Experiencias comunales de la Modernidad Democrática

Serxwebun – Rotînda Engin – 11 mayo 2023 – Traducido y editado por Rojava Azadi Madrid
En las lenguas arias, la raíz «kom» significa «comunidad» o «grupo», y así se utiliza también en kurdo. El término «kombûn» tiene el significado de «reunirse», «formar parte de un grupo». En este sentido, la «comuna» es la forma de organización social y de modo de vida construida, desarrollada y defendida por comunidades populares durante milenios en Mesopotamia: era la forma de vida practicada por el pueblo en todos sus aspectos sociales, políticos, económicos, ecológicos, culturales, etc., sin dependencia del Estado ni del poder jerárquico, sino basada en principios de libertad, igualdad y democracia, y organizada para vivir en comunidad de forma voluntaria y como autodefensa. Se trata de la forma de autogobierno popular más básica, en la que los ciudadanos libres participan voluntariamente, debaten juntos todos los asuntos relacionados con su vida, toman decisiones y planifican y llevan a cabo las tareas necesarias. La comuna, escuela de democracia directa y autogobierno de la sociedad, es el espacio en el que se forman los individuos libres y viven en libertad de acuerdo con sus objetivos. Es el lugar donde se desarrollan y florecen el amor, la justicia y la moral humana. Es un modelo de organización social no estatal en el que se desarrolla la igualdad entre mujeres y hombres, se construye una vida en pareja libre y se crea conjuntamente una sociedad libre. La comuna es un sistema de vida en común en el que la diversidad se considera una riqueza y se desarrollan la igualdad y la unidad. Y, de nuevo, la comuna es un espacio vital en el que se resuelven todos los problemas sociales con un paradigma ecológico, democrático y feminista, y en el que se satisfacen todas las necesidades de la sociedad con conciencia ecológica, decisión y organización. En resumen, la comuna es el núcleo más básico del modelo de organización de un sistema social autónomo, en el que individuos con una conciencia ciudadana libre y desarrollada se unen en libertad para cooperar y compartir en todos los ámbitos. A las personas que forman parte de la comuna y que construyen y defienden una vida libre a partir de ella se les denomina comuneros.
La comuna es el núcleo fundamental de la organización de los gobiernos locales
La vida en comuna, que es el principal instrumento organizativo del sistema de autogobierno democrático, puede establecerse en todos los lugares donde exista una vida social basada en la democracia directa, en todos los pueblos y en todas las calles de las ciudades. Sin la formación de comunas rurales y urbanas, no pueden formarse los consejos de barrio y municipales, y si se forman, carecerán de raíces. En este sentido, la comuna es el núcleo fundamental de la organización de los gobiernos locales, es su raíz. La sociedad puede delinear y desarrollar una política democrática basada en la democracia directa a través de debates, decisiones y puesta en práctica que se lleven a cabo en las comunas y los consejos, en todos los ámbitos de la vida, desde la salud hasta la economía, la educación, la cultura, la vida social, la autodefensa, la diplomacia, etc. Por ejemplo, los habitantes de un pueblo o una ciudad, los vecinos de una calle o simplemente ciudadanos libres pueden reunirse para debatir y crear un sistema de autogobierno y una organización de vida libre. Se puede llegar a diseñar una organización en la que todos los asuntos del pueblo o la calle se puedan llevar a cabo de forma conjunta, sin esperar a que el Estado intervenga, y se puedan satisfacer todas las necesidades de la vida con los propios medios. Se puede crear una administración elegida mediante la representación igualitaria de géneros y democracia directa, que se encargará de coordinar todas las tareas que se realicen en función de la población del pueblo o la calle. En las reuniones conjuntas de los habitantes del pueblo o los ciudadanos, se pueden debatir cuestiones relacionadas con la vida cotidiana, como la organización de los medios económicos de subsistencia, la reparación de las viviendas, el desarrollo de los espacios comunes y la autodefensa, así como las infraestructuras, carreteras, agua, electricidad, etc. A raíz de los debates, se pueden establecer las tareas a realizar y crear comisiones para cada tarea. Las comisiones, constituidas de forma voluntaria, desarrollan proyectos relacionados con las tareas que deben realizarse en función de las necesidades. Los proyectos finalizados se presentan a los miembros de la comuna para que den su opinión y finalmente se concreten.
Una comunidad sin autodefensa no puede sobrevivir
En esencia, sabemos que en la tradición histórica, la memoria y la cultura de la sociedad kurda, la defensa de su propio territorio -su patria-, por medio de la organización propia, es un principio vital y existencial. Como pueblo que ha sufrido un genocidio, la preservación de su existencia y la consecución de su libertad han sido siempre la prioridad fundamental de los kurdos. En este sentido, la comuna es la conciencia de autodefensa de los ciudadanos, la condición fundamental para la existencia cultural y física y para vivir en su propia tierra. Una comuna sin autodefensa no puede construirse ni sobrevivir. Por ello, es importante que en todos los lugares donde haya comunas se creen comisiones o comités de defensa civil elegidos entre los miembros de la comuna. Esta comisión, que se creará según las necesidades, podrá estar integrada por jóvenes y miembros experimentados de la comuna. La comisión de defensa civil o autodefensa, tras examinar minuciosamente el lugar en que se encuentra y determinar las necesidades, desarrollará un proyecto de defensa para hacer frente a cualquier amenaza a la existencia de los ciudadanos del lugar, mientras que el comité de defensa civil creado se encargará de aplicar dichos proyectos. Por ejemplo, la comisión de defensa civil creada en una comuna rural puede recorrer primero la geografía del pueblo y examinar las colinas dominantes y las rutas de acceso al pueblo para su defensa. También puede determinar el sistema de comunicación entre sus habitantes, la organización de su inteligencia y las tareas que incumben a todos los habitantes para la defensa en caso de un posible ataque. La comisión de defensa puede reforzar el proyecto que ha elaborado debatiéndolo con los miembros de la comuna y elaborar un plan en consecuencia. El comité de defensa civil que se constituya en el pueblo puede satisfacer las necesidades de defensa del mismo creando una unidad de autodefensa o de defensa civil para poner en práctica este plan. En esencia, todos los miembros de la comuna deben considerarse responsables de la defensa del pueblo y participar en ella, sin distinción de edad. El comité de defensa que se cree debe mantenerse abierto al control de la comunidad en lo que respecta a las actividades que lleva a cabo e incluso informar continuamente a los miembros de la comunidad sobre las mismas.
