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Afrin: Ciudad kurda aislada por el asedio y la geografía

El distrito predominantemente kurdo de Afrin, en el noroeste de Siria, ha estado bajo un cerco casi continuo durante cuatro años, pero se ha mantenido relativamente tranquilo, atrayendo a cientos de miles de personas desplazadas. Ahora está bajo amenaza de las operaciones militares turcas en Siria.

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Tropas turcas cerca de la frontera siria en Karkamis, Turquía, fotografiadas el 27 de agosto del 2016. Turquía lanzó su operación en Siria paraalejar al ISIS de sus fronteras, así como para evitar que los kurdos sirios consolidaran su territorio. Ismail Coskun, IHA via AP

 

BEIRUT – Rodeado de olivos y una serie de vecinos hostiles, el distrito predominantemente kurdo de Afrin, en el noroeste de Siria, ha escapado en gran medida de los titulares durante la guerra. Su relativa calma ha atraído a cientos de miles de personas que huyen de la violencia en las regiones vecinas, pero ahora está amenazado por una ofensiva turca que avanza en Siria conocida como «Operación Escudo del Eúfrates».

“Es como una isla remota”, dijo Mohammad Sulayman, director de Zaytoun, un grupo de ayuda local.

Las fuerzas gubernamentales se retiraron de Afrin en 2012 y, poco después, las Unidades de Protección Popular (YPG), la principal fuerza combatiente kurdo-siria, tomaron el control. Aunque el distrito fue declarado parte del autoproclamado territorio autónomo del Kurdistán sirio (Rojava) en enero de 2014, está separado de los otros cantones tanto por la geografía como por un asedio multilateral de cuatro años. A un lado de Afrin hay una frontera turca sellada; las tropas gubernamentales bloquean el paso a la cercana Nubul y varias facciones rebeldes respaldadas por Turquía y el grupo jihadista Jabhat Fatah al-Sham (JFS) bloquean los restantes lados.

Los ataques aéreos del gobierno y los enfrentamientos violentos en los distritos vecinos de Idlib y Aleppo han llevado a cientos de miles de personas a la relativa calma de Afrin. Pero el asedio de casi cuatro años ha dejado al pequeño distrito luchando para tratar de manejar la afluencia de desplazados internos (IDPs). Su población ha aumentado en más de un millón, y las YPG han implementado un estado de emergencia en medio del temor a posibles ataques terroristas.

Los desacuerdos entre los vecinos de Afrin y las YPG hacen que los residentes carezcan constantemente de alimentos y combustible; los precios se han disparado por la manipulación del mercado de los contrabandistas y empresarios, ha declarado la periodista local Amina Mesto. «El precio del combustible ha llegado al techo, aumentando el sufrimiento de la gente en el frío invierno», dice Mesto, quien fue maestra de filosofía en una escuela secundaria de Alepo antes de la guerra y huyó a Afrin después de que fuera perseguida por las fuerzas de seguridad sirias por sus críticas a los ataques aéreos contra civiles.

Las complejas regulaciones y políticas turcas, combinadas con las complicaciones e impuestos adicionales exigidos por facciones islamistas extremistas que rodean el distrito, dificultan la capacidad de las organizaciones humanitarias para operar en Afrin, dice Sulayman. Pequeñas organizaciones como Zaytoun proporcionan toda la ayuda posible en Afrin y sus dos campamentos de desplazados adyacentes, Robari y Shahbaa.

Turquía lanzó su operación militar en Siria en agosto de 2016, con el objetivo de empujar al llamado Estado Islámico lejos de su frontera y frustrar las ambiciones kurdas de consolidar su dominio sobre las regiones predominantemente kurdas en el norte de Siria. A pesar de que las fuerzas dirigidas por los kurdos son uno de los grupos más efectivos que luchan contra el ISIS, Ankara considera a las YPG como una extensión de su propia insurgencia kurda, que ha estado luchando por la autonomía desde los años ochenta.

