De la teoría a la vida, desde el individuo a la sociedad. ¡Una búsqueda de construcción!
LA TRAMPA DE LA MENTALIDAD – V / V

Nimet Sevim – 8 octubre 2025 – Editado por Rojava Azadi Madrid
La solución no está a una distancia insalvable, sino en cada paso que se atreve a pensar de manera diferente. Ningún sistema cambia radicalmente sin un cambio de mentalidad. Aunque las paredes de una estructura se derrumben, su sombra se levantará de nuevo mientras la mentalidad siga siendo la misma. Hoy, el obstáculo fundamental que enfrentamos cuando hablamos de libertad, justicia y vida comunitaria no es la opresión externa, sino los patrones que llevamos dentro de nosotros. La mentalidad construida por la modernidad capitalista ha internalizado el individualismo, la competencia, la jerarquía y el dominio, y el ser humano se relaciona con el mundo, con los demás y consigo mismo dentro de estos patrones.
La mentalidad es una realidad aprendida. Por eso vive sin cuestionarse a sí misma, y a menudo se considera “natural”. Esta percepción de naturalidad es la barrera más fuerte contra el cambio. Hoy en día, las personas o comunidades que quieren llevar a la práctica una organización comunitaria a menudo no pueden definir exactamente por qué no logran hacerlo. Porque el problema no está en el comportamiento, sino en la percepción que lo origina. No está en la acción, sino en el tejido intelectual y emocional que subyace a la acción.
Por eso, el problema no finaliza al construir un puente entre la teoría y la práctica; continúa. El problema está en cómo de fuertes hacemos los cimientos de ese puente mediante nuestra transformación mental. Por muy potente que sea la teoría de la vida comunitaria, lo que la mantendrá viva es la mente y la emoción que la recrean cada día. A menos que la teoría se internalice tanto a nivel conceptual como a nivel sensorial y vital, ningún modelo podrá encarnarse verdaderamente. En realidad, las revoluciones se ganan o se pierden, no en las calles, sino en el mundo interior del ser humano.
La vida comunitaria no es una idea, sino una forma de existencia. Lo que la hará posible es el desarrollo de una forma diferente de pensar, sentir y relacionarse. Por eso, la transformación de la mentalidad no es el comienzo, sino el desarrollo de la propia transformación. Entonces, ¿cómo ocurre un cambio tan radical?
¿Es posible el cambio?
La mentalidad es una forma de sentir, percibir y relacionarse. Por lo tanto, la transformación de una mentalidad no es posible simplemente abandonando una idea y adoptando una nueva. Se trata de un proceso mucho más radical y doloroso. Entonces, ¿es realmente posible el cambio de una estructura tan profundamente arraigada?
Sí, es posible. Porque la mentalidad no es innata; se construye dentro de condiciones históricas y sociales. El cerebro humano está equipado con la capacidad de aprender y volver a aprender. La neurociencia es clara al respecto: el cerebro puede ser moldeado por nuevas relaciones, experiencias y significados. Las emociones, los hábitos y las creencias pueden cambiar. Sin embargo, esto no ocurre de forma espontánea o pasiva. La transformación es posible con un esfuerzo activo, con una ruptura consciente.
Esto es exactamente lo que Paulo Freire llamó “conciencia crítica”1Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, 2012.: la capacidad de una persona de ver su propia realidad con una mirada externa. Es decir, la valentía de mirarse a sí mismo y a la sociedad desde fuera, de cuestionar, de reconstruir lo que se considera verdad. En los análisis de Abdullah Öcalan2Abdullah Öcalan, Sociología de la Libertad, Descontrol Editorial, 2024., hay un énfasis similar: dice que la modernidad, al aislar al individuo, le da una tendencia a la conformidad, no a la rebelión. Estos patrones mentales producen resistencia no solo a la autoridad, sino también a la posibilidad de transformación.