O, por poner otro ejemplo, se puede formar una comisión agrícola en la comuna para gestionar la economía del pueblo. Los ciudadanos voluntarios con conocimientos agrícolas pueden formar parte de esta comisión y determinar las necesidades de las tierras agrícolas del pueblo o de las tierras que pueden destinarse a la agricultura, así como de los productos que pueden cultivarse en ellas para que sean productivas. Pueden elaborar proyectos para el riego de las tierras agrícolas y, de nuevo, crear proyectos para obtener productos sanos y eficientes, debatiendo todo ello con los miembros de la comuna. La administración de la comuna puede crear un comité agrícola con la participación voluntaria de sus miembros para poner en práctica el proyecto agrícola aprobado y crear cooperativas agrícolas para llevar a cabo el proyecto. Además de las comunas, que son una forma de autogobierno en las calles de los pueblos o ciudades, se pueden organizar muchas otras comunas según las necesidades. En cada comuna autogestionada, las mujeres y los jóvenes pueden crear organizaciones comunales separadas con su propia identidad. Las comunas de mujeres y jóvenes pueden debatir en función de sus propias necesidades, tomar decisiones y desarrollar una organización práctica para aplicarlas. En virtud del funcionamiento democrático, las mujeres y los jóvenes deben tomar sus propias decisiones.
La tarea fundamental es que las comunas se entrelacen y se organicen en forma de red
Sabiendo que las ciudades están formadas por barrios y estos a su vez por calles, las comunas de calle, formadas por ciudadanos libres y voluntarios que viven en cada calle, pueden organizarse de forma autónoma. El hecho de que los miembros de la comuna discutan, decidan y organicen por sus propios medios todas las tareas de la calle, sin esperar a que lo haga el Estado, pone de manifiesto la voluntad de autogobierno. Será importante que las comunas de calle estén representadas en los consejos de barrio, que estos se expresen en el consejo municipal y que trabajen junto con las organizaciones de la sociedad civil de la ciudad, bajo el mismo techo del consejo, en comisiones conjuntas y en comités ejecutivos elegidos. La construcción de un sistema democrático autónomo, que comience en las comunidades rurales y vecinales y se entrelace en forma de círculos con los consejos populares de las ciudades, las regiones y el país, debe ser la tarea fundamental de los ciudadanos. Los proyectos que sobrepasen la capacidad económica, política, de ámbito, etc. de las comunas rurales o vecinales deben resolverse en los consejos municipales, empezando por los consejos de barrio; y, cuando sea necesario, las comunidades rurales o vecinales deben tener derecho a vetar las decisiones clave que los consejos municipales adopten en su contra. Es necesario que todos los ciudadanos participen directamente en el proceso de debate, decisión y puesta en práctica, basado en la voluntad local, y que la coordinación local y central funcione en armonía y equilibrio. En una sociedad, especialmente en las ciudades, también existen tareas fundamentales que son responsabilidad de todos los ciudadanos. La limpieza de las calles, el desarrollo de la conciencia ecológica para crear una estética urbana, la defensa, la creación de espacios de vida social, la ampliación de los espacios comunes basándose en la justicia y la igualdad, etc. Cada comunidad de vecinos puede crear comisiones y comités en función de sus necesidades y llevar a cabo sus proyectos basándose en sus propios recursos. Para ello, cada comunidad de vecinos o pueblo puede crear su propio fondo.
La ventaja más importante de las ciudades es que cuentan con recursos humanos con la cualificación profesional necesaria para satisfacer las necesidades sociales. La organización de cada profesión como entidad de la sociedad civil está cada vez más extendida en la actualidad. En este sentido, los trabajadores sanitarios pueden formar parte de las comisiones o comités de salud de los consejos municipales e incluso de las comunidades de barrio, si existen. Será muy importante que las unidades y asociaciones sanitarias dependientes de los comités de los consejos o las comunas se organicen hasta los rincones más recónditos. Al igual que la salud, la economía, la ecología, el deporte, la cultura, la educación…; en definitiva, todos los ámbitos sociales, desde el más local, es decir, la comunidad rural o la calle, hasta el más amplio, pueden crear sus propias coordinaciones por medio de una organización tanto vertical como horizontal. Se pueden crear consejos separados para áreas que requieran especialización, como la salud, la educación y la economía; las organizaciones de la sociedad civil formadas por estas profesiones pueden organizarse en forma de red hasta el nivel más local, sobre la base de unidades autónomas.
En las condiciones actuales, vemos que las sociedades ya no están evolucionando hacia una estructura y una sociología de identidad única, sino de identidades múltiples. Los miembros de una familia que, por el lugar donde viven, son miembros de una comuna o de un consejo, pueden ser miembros de más de una comuna en función de sus capacidades y deseos. Por ejemplo, una mujer puede ser miembro de una comuna de barrio, de una comuna de mujeres, si es profesora, de una comuna de educación y, si en su tiempo libre se dedica al arte, de una comuna de arte, e incluso, como miembro de una cooperativa, de una comuna de economía. Se puede ser miembro de más de una comuna al mismo tiempo. Un niño puede ser miembro de comunas según sus habilidades y deseos en ámbitos como el deporte, el arte o la ecología. Formar parte de la comuna en todas partes es tanto un deber ciudadano como un principio indispensable de la vida libre en comuna. En este sentido, debemos vivir de forma consciente y organizada en la transición del individuo ciudadano del Estado al individuo libre de la sociedad democrática.