«Ese es el problema», dijo Nada Homsi, estudiante de postgrado de la Universidad Americana de Beirut que investiga a los kurdos en el norte de Siria. «Ellos [Ankara] no ven la diferencia entre la autodeterminación y el Estado Islámico».

Aislados del resto de áreas controladas por las YPG, los residentes de Afrin temen que su ubicación geográfica los haga más vulnerables a las ambiciones turcas. Las fronteras de Afrin y las posiciones de las YPG han sido bombardeadas repetidamente por las fuerzas turcas y las facciones rebeldes sirias a las que apoya, y a principios de esta semana, el ejército turco desarraigó miles de olivos alrededor de Afrin, dice Mesto, mientras sus fuerzas avanzaban a 300 metros (328 yardas) del distrito.

«Existe un temor entre los residentes de Afrin de que el área sea blanco de la intervención turca después de que el ejército turco se haya extendido a lo largo de la frontera», dice Mesto. «Está tratando de provocar que las YPG devuelvan el fuego».

Las acciones de Ankara no se han limitado a las militares. El principal suministro de agua de Afrin, conocido localmente como el Río Negro, es un afluente del río Orontes, que nace en las montañas Kartal en Turquía. El año pasado, Turquía cortó el flujo del Río Negro, indica Mesto, dañando las cosechas. Los residentes ahora dependen en gran parte de los pozos de agua potable, pero la falta de electricidad y combustible para hacer funcionar los generadores hace que obtener el agua sea extremadamente difícil. La línea eléctrica de Afrin ha estado fuera de funcionamiento durante cuatro años; cuando el ISIS se hizo con el control de la vecina Tel Rifaat, destruyó la planta de energía que había allí y no se ha reparado desde entonces.

«Turquía no está de ninguna manera interesada en tener una población kurda exitosa cerca de sus propias fronteras», declara Homsi, y las YPG no quieren caer en el cebo. «No quieren luchar contra los turcos e ISIS al mismo tiempo».

El estrechamiento de lazos entre Rusia y Turquía, que han apoyado durante mucho tiempo a partes opuestas en el conflicto sirio, podría representar una amenaza adicional para los kurdos. Los Estados Unidos son un importante respaldo de las YPG, pero no está claro si la nueva administración les dará prioridad en la lucha contra ISIS, o si serán una víctima del deseo del presidente Donald Trump de fortalecer sus relaciones con Rusia.

«Las YPG son la segunda fuerza más grande en Siria, lo que determina que no serán ignorados política o militarmente», indica Azad Mamo, activista de los medios de comunicación y nativo de Afrin.

Pero las YPG fueron excluidas de las conversaciones de paz en Kazajstán a principios de esta semana, conversaciones patrocinadas por Turquía y los principales aliados del gobierno [sirio], Rusia e Irán. La única delegación kurda presente en las conversaciones fue el Consejo Nacional Kurdo (KNC), un afiliado de la Coalición de Oposición Siria (SOC) que Mesto describe como «extremadamente alejado de la realidad kurda».

Las YPG «están siendo marginadas intencionalmente», denuncia Homsi. Las YPG controlan casi el 20 por ciento del territorio sirio, y casi el 12,5 por ciento de la población actual de Siria se encuentra en zonas controladas por los kurdos.

Ni el gobierno ni la oposición han dado garantías a los derechos kurdos sirios, dice Sulayman, alienando aún más a los kurdos.

«El gobierno es baasista, nacionalista y racista, y la oposición islamista también es racista», denuncia Sulayman. «Ellos tienen diferentes puntos de vista, pero lo único en lo que todos pueden estar de acuerdo es sobre los kurdos, que no deberían tener nada».

Fuente: News Deeply

Autoría: Hiba Dlewati

Fecha de publicación del original: 28/01/2017

Traducido por Rojava Azadî

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