Michel Foucault, por su parte, define la transformación de la mentalidad como “cuestionar los regímenes de conocimiento que construyen la verdad”. Es decir, es necesario reflexionar no solo sobre ‘lo que pensamos’, sino sobre ‘por qué pensamos de esa manera’. Hoy, la devoción al éxito individual, la carrera, el consumo, las soluciones rápidas y la salvación personal no es solo una elección, sino una forma de enseñanza sistemática. Por lo tanto, la transformación de la mentalidad es posible no solo a través de la conciencia individual, sino también a través de un proceso de iluminación social, de un cuestionamiento colectivo.
La transformación de la mentalidad comienza con el cambio de la relación que la persona establece consigo misma. Por tanto, con los demás, con las mujeres, con la naturaleza, con la sociedad… Esto significa redefinir los límites internos. Esos límites que a menudo son invisibles se repiten en frases como: “no puedo hacerlo”, “nadie cambia”, “las cosas no funcionan aquí”. Sin embargo, la transformación comienza exactamente donde estas frases se enfrentan.
La transformación de la mentalidad es posible porque el ser humano es posible. Pero esta transformación no llega de repente, con una orden o una decisión. Es un proceso. Se construye, se vive, se multiplica. Lo importante es crear los cimientos que entenderán, apoyarán y llevarán este proceso.
Dinámicas que inician la transformación de la mentalidad
Ninguna mentalidad cambia por sí sola. Del mismo modo que ningún ser vivo en la naturaleza deja su caparazón con el tiempo… Se necesita una conmoción, una contradicción, un contacto… La transformación de la mentalidad también comienza con tal contacto interno o externo, con una confrontación impactante. Entonces, ¿cuáles son las dinámicas básicas que inician este proceso?
La primera chispa a menudo nace de una contradicción vital. Cuando una persona comienza a sentir una brecha entre lo que sabe y lo que vive; cuando se da cuenta de que los conceptos que tiene no son suficientes para explicar la realidad que vive, experimenta una conmoción mental. Esta conmoción puede ser causada por una pérdida, una injusticia, un fracaso o una miseria de la que ha sido testigo. Es en este punto que la persona intuye que ya no puede avanzar con los viejos patrones. La mente, por primera vez, entra en una búsqueda de una nueva explicación. Y esta búsqueda es el valioso comienzo de la transformación.
La segunda dinámica es el contacto con la experiencia colectiva. Cuando la mente humana se sumerge en la soledad, se convierte en una cámara de eco que repite sus pensamientos. Sin embargo, el contacto con otras vidas, otras voces, permite a la persona objetivar su propio pensamiento, verlo desde fuera. Las experiencias de vida comunitaria son la forma más poderosa de este contacto. Las prácticas de producción colectiva, solidaridad y toma de decisiones conjuntas no solo producen nuevos comportamientos, sino también nuevas formas de pensar. Y estas formas de pensar dan a la persona la sensación de que “también puedo vivir de otra manera”.
Otra dinámica importante es la voluntad de ser sujeto. Es decir, que la persona asuma la responsabilidad de dar forma a su propia vida. En la transformación de la mentalidad, no solo las influencias externas son determinantes, sino también lo que la persona hace con esas influencias. Algunos son arrastrados por la contradicción que enfrentan, mientras que otros la convierten en una oportunidad. La diferencia la crea el hecho de si la persona puede o no posicionarse como agente. En este punto, la toma de conciencia y la experiencia organizada se entrelazan. Porque la resistencia mental de una persona a menudo aumenta en proporción a su soledad; los procesos colectivos, por otro lado, suavizan esta resistencia y dan coraje a la transformación.
Finalmente, quizás la fuente de transformación menos percibida pero más efectiva es el vínculo emocional. El ser humano no solo cambia lo que entiende, sino lo que siente. Lo que internaliza una idea abstracta es el contacto emocional establecido con ella. Este vínculo a veces nace de un recuerdo, a veces de una canción, a veces de una relación de amistad, y a veces de un momento de lucha. Los miedos, los hábitos y las resistencias que yacen en los niveles inferiores de la mentalidad se disuelven solo con fuertes vínculos emocionales. Por eso, cada historia de transformación real es también una historia de despertar emocional.