Cuando un sistema muere, nace uno nuevo
Como pueblos, es importante que conozcamos la época y el carácter de esta era en la que estamos construyendo y defendiendo nuestra sociedad libre y democrática de forma comunal. En el periodo que estamos atravesando, sabemos que el sistema capitalista moderno está siendo superado, que las fuerzas de la modernidad democrática están comenzando a integrarse en el sistema y que se está abriendo la puerta a una nueva era. Estamos siendo testigos del nacimiento de un sistema mientras otro muere, y por lo tanto, nos encontramos en medio de un proceso, atravesando un periodo de tiempo entre sistemas. En este periodo intermedio, es decir, en el momento de la formación de un nuevo sistema, las instituciones del sistema estatal de la modernidad capitalista, aunque han perdido su credibilidad ante la sociedad, siguen existiendo; mientras que las fuerzas de la modernidad democrática van construyendo sus comunas y consejos como un sistema de vida democrático alternativo. La perspectiva «Estado más democracia» del líder Apo al visionar nuestro sistema social es comprensible por encontrarnos en este proceso intermedio. A medida que, como ciudadanos libres, construyamos nuestras propias comunas y asambleas y desarrollemos nuestro congreso popular, todas las instituciones del Estado se reducirán y volverán inoperantes, y el equilibrio se inclinará a favor de la sociedad. A medida que se comprenda que todas las instituciones gestionadas por el Estado con una mentalidad autoritaria, machista, nacionalista y religiosa son la causa de los problemas sociales en lugar de su solución, y a medida que se creen instituciones comunales alternativas, su reducción será inevitable. Conscientes de que este período de transición es un momento importante que requiere una lucha profunda y amplia, debemos desarrollar nuestro sistema comunal-consejo alternativo de manera flexible y creativa. Basándonos en los derechos y libertades fundamentales universales, nuestra tarea principal es democratizar las constituciones de los Estados construidos por el hombre y luchar en favor de la sociedad. Otra de nuestras tareas es la elaboración de un «Pacto o Contrato Social», elaborado conjuntamente por todos los sectores de la sociedad, y la creación de un programa y de herramientas de lucha basados en dicho pacto. La sociedad debe alcanzar sus propios objetivos y herramientas de lucha. Por supuesto, las mujeres también pueden tener un pacto social propio y se luchará para que este pacto social se incluya en una constitución democrática. Además del «parlamento», que es el sistema parlamentario central establecido por el Estado en todo el país mediante la democracia representativa, también pueden desempeñar un papel las organizaciones comunitarias de la sociedad, todas las instituciones de la sociedad civil y el «congreso popular», en el que los individuos democráticos están representados mediante la democracia directa. El parlamento establecido por el Estado en virtud de la Constitución y el congreso popular construido por la sociedad mediante un contrato social pueden librar una lucha democrática recíproca. El respeto mutuo y los derechos y libertades fundamentales pueden coexistir. Las instituciones del Estado y las instituciones de autogobierno de la sociedad pueden funcionar según su funcionalidad. Lo importante es que la sociedad desarrolle la política democrática en cada momento y en cada lugar, preservando y desarrollando sus características morales y políticas; que los ciudadanos libres participen en el proceso de debate, toma de decisiones y puesta en práctica de su propia vida a través de los consejos comunales y construyan la representación de su propia voluntad. Desde las comunas rurales y los consejos de barrio hasta los consejos municipales, las organizaciones de la sociedad civil deben elaborar sus propias políticas (salud, educación, economía, cultura, social, etc.) en todos los ámbitos de la vida. De lo contrario, mientras el sistema estatal, autoritario y patriarcal se comporte de manera intolerante hacia el sistema local y democrático de la sociedad y amenace su existencia, la sociedad también debe organizarse y defenderse sobre la base de la autodefensa, que es un derecho natural y constitucional de todos los seres vivos. De hecho, la sociedad histórica ha llegado hasta nuestros días basándose en la contradicción fundamental entre la sociedad y las organizaciones estatales, con una concepción de la convivencia basada en el conflicto y el compromiso.
Desde los albores de la historia social, la humanidad ha desarrollado un sistema de vida local basado en una especie de proto-comunidades de tipo clan, basadas en la división del trabajo, la alimentación, la protección y la perpetuación de la especie, y tratando de crear los primeros núcleos de valores morales y políticos. El noventa y nueve por ciento de la historia de la humanidad (aunque no se le haya dado el reconocimiento que merece) se ha vivido sobre la base de la construcción de sistemas autónomos y locales de clanes y tribus y de la autodefensa frente a los ataques de los sistemas de poder centralizados. Las historias mitológicas y las epopeyas de cada geografía arrojan luz sobre este sistema de resistencia de la sociedad y han llegado hasta nuestros días. El lenguaje de esa época es poético, épico. Desde este punto de vista, debemos leer y comprender los epopeyas y las historias populares con esta perspectiva, investigar nuestra historia y hacer arqueología. En la historia vemos que lo natural es la vida local, democrática y comunal; lo antinatural son las ideologías y estructuras centralistas, autoritarias y estatistas que se desarrollan en contra de ello. En este sentido, la historia y la resistencia de las sociedades aún no se han escrito de manera satisfactoria, ni siquiera se han sacado a la luz lo suficiente. En este sentido, se necesita el esfuerzo intelectual de todas las estructuras de conocimiento democráticas, empezando por los intelectuales.
Cuando levantamos el velo de niebla que cubre la percepción de la realidad existente, vemos que la historia de la humanidad está repleta de resistencias democráticas y del espíritu comunal que las anima. Desprendernos de las narrativas históricas centralizadas y estatistas, tomar conciencia de la verdad histórica y redefinir, interpretar y crear todos los métodos filosóficos y científicos que nos permitan comprenderla nos proporcionará una experiencia revolucionaria, enorme, como si se levantara el dique que retiene una cascada, y nos llenará de conciencia, entusiasmo y emoción. Lo importante es cómo percibimos y definimos la vida, con qué conciencia y en qué forma vivimos. Por ello, el sistema democrático basado en comunas y asambleas no es solo una forma, sino también un espíritu, una conciencia, un poder de significado y amor. Desde esta perspectiva, también será importante reevaluar las comunas que formaron parte de la historia y que, con el legado que dejaron, constituyen la esencia de nuestro sistema democrático.
