.

Los suecos, reacios al conflicto, se horrorizaron cuando dos antiguos agentes del PKK fueron asesinados en su territorio por orden de Ocalan. Esto llevó a otro alto miembro del PKK a amenazar al gobierno socialdemócrata del entonces primer ministro sueco, Olof Palme, que fue asesinado por un desconocido en 1986. El PKK se contó entre los sospechosos, aunque la teoría ha sido desacreditada desde entonces.

Las amonestaciones del PKK, junto con el asesinato por «honor» en 2002 de una kurda turca a manos de su padre por tener una relación con un sueco, mancharon la reputación de los kurdos durante muchos años, dijo Baksi, el líder de la comunidad. El hecho de que los niños kurdos se unieran a bandas criminales no ayudó.

Pero la imagen negativa se invirtió drásticamente cuando las combatientes del YPG saltaron a la fama mundial con su intrepidez en la batalla contra el IS. Hoy, los grupos pro-PKK tienen más influencia en Suecia que cualquier otro de sus rivales, entre otras cosas porque son los mejor organizados.

Los esfuerzos defendidos por Kakabaveh, entre otros, para que el PKK sea eliminado de la lista han fracasado hasta ahora. Pero el YPG sigue gozando de la más alta consideración en la oficialidad sueca.

Las afirmaciones de Turquía de que no tiene nada en contra del pueblo kurdo y que sólo persigue a los «terroristas» suenan a hueco en Uppsala, una pintoresca ciudad universitaria conocida por su espléndida catedral gótica y el equipo de fútbol kurdo más exitoso de Europa, el Dalkurd. Fue fundado en 2004 por miembros de la diáspora kurda del condado de Dalarna -de ahí «Dal»- para mantener a sus hijos fuera de las calles. El vertiginoso ascenso del club, alimentado por los sentimientos de orgullo kurdo, a la máxima categoría de la primera división sueca en 2017 asombró al público. Hudqvist, el ministro de Defensa, es un gran aficionado.

Desde entonces, su suerte ha fluctuado y el Dalkurd descendió a la tercera división antes de volver a subir a la segunda este año. Las finanzas siguen siendo un gran problema y la intromisión turca es una de las causas. Cuando el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei se ofreció a patrocinar al equipo, Ankara amenazó con prohibir la venta de sus productos en Turquía, según el gerente del Dalkurd, Welat Kilincaslan.

El club se vio obligado a cambiar su nombre corporativo a DK Elite AB después de que el banco estatal turco Halkbank se negara a transferir fondos en nombre del principal patrocinador del Dalkurd, una empresa de telecomunicaciones llamada FASTLINK, propiedad del empresario kurdo iraquí Kawa Junad. «El banco dijo que no trataría con una entidad que lleva la palabra ‘kurda'», dijo Kilincaslan a Al-Monitor durante una reciente visita a la sede del equipo en el estadio de Uppsala.

Y añadió: «Nos mantenemos al margen de la política. A nadie se le permite corear ningún eslogan político a favor de un partido u otro. La hostilidad de Turquía es incomprensible para nosotros». Sobre todo porque el gobierno kurdo iraquí solía depositar sus ingresos del petróleo en las arcas del Halkbank, hasta que el banco fue juzgado en un tribunal federal de Estados Unidos por blanquear miles de millones de dólares en una trama de petróleo por oro en nombre de Irán.

Miembros de Dalkurd sostienen una bandera kurda. (Cortesía de Dalkurd)

A pesar de los esfuerzos de Turquía, los kurdos tienen una influencia creciente en Suecia, donde representan más del 1% de los 10 millones de habitantes. Actualmente, hay seis diputados de ascendencia kurda en el Parlamento.

«Antiguamente, Turquía era aclamada en Europa y Estados Unidos como el único país musulmán pro-secular, pro-occidental y donde las mujeres tenían más libertad que en ningún otro. Los kurdos le han arrebatado esa corona», dijo Baksi. «Ahora se considera a Turquía como un país antioccidental y pro-DAESH», dijo.

Nesrin Abdullah, comandante del brazo femenino de las YPG (YPJ) visita con frecuencia Estocolmo, donde goza de la condición de heroina y es recibida por altos funcionarios. Entre ellos se encuentra la ministra de Asuntos Exteriores, Ann Linde, una veterana defensora de los derechos de las minorías. Las fotos que mostraban a Abdullah, Linde y Kakabaveh juntas en el parlamento sueco en mayo hicieron enloquecer a Ankara, lo que llevó al ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlut Cavusoglu, a arremeter contra ella en una reunión de la OTAN el mes pasado por sus «supuestas políticas feministas».

Turquía dice que no se pueden repetir esas visitas. Hay que poner fin a todo el apoyo a las YPG/YPJ, que goza de la protección de las fuerzas estadounidenses en Siria. Las actividades de los grupos afines al PKK dentro de Suecia deben ser prohibidas. Ankara también quiere que Suecia extradite a individuos, principalmente kurdos y asociados a Fethullah Gulen, el predicador suní acusado de orquestar el intento fallido de derrocar violentamente a Erdogan en 2016.