Lo que inicia la transformación de la mentalidad es generalmente una pequeña pregunta: “¿Es posible de otra manera?” Si esta pregunta se hace con una búsqueda sincera, puede cambiar toda una vida. Esa única pregunta crece, se convierte en un camino. En cada paso de este camino, la persona cambia y transforma.
El ámbito de la transformación: la vida cotidiana y los cimientos prácticos
La transformación de la mentalidad no comienza con grandes discursos, sino con pequeños comportamientos. Las ideas de las personas a menudo no dependen del curso de sus vidas, sino de sus hábitos diarios. Por lo tanto, la transformación florece no en salas de debate abstractas, sino en la cocina, en la calle, en el lugar de trabajo, en la escuela, en el mercado, es decir, en el centro mismo de la vida. Si la mentalidad es la suma de todas nuestras percepciones, relaciones y formas de comportamiento con respecto a la vida, lo que la cambiará es la vida cotidiana misma.
La modernidad capitalista se ha infiltrado en nuestro mundo mental con ideas y un estilo de vida. Desde cómo nos levantamos por la mañana hasta lo que comemos, desde cómo compramos hasta la película que nos hace reír, muchas prácticas diarias recrean la mentalidad individualista, competitiva y consumista del sistema. Es aquí donde la transformación requiere construir nuevas narrativas de vida que rompan estos ciclos de repetición. La transformación tiene que ver con la pregunta “¿cómo vives?”, más que con la pregunta “¿qué piensas?”.
Por lo tanto, la vida comunitaria es la herramienta más concreta para la transformación de la mentalidad. Porque el ser humano transforma su forma de pensar de la manera más duradera mientras vive con los demás. Los procesos de toma de decisiones colectivas, las formas de producción basadas en la solidaridad y las relaciones igualitarias hacen que el individuo cuestione los modelos de relación jerárquicos y basados en el interés a los que está acostumbrado. Por ejemplo, las personas que producen juntas en un huerto de barrio no solo producen alimentos; también reconstruyen conceptos básicos como la propiedad, el trabajo, el compartir y la responsabilidad.
Este tipo de experiencias comunitarias llevadas a cabo en la vida diaria permiten que las ideas abstractas se encarnen. Conceptos como “comuna” o “sociedad democrática” solo adquieren significado cuando las personas realizan labores cotidianas y toman decisiones juntas. Este significado se convierte en una experiencia no solo intelectual, sino también emocional y corporal. Y este tipo de experiencias crean en la persona un punto de vista, un cambio de dirección, una elección.
Sin embargo, elegir la vida cotidiana como ámbito de la transformación requiere paciencia y continuidad. Porque en este ámbito predominan los hábitos de comportamiento, no las narrativas teóricas. Lo más duradero en la mente humana son los comportamientos que se repiten cada día. Por eso, la transformación es un proceso a la vez individual y colectivo, mental y corporal, político y emocional.
En conclusión, el ámbito de la transformación de la mentalidad no son solo las páginas de los libros, ni solo las acciones en la calle. La verdadera transformación comienza en el espacio donde vive la persona, en los objetos que toca, en la mesa donde se sienta con los demás, en la mesa donde discute con los demás. La teoría se convierte en verdad solo si se vive; la vida da sentido a la teoría solo si se reorganiza. Por eso, la base de la transformación de la mentalidad es la voluntad de construir otra vida a partir de hoy.
Intervención estructural y colectiva
La transformación de la mentalidad es, además de una iluminación individual, un proceso de construcción estructural y colectiva. Porque la mentalidad no es la suma de ideas aleatorias formadas en la mente de los individuos; es un sistema que se recrea constantemente a través de las instituciones sociales, los sistemas educativos, los medios de comunicación, la estructura familiar y las relaciones económicas. Por lo tanto, la transformación es posible no solo con el cambio de los individuos, sino con la transformación de las áreas estructurales que alimentan continuamente esta mentalidad.