Como se ha demostrado en diversas investigaciones, en la sociología del pueblo ario, la célula fundamental de la sociedad y la socialización es el clan-tribu. La historia de la humanidad ha podido existir gracias a esta forma de vida social, la más antigua que se conoce. El clan-tribu fue la primera organización social, y el modo de vida de estos clanes-tribus era comunal. Todos los miembros del clan-tribu participan directamente en la vida como individuos morales y políticos, creando el espíritu comunal. Mientras que la sociedad se configura en la etapa neolítica en torno a la identidad y el papel de la mujer, el carácter fundamental de la vida rural sigue siendo comunal. Los kurdos, que vivían con fuerza la vida neolítica y comunal, han tratado de proteger su propio sistema de vida frente a las estructuras centralistas y autoritarias. Por ejemplo, en la historia, las tribus y clanes medos lucharon junto con los pueblos vecinos contra el Imperio asirio durante trescientos años.
La estructura democrática y funcional de las confederaciones de clanes
Las tribus y los clanes se unieron y crearon confederaciones comunes, conservando su singularidad. La tribu es una forma social compuesta por clanes. Las confederaciones de tribus que se unieron se desarrollaron a lo largo de la historia como organizaciones políticas capaces de resolver los problemas sociales de las comunidades y protegerse de las amenazas internas y externas. El consejo de la confederación, como órgano supremo que se encargaba de todas las tareas administrativas de la misma, era el órgano que resolvía los problemas sociales y tomaba decisiones vitales, como la guerra y la paz. Las decisiones se adoptaban principalmente por consenso y, cuando esto no era posible, por mayoría cualificada. En la confederación prevalecía la unión voluntaria. Cada tribu y clan tenía su propio gobierno y mando militar. No sería exagerado calificar esta confederación como una especie de democracia tribal y señalar que era más democrática y funcional que las democracias representativas actuales. En este sentido, la Asamblea de la Confederación Meda era más democrática y funcional que el sistema parlamentario actual. Las tribus árabes de estas tierras también se autogobernaban mediante asambleas llamadas «Nadi». Las confederaciones tribales semíticas, por su parte, habían adoptado una forma de autogobierno denominada «Dar’ül Nedve», que significa «asamblea de asambleas». Las confederaciones tribales como los Shammars y los Cuburis, aunque hoy en día están más involucradas en el poder, siguen teniendo asambleas similares. La razón fundamental por la que esta forma social no ha podido ser desmantelada, a pesar de todos los ataques de la modernidad capitalista, es que cuenta con una fuerte experiencia y tradición de autogobierno. En la actualidad, la cultura de Oriente Medio sigue resistiendo gracias a las tradiciones tribales, que son las células madre de su sociedad.
La historia de Oriente Medio está repleta de importantes experiencias comunales
Analizando la historia de Oriente Medio, podemos observar que, además de las resistencias tribales y de clanes, también se han vivido importantes experiencias comunales. Los primeros movimientos comunalistas, conocidos como las resistencias de Mazdek, Hürrem y Babek, surgieron en estas tierras. Esta tradición de resistencia defendía un orden comunal, igualitario, cooperativo y libertario. La igualdad entre hombres y mujeres, el reparto de los bienes y la riqueza, y el rechazo del autoritarismo son las características fundamentales de este movimiento comunal. Tras el asesinato de Mazdek, la resistencia continuó bajo el nombre de hurremismo, con una línea de lucha igualitaria, libertaria y comunal basada en la filosofía zoroástrica. También fue la fuente fundamental del alevismo de Anatolia. El periodo álgido del hurremismo se dio durante la época de Babek. Tras la muerte de Cavidan Bin Sehl, Babek llevó a cabo una importante guerra de autodefensa para poner en práctica su programa comunal y libertario y, en cierto sentido, crear espacios liberados.
Aprovechando especialmente la orografía montañosa de la zona, llevó a cabo con éxito tácticas de guerrilla, como emboscadas, infiltraciones y redadas. Babek se convirtió en una fuente de esperanza para amplios sectores de la población, como kurdos, persas, turcomanos, beduinos, armenios e incluso georgianos.
Una importante experiencia comunal en estas tierras fue el movimiento ismaelita. Este movimiento se dio a conocer gracias a la resistencia de Hasan Sabbah. Conocido como el «Jefe de la Montaña», Hasan Sabbah se unió a este movimiento a los 17 años y recibió una gran formación. La mayoría de la población que vivía en los alrededores del castillo de Alamut se unió a la organización de Hasan Sabbah, formando una comunidad basada en la hermandad, participando en la vida comunal y la resistencia. La historia oficial intentó difamar a los seguidores de Hasan Sabbah tildándolos de «consumidores de opio y hachís, fanáticos que explotaban a las mujeres». Sin embargo, en aquella época, los seguidores de Hasan Sabbah eran conocidos como «asesinos» (hashashins o nizaríes), es decir, «guardianes del secreto». Hasan Sabbah, que vivió en el castillo de Alamut hasta 1124, acumuló una importante experiencia y conocimientos en numerosas disciplinas científicas, mantuvo el orden comunal que había establecido y dejó a la historia el legado de una organización de fedayines.