En los medios de comunicación circulan varias versiones de la supuesta lista de buscados de Turquía. Una de ellas incluye el nombre de un autor kurdo fallecido hace siete años.

«Para las extradiciones, debe haber pruebas sólidas sobre delitos que se consideran graves según la legislación sueca», ha dicho Bitte Hammargren, analista independiente de Turquía y Oriente Medio y miembro asociado del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales. «Parece que los nombres de la lista de Turquía han estado flotando durante algunos años, y son solicitudes que han sido rechazadas por el sistema judicial sueco», dijo Hammargren a Al-Monitor.

Las afirmaciones de Turquía de que Suecia ha proporcionado 367 millones de dólares en «financiación del terrorismo» a los kurdos sirios son «desinformación», dijo. La cifra equivale a los fondos totales desembolsados en los últimos cinco años para ayuda humanitaria y apoyo a los vecinos de Siria que acogen a grandes poblaciones de refugiados, como Turquía y Líbano. Además, Suecia nunca ha suministrado armas al YPG. Todo lo anterior fue transmitido por una delegación sueca que viajó a Ankara el mes pasado para ayudar a desactivar la crisis. Volvió con las manos vacías.

Las esperanzas de que Washington acudiera al rescate de Suecia también han resultado vacías. «La adhesión de Suecia no depende de Estados Unidos», dijo una fuente bien situada que habló bajo condición de estricto anonimato.

En Estocolmo se considera que la disputa no se resolverá a tiempo para la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid el 30 de junio, y que aunque esto es «profundamente irritante, sobre todo para Washington, no será el fin del mundo», afirmó la fuente.

La otra exigencia de Turquía -que Suecia elimine un embargo de armas impuesto por ella y por otros Estados miembros de la UE a raíz de la última invasión de Turquía en el noreste de Siria en octubre de 2019- puede satisfacerse más fácilmente.

La Inspección Sueca de Productos Estratégicos que examina las solicitudes de venta de armas insiste en que «no hay ningún embargo de armas» a Turquía y que Suecia examina las solicitudes en función de sus méritos individuales. «Esto puede interpretarse como que algunas ventas están en juego, supongo que principalmente material que no es directamente letal», especuló Hammargren. En cualquier caso, las anteriores ventas de armas de Suecia a Turquía son «cacahuetes» en comparación con lo que quiere de Estados Unidos tras imponer sanciones a Ankara principalmente por su adquisición de misiles rusos S-400.

«Mi opinión es que el gobierno intentará ofrecer algunos compromisos», coincidió Levin.

«Es posible que también haya algunas otras concesiones moderadas». El PKK lleva mucho tiempo en la lista de grupos terroristas de Suecia, por lo que ofrecer una mayor vigilancia para perseguirlos y no permitirles operar en suelo sueco no sería realmente ‘ceder’. Pero cualquier cosa que pueda interpretarse como una venta de nuestros principios supongo que está fuera de los límites», dijo Levin.

Antes de la invasión rusa de Ucrania, la idea de que Suecia pusiera fin a 200 años de decidida neutralidad tras haber perdido grandes extensiones de territorio a manos de Rusia en las guerras napoleónicas se habría tomado a risa, como una fantasía. Por tanto, la idea de que haga algunas concesiones a Ankara en aras de su propia seguridad no puede descartarse del todo.

Jenny White, antropóloga afincada en Estocolmo y experta en Turquía, afirma que Suecia está atenazada por el miedo. «Las radios de manivela y las píldoras de yodo se agotaron en todo el país. El gobierno comenzó a rehabilitar su red de refugios antibombas».

«La dieta visual diaria de destrucción y violencia que sale de Ucrania y la beligerancia de Rusia con otros países en sus fronteras o cerca de ellas ha convencido a la población y a los políticos de buscar seguridad y protección por parte de potencias mayores», dijo White a Al-Monitor.

«Hubo ansiedad sobre el período entre la búsqueda de la admisión en la OTAN y su recepción: que Rusia aprovechara ese período para atacar Gotland, la isla sueca en el Mar Báltico que sería un premio estratégico para Rusia. A nadie se le ocurrió que el peligro aumentaría con otro miembro de la OTAN, Turquía», añadió White. «Turquía es vista como un país poco fiable y autoritario que no respeta ni entiende a países como Suecia porque no comparte sus valores».

No todos los suecos opinan lo mismo. Adam Mohammed, un trabajador de etnia somalí del fabricante de automóviles sueco Volvo, de propiedad china, acusó a su gobierno de «esconderse detrás de las faldas de Estados Unidos» y dijo que Suecia no debería entrar en la OTAN. Erdogan, su compañero musulmán, tenía razón al esperar el apoyo de Suecia contra los «terroristas kurdos», dijo a Al-Monitor. «Se supone que la OTAN es una familia. Entonces, ¿por qué un miembro, Estados Unidos, apoya a los terroristas contra otro miembro, Turquía?», preguntó. «¿Y por qué nosotros?»

Nota del editor: 7 de junio de 2022. Este artículo ha sido actualizado tras su publicación inicial para reflejar el resultado de la moción de censura en el Parlamento sueco

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