La modernidad capitalista ha institucionalizado la mentalidad. La escuela, la fábrica, el hospital, la familia, los medios de comunicación, todos ellos llevan los códigos mentales básicos de la modernidad: obediencia, jerarquía, eficiencia, individualidad y competencia. Por lo tanto, si queremos hacer que la transformación de la mentalidad sea duradera y generalizada, no debemos limitarnos a criticar estas instituciones, sino que debemos construir sus alternativas. Sin crear un nuevo modelo de educación, una nueva comprensión de la economía, una nueva forma de organización, no es posible socializar el cambio de mentalidad.
En este punto, el paradigma de la sociedad democrática nos ofrece una sólida vía de escape. Este paradigma muestra que la vida sin Estado, pero organizada, es posible. La organización horizontal, los consejos, las comunas, la economía ecológica y las instituciones basadas en la liberación de la mujer no son solo soluciones técnicas; son también portadoras de una mentalidad alternativa. Porque las instituciones no solo producen función, sino también valor. Una comuna es un lugar donde se toman decisiones, y también una escuela donde se aprenden los valores de la solidaridad, la igualdad y la asociación.
En la transformación de la mentalidad, el área institucional proporciona continuidad. La transformación que experimenta el individuo se extingue si no es apoyada por las instituciones; si las instituciones no se transforman, los individuos se vuelven solitarios. Por lo tanto, debe establecerse una relación de alimentación mutua entre los esfuerzos individuales y la transformación estructural. De lo contrario, la transformación se limitará a las iluminaciones individuales y no podrá socializarse.
Las estructuras colectivas son tanto áreas ideológicas como escuelas prácticas. Áreas como el consejo de barrio, la comuna de mujeres, el colectivo de jóvenes son espacios para experimentar e internalizar una nueva vida. El individuo que participa en estas estructuras, por un lado, aprende a vivir fuera del sistema, y por el otro, hace que su transformación mental sea duradera. Porque la mentalidad se transforma con la continuidad. No es la ira momentánea o la inspiración temporal lo que transforma la mentalidad de forma duradera, sino las prácticas continuas, los valores institucionalizados y las estructuras colectivas.
Por lo tanto, la última parada de la transformación de la mentalidad es la construcción de estructuras colectivas. Una nueva vida no solo se piensa, sino que se construye. Y cada nueva estructura construida crea una grieta en las paredes de la vieja mentalidad. La mentalidad solo puede cambiar realmente cuando se construye otra vida. Porque el ser humano cambia transformando lo que piensa, pero también a lo que pertenece.
En pocas palabras
La transformación de la mentalidad no es un milagro, sino una construcción obstinada. Esta transformación se moldea, además de en los libros, en la casa colectiva donde crece un niño, en un jardín plantado en común, en un consejo que no establece jerarquías. La teoría se convierte en verdad cuando se encuentra con la vida. Aquellos que quieren construir la vida comunitaria hoy deben primero vivir esta nueva mentalidad; deben transformar sus formas de vida, no sus palabras. La transformación no surge de arriba, sino de la vida cotidiana. Y en cada paso, nos recuerda: cuando la mentalidad cambia, cambian los pensamientos, el mundo cambia.
NOTAS:
1 Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, 2012.
2 Abdullah Öcalan, Sociología de la Libertad, Descontrol Editorial, 2024.
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I. 22/09/2025 – La trampa de la mentalidad
II. 26/09/2025 – El camino hacia la organización comunitaria: El encuentro del significado y la mentalidad
III. 30/09/2025 – Los Límites de la Mentalidad
IV. 04/10/2025 – El reencuentro con el significado
V. 08/10/2025 – De la teoría a la vida
EL AUTOR: Nimet Sevim es periodista. Colabora con los medios Yeni Özgür Politika y Demokratik Modernite.
- 1Paulo Freire, Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, 2012.
- 2Abdullah Öcalan, Sociología de la Libertad, Descontrol Editorial, 2024.