Los cármatas fueron un movimiento social que se extendió por todo Oriente Medio durante un periodo de 200 años, entre 870 y 1070, gracias a su estilo de educación y organización. El movimiento cármata toma su nombre de Karmat, el apodo de Hamdan bin Eş’aş El-Karmat, su fundador. Los miembros del movimiento se llamaban entre sí «refiq», que en árabe significa «compañero», lo que refleja el carácter del movimiento. Hamdan Karmat, tras ser nombrado jefe de los dais de la región de Kufa, formó un equipo de tres personas con el objetivo de difundir sus enseñanzas en la región. El primero de ellos era Abdan, conocido como el «filósofo y cerebro» del movimiento. Abdan escribió un libro de siete volúmenes titulado Belagat-ül Safa (El discurso de la hermandad). En este libro se describe cómo sería la sociedad comunal que se quería establecer, qué tipo de personalidad debían tener las personas para alcanzar ese orden, cómo debía educarse a la sociedad y a los individuos para alcanzar ese objetivo y, en general, cuál era la visión del mundo del movimiento carmatí. Es decir, Abdan fue el líder ideológico del movimiento. El segundo nombre, El-Cenabi, es el segundo líder del movimiento después de Hamdan Karmat. Es conocido como el organizador y activista del movimiento. Los historiadores lo consideran el comandante carmatí más valiente que llevó a cabo el proyecto de sociedad comunal. El tercero es Zikreveyh El-Dendani, discípulo de Hamdan Karmat. Fue un pionero que se encargó de dar a conocer y difundir el movimiento, sobre todo en territorio iraní, y llevó a cabo diversos trabajos en este ámbito.
En Irak, Yemen, Damasco, Egipto y los pueblos de África, por todo Oriente Medio hubo organizaciones en torno a esta estructura comunal popular. Se desarrolló un modelo organizativo compuesto por comités de tres personas que extendían de arriba a abajo. La estructura organizativa se ha mantenido en el más estricto secreto. Los miembros del movimiento cambiaban frecuentemente de lugar, utilizaban múltiples códigos y desarrollaron un estilo de trabajo celular, designando representantes. Hamdan Karmat, impulsor del movimiento, construyó la aldea de Mühtemâbâz, cerca de Kufa, como Dar’ül Hicre (casas de la emigración) para sus seguidores. Los karmatíes desarrollaron lugares equivalentes a las casas comunales y academias actuales. Los miembros del movimiento y todos los sectores de la sociedad que se instalaron en las «casas de la emigración» recibieron educación. El pueblo trataba sus problemas en plataformas de debate llamadas Mecalis’ül Teğziye, es decir, «consejos de alimentación», y buscaba soluciones. Los cármatas llevaron a cabo una actividad propagandística sin distinción entre pueblos y creencias, equivalente a la cultura de todas las religiones, sectas y orígenes étnicos. Lo importante era llegar a todos los sectores y difundir la doctrina. Se daba especial importancia a la participación de las mujeres en todo tipo de actividades sociales. También se concedía especial importancia a la educación de los niños. Los urefa, es decir, los «sabios», se encargaban especialmente de la educación de los niños y llevaban a cabo actividades para que recibieran una educación integral. Los cármatas desarrollaron también un concepto de economía comunal basado en sus enseñanzas y en el fundamento social en el que se apoyaban. Con el sistema ülfet, se puso fin a la propiedad privada y se instauró la propiedad social, la producción se llevaba a cabo mediante el trabajo comunitario, los productos se recogían en las casas del pueblo y se repartían, lo que reforzó aún más el carácter comunal del movimiento cármata.
Bajo el liderazgo del jeque Bedreddin también se produjo un importante movimiento comunalista. Su nombre real era Mahmud, vivió en la segunda mitad del siglo XIV y recibió el nombre de «Bedreddin», que significa «luz de la religión», de Emin Buhari. El jeque Bedreddin fundó el movimiento «Ortaklar» (Compañeros) junto con sus compañeros Börklüce Mustafa y Torlak Kemal. Defendían que no debía haber distinción entre hombres y mujeres, religiones, lenguas o razas en el reparto de los recursos disponibles. El movimiento Ortaklar desarrolló su autodefensa contra los ataques de los gobernantes otomanos y, con su resistencia, dejó un importante legado en la historia de los oprimidos.
Resistencias urbanas y experiencias comunales
En las resistencias urbanas a lo largo de la historia también es posible observar experiencias comunitarias. Es necesario examinar y sacar a la luz las características comunitarias de las ciudades fundadas por las sociedades en la historia de Oriente Medio. Cada vez es más evidente, gracias a los estudios arqueológicos, que la primera ciudad de la historia no fue la sumeria, sino que las primeras urbanizaciones se desarrollaron hace miles de años en las tierras de la Alta Mesopotamia. A medida que la ciencia se libera de las estructuras de poder y hace más visible la percepción de la verdad en favor de la sociedad, creemos que todas las ramas de la ciencia, en particular la sociología, se centrarán más en la historia urbana de las sociedades. Los revolucionarios sabemos que la historia de la libertad de las sociedades saldrá a la luz gracias a la investigación que llevaremos a cabo como tarea moral, política e intelectual. Dicho esto, es importante evaluar las resistencias urbanas y las experiencias comunitarias que están surgiendo, especialmente en Europa, a partir del antiguo legado de Oriente Medio.
En la Antigua Grecia, la ciudad creó 15 confederaciones diferentes con el fin de establecer la unidad social y proteger su libertad. En estas confederaciones, la política social se llevaba a cabo a través de asambleas populares. A los participantes en la asamblea se les llamaba ciudadanos y se les concedía el derecho al voto igualitario. Hasta la Edad Media, se construyeron ciudades-estado en Europa, y con el aumento del comercio, la migración a las ciudades se desarrolló progresivamente y las ciudades-estado de la Antigüedad fueron sustituidas por gobiernos comunales. En las ciudades se desarrolló el concepto de ciudadanía natural y se crearon pactos urbanos, que garantizaban la igualdad y la unidad de los ciudadanos. Los gobiernos locales desempeñaron diferentes funciones según las necesidades, desde los servicios hasta los órganos judiciales. Los habitantes de las ciudades crearon fondos comunes para defender la ciudad con un sentido de seguridad común, las comunidades urbanas fortalecieron las bases de la vida social y preservaron su autonomía frente a los poderes gubernamentales.
Las ciudades italianas son uno de los ejemplos más importantes de la historia en materia de autonomía municipal. Ciudades como Venecia, Génova, Florencia y Pisa conservaron durante mucho tiempo su libertad local. En Italia, la garantía de la libertad municipal es el juramento de lealtad, que es un documento que certifica la unión entre los ciudadanos que viven en los pueblos. Quienes aceptaban este documento oficial de lealtad, llamado Conjuratio o consilio, formaban una comuna. La administración de esta comuna era elegida por los miembros de la misma y recibía el mismo nombre, es decir, consilio. Todos los consilios existentes se reunían para formar la Asamblea General. Así se sentaron las bases de la comuna italiana, y las comunas de los pueblos vecinos se unieron en una confederación para formar la Comuna Urbana. La opinión de la asamblea popular era importante, especialmente en cuestiones clave como la guerra y la paz. Aunque estas comunas y asambleas perdieron posteriormente su esencia y se convirtieron en instrumentos de poder, pasaron a la historia como las primeras democracias urbanas importantes.
España también es un ejemplo importante en lo que respecta a la experiencia de la administración local y las comunas. En el siglo XVI, España, que era pionera en el absolutismo, sufrió a partir de 1520 una serie de revueltas urbanas contra el centralismo español, que dieron lugar a la creación de comunas. Algunas ciudades incluso recaudaban sus propios impuestos y creaban milicias de defensa ciudadana.
En la historia de Alemania, durante cientos de años, el campesinado alemán, con su liderazgo y resistencia, formó confederaciones de ciudades que llegaron a gobernarse a sí mismas. Mientras que en muchos países europeos esta tendencia hacia la libertad de las ciudades fue atacada y estas perdieron su autonomía, las ciudades alemanas mantuvieron su independencia durante mucho tiempo. Aunque la autonomía de las ciudades europeas se debilitó ante los ataques de las monarquías, su verdadera derrota se produjo con el industrialismo desarrollado por el capitalismo. En aquellos años, conocidos como Revolución Industrial, las ciudades perdieron su esencia y las comunas urbanas desaparecieron.
Un periodo importante en la historia de las luchas sociales: la Comuna de París
La Comuna de París constituye un ejemplo histórico de la creación de un gobierno autónomo por parte de la sociedad mediante la democracia directa. Años después de la Revolución francesa de 1789, en 1870 se intentó desarrollar en Francia un sistema confederal basado en un modelo de gobierno de consejos de barrio y municipales. Sin embargo, con el control del movimiento popular por parte de la burguesía, las comunas perdieron su esencia de gobierno autónomo del pueblo. No obstante, por mucho que se debilitara la tendencia popular hacia la libertad, esta siguió existiendo. En 1871, la Comuna de París llamó a todas las comunas de las ciudades a unirse bajo una confederación. El 19 de julio de 1870, el Gobierno francés declaró la guerra a Prusia, fue derrotado y se rindió el 2 de septiembre tras firmar un acuerdo con el ejército prusiano. Sin embargo, a pesar del asedio de París, el pueblo opuso una gran resistencia y los delegados de 215 regimientos de la Guardia Nacional decidieron resistir. Las fuerzas resistentes que formaban la Federación de la Guardia Nacional crearon un Comité Central de 20 personas que asumió la dirección de la revolución comunal.
Cuando el Gobierno quiso desarmar al pueblo de París, este se levantó en resistencia el 18 de marzo de 1871, capturó a dos generales y los fusiló. Este día pasó a la historia como el día de la fundación de la Comuna de París. En Francia se formaron dos gobiernos: el gobierno de la Comuna de París y el gobierno de los burgueses que huyeron a Versalles. Al día siguiente, el Comité Central publicó un comunicado en el que convocaba al pueblo a elecciones comunales, se levantaba la ley marcial y se liberaba a los presos políticos. El 23 de marzo, el Comité dio a conocer el Programa de la Comuna.
Según este, se estableció como principio fundamental garantizar a los trabajadores el valor total de su trabajo, es decir, eliminar el beneficio capitalista, mediante la organización del crédito, el comercio y la cooperación; la educación gratuita, laica y completa para todos; la libertad de reunión, de asociación y de prensa; y la organización de la policía y el ejército a nivel comunal. No se aceptaba ninguna autoridad externa y se estableció como principio fundamental el control permanente de todos los elegidos, ya fueran administradores, alcaldes o gobernadores, por parte de los electores. El 26 de marzo se celebraron elecciones comunales y se designaron los administradores de los 20 distritos de París; el Comité Central transfirió oficialmente sus poderes al gobierno comunal. En la administración de la Comuna participaron obreros, funcionarios, maestros, pintores, escritores, periodistas y empresarios; se crearon sindicatos, cooperativas, clubes, comisiones y consejos que permitían la participación de todo el pueblo de París. Se crearon comisiones para servicios como el abastecimiento, la acuñación de moneda, la imprenta, la sanidad y el correo, así como para asuntos como la educación, la justicia y las finanzas. Además, se organizó la Unión de Mujeres.
Aunque la Comuna se basaba en la autonomía de la administración local y en la organización desde la base para todos los pueblos, no consiguió extenderse y el sistema quedó limitado a París. El Comité Central de la Guardia Nacional, aunque anunció que transferiría sus poderes a la administración de la Comuna, no lo hizo y siguió ejerciendo un poder oculto. En particular, el ámbito militar no reconoció suficientemente la voluntad de la administración de la Comuna y la ignoró. A pesar de los esfuerzos de organización de la Comuna, no se alcanzó un nivel democrático, se produjeron actitudes individualistas, rivalidades y disputas personales, y no se logró establecer una disciplina de trabajo. Esta situación provocó el debilitamiento de la Comuna. El 12 de mayo, con el apoyo de los alemanes, las tropas burguesas entraron en París y, a pesar de la magnífica resistencia popular, esta fue aplastada, se produjeron masacres en las que murieron 30.000 personas y cerca de 40.000 fueron tomadas prisioneras, y la Comuna de París cayó. La Comuna de París, que representó 70 días de autogobierno popular, fue un periodo importante en la historia de las luchas sociales. Sirvió de base para el desarrollo de las resistencias comunales y la tesis de la «dictadura del proletariado». La lección más importante que se extrajo fue que no se había atacado y debilitado lo suficiente la mentalidad y el estilo de vida de la burguesía, es decir, de la clase media, y que no se había eliminado este terreno fértil tanto en el interior como en el exterior. Y, sin duda, la importancia de desarrollar la dictadura del proletariado contra la burguesía fue evaluada en los paradigmas de Marx y Lenin y, junto con las lecciones extraídas, se abrió de par en par la puerta a la revolución soviética.
Un importante legado para la historia de los pueblos: los soviets
Con la Revolución de Octubre de 1917, el sistema comunal y de consejos pasó a ser un importante legado histórico para los pueblos de la Unión Soviética. La palabra «soviético» tiene significados como «consejo» o «asamblea», y la Unión Soviética se entiende en este sentido como «Unión de Consejos». Las primeras asambleas se crearon en 1905 y, con la revolución de 1917, se desarrolló la organización de los soviets, es decir, las asambleas, principalmente en Moscú y San Petersburgo. En estas asambleas, formadas por representantes de los trabajadores y los soldados, se buscaban soluciones a los problemas y se creaban comisiones ejecutivas en dos ámbitos, que se supervisaban mutuamente. Para llevar a cabo las tareas diarias, se creó un soviet de 600 personas con la participación de delegados en igualdad de condiciones de ambos ámbitos. El comité ejecutivo, compuesto por 42 personas, creó 15 comisiones diferentes debido al aumento del volumen de trabajo y estableció una oficina ejecutiva de 7 personas para coordinar las tareas. Además de los soviets urbanos, se crearon los soviets regionales, es decir, las asambleas regionales. Los soviets regionales aplicaban las decisiones del Soviet General. Inmediatamente después del Soviet de San Petersburgo, los acontecimientos se aceleraron y, entre el 25 y el 27 de marzo, se reunió la Conferencia de los Soviets Regionales de Moscú, que constituyó el Soviet de Moscú. En el Soviet de Moscú estaban representados los trabajadores, mientras que los soldados prefirieron crear un soviet separado. En poco tiempo se crearon soviets en todas las ciudades de Rusia. En el frente, los soviets de soldados se extendieron. Además, se organizaron cooperativas en las aldeas por medio de los maestros y los agricultores, y se crearon los primeros soviets de campesinos en las ciudades, pero en poco tiempo los soviets de campesinos se extendieron también a las aldeas y se convirtieron en órganos importantes de la revolución. Los soviets militares también ayudaron a crear comités agrícolas en los pueblos y, como resultado de estos avances, se creó un soviet de obreros, campesinos y soldados en la ciudad de Luga. El país se cubrió rápidamente de soviets, que comenzaron a trabajar en unión a nivel local y, finalmente, a principios de abril, se logró la unión de los soviets con la celebración de la I Conferencia de Soviets de Obreros y Soldados de toda Rusia.
Si las instituciones soviéticas no se hubieran extendido rápidamente y no hubieran desempeñado un papel revolucionario, la Revolución de Octubre no habría sido posible. En todos los lugares donde existían instituciones soviéticas había diferentes facciones políticas. De hecho, en muchas ocasiones los bolcheviques, precursores de la revolución, se vieron reducidos a una minoría. Sin embargo, a pesar de ello, se libró una lucha muy intensa por la organización y las comunas soviéticas atrajeron al pueblo en todas partes, entraron en conflicto con el régimen zarista y, en octubre de 1917, se llevó a cabo la revolución soviética bajo el liderazgo de Lenin.
El movimiento que creó un sistema de vida libre de tipo comunal: el PKK
La experiencia comunal del Movimiento de Liberación Kurdo se ha desarrollado como parte y continuación de la historia de la autogestión en la lucha por la libertad de los pueblos. El propio PKK estableció en 1973 un sistema de vida libre de tipo comunal y, tras 51 años de lucha por la libertad, proclamó en 2005 su sistema social basado en comunas y consejos como el sistema de Confederalismo Democrático. Hoy en día, el sistema confederal democrático basado en comunas y consejos se está desarrollando paso a paso en todas las partes de Kurdistán y en todos los lugares donde viven el pueblo kurdo, sus aliados y los que luchan por la libertad. El sistema de confederalismo democrático ha comenzado a cobrar vida en el noreste de Siria, en Shengal (norte de Iraq), y se ha convertido en una fuente de inspiración para toda la humanidad que desea vivir en igualdad, democracia y libertad en todo el mundo.
⁶Hoy en día, el sistema comunal, que es la célula madre del sistema de vida libre de las sociedades, se está desarrollando cada vez más, conservando su carácter tanto local como universal. Las comunas y los consejos, como instrumentos de la política democrática de las sociedades, han comenzado a verse cada vez más, desde las aldeas hasta las calles, los barrios y las ciudades, y a nivel regional y mundial. El sistema confederal democrático, que se desarrolla con la mentalidad de la nación democrática de la modernidad democrática, para resolver los problemas causados y originados por las fuerzas del sistema capitalista modernista, se desarrolla cada día un poco más. La Unión Mundial de Naciones Democráticas o la Confederación Mundial de Naciones Democráticas, que se construirá con el trabajo y la lucha del ser humano libre, ya se ha encaminado para convertirse en una alternativa a la ONU.
En un momento en el que estamos viviendo uno de los giros más importantes de la historia y en el que pretendemos liderar la modernidad democrática con nuestro sistema de vida comunal y libre, será importante evaluar también las ideas que surgen en nuestro enfoque del sistema comunal. El problema más importante que experimentamos en nuestra personalidad es la incapacidad de pensar y vivir de manera suficientemente comunal. La causa fundamental de esto es el individualismo. El individualismo, enemigo de la socialización, es la enfermedad más grave de nuestra época. Tiene su origen en el liberalismo de la modernidad capitalista. El individualismo es como el gusano de la madera, que carcome al ser humano desde dentro y lo destruye. Debemos liberarnos de todas las enfermedades del liberalismo, empezando por la mentalidad, y en particular de todo tipo de concepción individualista. A medida que nuestra mente y nuestro espíritu se liberen, podremos reconstruirnos con valores sociales comunales. Podremos alcanzar la esencia de la vida comunal, sus valores, su alegría de vivir, su solidaridad y su amor. En segundo lugar, debemos liberarnos de todo tipo de concepciones y actitudes autoritarias, estatistas y machistas para poder vivir de forma democrática, igualitaria y libre, y establecer nuestro propio sistema comunal. A lo largo de la historia, los enfoques autoritarios, estatistas y patriarcales han sido una desviación. Las sociedades pueden vivir sin poder ni Estado, y de hecho lo han hecho. Pero el poder y el Estado no pueden existir sin sociedad. Por eso, lo esencial es la sociedad, los valores de la vida comunal. Debemos liberarnos de todas las concepciones, ideas, teorías e instituciones autoritarias, estatistas y patriarcales. Actuar y trabajar en nombre de la sociedad, como si fuéramos ingenieros sociales, es usurpar la voluntad de la sociedad. Nuestra tarea es formar parte de la voluntad, los valores y el sistema de la sociedad, y defenderlos construyendo una vida libre y democrática con el esfuerzo colectivo. Otro enfoque es el que se resume en «poco, pero mío», un enfoque muy estrecho, dogmático, conservador y temeroso del cambio. Las personas que no tienen una utopía, que no tienen esperanza en el futuro y que no la crean en el presente, se conforman con lo que hay y se quedan cada vez más atrás. Por eso, no basta con resolver los problemas de la sociedad, sino que es importante ampliar nuestros horizontes con una visión de las ciencias sociales que pueda llevar a la sociedad hacia el futuro, con la idea de «que haya mucho, que sea bonito, bueno y correcto, y que sea de todos», y pensar y vivir a lo grande. Para construir y preservar un sistema de vida democrático y confederal basado en el sistema de comunas y consejos, es necesario formar ciudadanos y personas libres y democráticos. En este sentido, es necesario que la cultura democrática y comunal, que puede ser la creadora de la vida, adquiera continuidad a través de la educación. Para ello, debemos liberarnos de todas las concepciones modernistas, orientalistas e individualistas, y reconstruirnos en todos los aspectos dentro de la comunalidad mediante la educación continua. Nuestra tarea más fundamental debe ser organizar la vida comunal en todos los ámbitos de la vida y garantizar que todas las personas puedan expresarse en al menos una comuna. Debemos garantizar la organización de comunas y consejos en todos los ámbitos de la vida social, como la política, la economía, la cultura y la autodefensa, con el fin de resolver los problemas relacionados con estos ámbitos por nuestros propios medios. Para ello, debemos crear cooperativas y academias confiando en nuestras propias fuerzas; debemos construir y defender toda nuestra vida con nuestro sistema económico basado en la autosuficiencia y con cuadros que se desarrollen a través de la educación.
En conclusión, en la época en que vivimos, todos los pueblos del mundo luchan más que nunca por autogobernarse, debatir y tomar decisiones sobre sus propias vidas, y crear su propio futuro con sus propios medios. En muchos países del mundo, los pueblos oprimidos rechazan las formas de gobierno centralizadas y buscan desarrollar la democracia local para crear sus propias vidas con sus propios medios. Los sistemas centralizados se están convirtiendo cada vez más en un sistema obsoleto, en formas de gobierno fascistas, que intentan impedirlo aplicando políticas opresivas y genocidas contra el sistema local de los pueblos. Pero la flecha ya ha salido del arco. El curso de la historia no puede cambiarse contra todas las prácticas fascistas, reaccionarias y violentas. El curso de la historia es favorable a los pueblos. Imaginemos que hay un río que, al cabo de un tiempo, se divide en dos cauces. Uno de ellos fluye por la superficie con toda la suciedad y la mugre, mientras que el otro, al no encontrar su cauce, sigue fluyendo en paralelo bajo tierra hasta nuestros días, con la lucha de todos los oprimidos y los pueblos, hasta que consigue salir a la superficie y fluir limpio y cristalino. Para garantizar el flujo de este río limpio, debemos eliminar con nuestra lucha todas las piedras y la tierra muerta que se interponen en su camino y garantizar el flujo del río de la libertad que se filtra a través de la historia. Si conseguimos que el río de los pueblos y los oprimidos fluya limpio frente al río que lleva 5.000 años fluyendo con suciedad, óxido y barro, nadie dudará de que toda la humanidad se convertirá en su centro de gravedad. Si conseguimos que el río limpio de los pueblos sea más visible, podremos anunciar que una nueva era ha comenzado en las tierras de Mesopotamia, en Kurdistán. Si logramos desarrollar nuestro sistema de autogobierno democrático con gran determinación y convicción, podremos volver a situar el centro de la civilización mundial en Oriente Medio, en el corazón de Mesopotamia, en Kurdistán. Podemos convertir Mesopotamia en un centro de atracción para toda la humanidad. Para ello, contamos con un liderazgo, un paradigma, una historia de lucha por la libertad, un sistema de vida propio y una fuerza de autodefensa capaz de proteger este sistema, algo que ningún otro pueblo posee. Como señaló el líder Apo (Abdullah Öcalan), al igual que no hay límites para los anhelos y las esperanzas, tampoco hay ningún obstáculo serio que impida su realización, salvo el propio individuo. ¡Basta con un poco de honor social, un poco de amor y un poco de razón!